El asesinato de Narciso Beleño


 | Por: Gearóid Ó Loingsigh | 

El 21 de abril los paramilitares asesinaron al dirigente del Sur de Bolívar, Narciso Beleño cuando llegaba a su casa, algo más de dos años después del asesinato de Teo Acuña y Jorge Tafur, otros dos dirigentes del Sur de Bolívar.

 

Yo conocía a Narciso Beleño.  Nuestros caminos cruzaron muchas veces, algunas veces eran caminos de verdad en el campo, porque Narciso recorría el país en su brega por la defensa de las comunidades rurales de Colombia. Pero no quiero hablar mucho de Narciso la persona, hay quienes pueden rendirle mejor homenaje en ese sentido, aunque siempre me causaba curiosidad su nombre: Narciso. Narciso era una figura de la mitología griega/romana quien como castigo impuesto por dioses se enamoró de su propio reflejo.  De allí viene la palabra narcisista. Pero a diferencia de la mitología griega/romana, nuestro Narciso era un hombre bondadoso, solidario, generoso y abnegado. A lo largo del país hay miles de personas, comunidades enteras que dan fe de sus cualidades como persona, luchador y dirigente.

 

Cuando lo asesinaron el presidente Gustavo Petro emitió un tuit diciendo que “fallamos a Narciso”. Pero, ¿Quiénes fallaron a Narciso?, ¿las comunidades? ¿sus compañeros de Fedeagromisbol? O ¿fueron los jóvenes de la Primera Línea que todavía están encarcelados? ¡Qué nos digan quienes!  Un genérico Nosotros no sólo no basta, sino calumnia. Nos debe explicar quiénes son, cómo le fallaron, de qué manera y porque y además Petro nos debe explicar que piensa hacer para que no haya más asesinatos de dirigentes.

 

Érase una vez que no dudábamos en poner nombre y apellido al asunto. No vacilamos en nombrar a la empresa, la junta directiva, el terrateniente, político local.  A veces corrimos el riesgo de poner apellido y rango militar al asunto. Hace mucho tiempo comenzó un proceso paulatino en que algunos dejaban de nombrarlos. Y ahora bajo el gobierno de Petro, está mal visto nombrarlos. Érase una vez que todos nombramos al gremio de ganaderos de Fedegan como patrocinador del paramilitarismo. Los mismos funcionarios de Fedegan lo reconocían. Hoy uno de los representantes de ese gremio, que en la actualidad promueve una refundación de grupos paramilitares representa al Estado en los diálogos con el ELN.

 

Érase una vez nombramos a las empresas mineras que llevan décadas intentando apoderase del oro del Sur de Bolívar y demás regiones del país. Valga recordar que Narciso recorría el país. Más de una empresa minera le tenía ganas.

 

En las novelas de ciencia ficción y fantasía, el mal y la magia pierden su poder sobre los mortales cuando los nombran por sus verdaderos nombres y por eso el mejor secreto guardado es el nombre. En la vida real algo parecido pasa. El paramilitarismo como algo tenebroso, oscuro oculto que no podemos entender nos derrota.  Cuando nombramos a los que están detrás de esa magia negra con sus verdaderos nombres, empieza a perder su poder sobre nosotros. No son desconocidos, sacamos plata de sus cajeros todos los días, compramos servicios de ellos, bebemos sus productos, trabajamos en sus empresas y algún que otro idiota los vota. Ninguna empresa dirá compra mi producto, somos los asesinos de dirigentes sociales o voten por mí, soy el asesino de miles. Ellos se esconden por una razón y por la misma razón debemos exponer sus almas negras al sol.

 

El mejor homenaje que puede hacer Petro es explicar quienes fallaron y nombrar a los asesinos, como lo hacía antes de ser presidente. Son los mismos de siempre.  Petro le gusta decir que llegó al gobierno pero no al poder. Pues díganos quienes ostentan el poder que él no tiene, con nombre y apellido, grupo económico, empresa extranjera. Si fallamos todos, no falló nadie, si lo asesinaron unos sujetos innombrables, no lo asesinó nadie. Antes no se dudaba en hablar del paramilitarismo, los intereses económicos y políticos y el porqué de su accionar.  Nombramos los gremios, los megaproyectos en cada región, lo comprobamos, algunos intentaron conseguir justicia en tribunales internacionales, otros en Tribunales de Opinión.  Toca rendir homenaje a Narciso y demás víctimas del paramilitarismo y nombrar a sus asesinos. Uribe intentó engañarnos con el eufemismo de Bacrim (bandas criminales).  No debamos aceptar otro eufemismo, ni Clan de Golfo, ni nada.  Los mismos que desaparecieron a Edgar Quiroga y Gildardo Fuentes en 1999, mataron a Narciso 25 años después.  Dígalo claro y en voz alta Sr. Presidente.

 

¡Hasta siempre Narciso!


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