Del amor y otras rebeliones

| Por Nathalia Martínez Afanador | Por

 

 

"Golpeada y magullada espera, sus magulladuras

se arrojan contra ella misma y contra el pulso rítmico de lo femenino [...]

Aquí en la soledad prospera su rebeldía.

En la soledad Ella prospera"[1] 

-Gloria Anzaldúa -

 

En estos días de profundas reflexiones e intensas emociones sobre la vida y el amor, sobre las relaciones con lxs seres que nos rodean, he llegado a varias conclusiones que me gustaría compartir como acto de liberación frente al mar de sentipensares que inunda mi existencia, pero también como una manera de aportar una semilla para gestar reflexiones colectivas que a muchxs de lxs que se acerquen a estas letras, les pueden resonar.

 

Sabemos que últimamente se han fortalecido los discursos del autocuidado y del amor propio como si fuesen fórmulas mágicas fáciles de aplicar en la vida. Lo primero que he pensado, es que quererse a una misma con radicalidad, justicia, compasión y dignidad es uno de los actos más valientes y dolorosos, porque nos enfrenta a las acciones propias y ajenas más injustas y abusivas, nos confronta con nuestros deseos y con nuestros demonios, con nuestros pasados dolorosos, con nuestra moralidad,  con nuestras nociones de lo que es ético y de lo que no y con decisiones complejas que se arriesgan a poner en entredicho nuestras propias convicciones y a sentir que nos fallamos a nosotras mismas.

 

Por eso, aunque no haya fórmulas o recetas, mi conclusión por ahora tiene que ver con actuar en consonancia con todo aquello que consideramos justo y digno para nosotras mismas y para nuestra integridad (cada una lo siente, lo intuye y lo sabe a medida que se va caminando por los terrenos más inestables). Sé que hacerle frente a la manipulación, a la violencia en todas sus formas, a la deslealtad, a la objetivación, al engaño y a la mentira no es nada fácil, pero estoy convencida de que a medida que vamos reflexionando sobre nuestros mínimos vitales para conservar la propia dignidad, vamos forjando hogueras que permiten incendiar esos pasos combativos que marcan el sendero para hacernos el lugar que merecemos, sin aceptar menos. 

 

Otra conclusión que he venido elaborando al enfrentarme a mis propios miedos y a las injusticias que vamos viviendo, tiene que ver con que no dejaré de insistir en la construcción de relaciones bonitas, de amores y amistades basados en la honestidad, en la franqueza, en la confianza, en la solidaridad y en el cuidado. En varias oportunidades se me ha hecho la invitación a ser más desconfiada y ‘más gonorrea’, pero siento que actuar de esa manera no tiene nada que ver con mis ideales, que se convierte en una rutina desgastante de la mente, del cuerpo y del espíritu y que termina haciéndole eco a la miseria relacional que subyace en el capitalismo y en el patriarcado en donde la competencia, la superficialidad, la sospecha, la explotación, las opresiones, el consumo desaforado y el egoísmo están a la orden del día.

 

Ser amorosa, confiar en lxs demás y actuar buscando mi libertad y la de quienes me rodean, no me hace ingenua, ni tonta, ni falta de malicia, ni menos perspicaz; al contrario, me ayuda a militar mejor en lo que creo y a reconocer mis propias vulnerabilidades y contradicciones ante el mundo para seguirme cuestionando y transformarlas. Por eso, seguiré cultivando las relaciones más bellas que pueda imaginar (claro, con los límites necesarios y sólo con quienes asuman la responsabilidad de navegar en estas mismas aguas) como acto de rebeldía y de subversión frente a  este sistema de mierda que promueve y normaliza relaciones perversas, falsas, abusivas e hirientes.

 

Hoy, me encuentro más convencida que nunca de que apostarle a formas de querer y de amar diferentes a las que nos hereda la historia y el patriarcado (exclusivistas, heterosexuales, jerárquicas, centradas en el privilegio de la pareja y la familia tradicional), es uno de los actos más revolucionarios con nosotrxs mismxs y con lxs demás; por supuesto, con la certeza de que sin dudarlo, hay que defenderse y salir de esos lugares en donde no es posible desplegar la magia y la rabia movilizadora de los cariños justos y bonitos, esa también es una gran lucha, interna y externa… Total, ¿Quién dijo que las revoluciones se hacen desde lugares de absoluta comodidad? ¡Vamos a seguirnos rodeando de lxs más chimbas compañerxs de lucha!

 

¡Vamos también a resistir desde los afectos!



[1] Fragmento del poderoso texto “Movimientos de rebeldía y las culturas que traicionan”, escrito por aquella maravillosa escritora feminista chicana. Disponible en: https://miltonandressalazar.jimdofree.com/app/download/7712472911/Movimientos+de+rebeldia+y+culturas+que+traicionan.pdf?t=1592711384

 

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