|Q.E.B.C.A.| Churrimino somos todos

Churrumino como todos lo conocíamos se llamaba Jhoan Fernando Cruz, un barrista de Sangre vinotinto y Corazón de oro, un amante de la vida y el fútbol se nos adelantó en el camino, tomo la curva antes y se embarcó en la mula que va al más allá, se fue primero que nosotros, se fue antes de filmar un documental sobre su vida: los himnos, las  banderas, los versos.(N. de E)

Gracias al fútbol nos conocimos, Churrumino era un niño que sobresalía por su inteligencia para dar cuchillo y sus ojos rojos como el tomate maduro.

Se convirtió en el centro de las miradas cuando en un entrenamiento de nuestro equipo de fútbol llegó con la cara y el cuerpo lleno de curitas, pareces una momia le dije. No lees los periódicos me pregunto, le habían metido 50 puñaladas, lo dieron por muerto, lo habían enterrado vivo, arañando la tierra salió de su tumba y yo ni me había enterado.

Estaba en el estadio para que los jugadores le colaborarán con dinero para comprar una crema que evita rascarse las heridas que dejan las cincuenta puñaladas recién saturadas, lo peor no es los navajazos, lo duro es la comezón cuando empiezan a cicatrizar los puntos.

Si te pica, si te rascas, si te quemas con el sol, cantaba Churrumino implorando que los jugadores de nuestro equipo de fútbol le dieran una moneda para calmar la rasquiña en cada una de sus 50 heridas y yo por supuesto no le creí ni una puñalada de su historia.

Con el tiempo aprendes a no creerles a tus amigos sus historias extraordinarias, fruto de la inhalación de pegante es frecuente oírlos hablar victoriosos de encuentros en donde el diablo salió derrotado en una pelea a cuchillo.

En la reunión mensual de nuestro cine club gore nos vimos el capitán Rico jefe de la estación de bomberos, la directora de emergencias del hospital y yo en mi calidad de barra brava nos encontramos a compartir historias gore.

El bombero traía las fotos de una familia quemada, sus cuerpos fueron rociados con gasolina, amarrados, encerrados y carbonizados, venganzas entre vendedores de drogas, solo somos agua dijo el bombero mientras mostraba cómo quedaban los cuerpos reducidos a su mínima expresión.

La doctora bisturí traía las fotos de un muchacho al que le habían metido 50 puñaladas, creyéndolo muerto lo enterraron y salió de su tumba convertido en una bola de tierra y sangre.

Cuando llegó al hospital ordene que lo lavaran con una manguera, una a una fueron apareciendo las 50 puñaladas y parecía más un pescado tasajeado que un hombre sentenció la doctora bisturí mientras mostraba las fotos.

Y entre sangre y cortadas en la cara distinguí el rostro de Churrumino, a pesar de las puñaladas conservaba la misma cara de niño inocente, los mismos ojos rojos como el tomate y una sonrisa propia de quien ha salido victorioso de una tumba.

Pregunte a la doctora bisturí, si ella era la autora intelectual de la broma de poner a Churrumino a comprar crema para calmar la picazón de las puñaladas con crema para aliviar las picaduras de mosquitos y ella sonrió.

Si hay algo que una doctora jefe de urgencias odie es a los borrachos y a los barras bravas, las noches en que hay partidos de fútbol son largas e interminables, la sangre se agota, los médicos no dan abasto y cuando terminas tu jornada, los mismos barras bravas a quienes les has salvado la vida te atracan a la salida del hospital.

Mostré las imágenes de un video en donde unos hinchas apuñalan a otro, lo patean y orinan sobre su cuerpo, visto esto y todos habiendo satisfecho nuestros deseos gore nos fuimos a dormir a casa con la conciencia tranquila.

Pero yo no podía dormir tranquilo y debía pedirle disculpas a Churrumino por mi falta de fe poética al no creerle lo de las cincuenta puñaladas, así que lo busque en la cancha, en los entrenamientos del equipo, en las esquinas del barrio y no aparecía por ningún lado.

Jugábamos en Medellín y allí lo encontré, elegante, vistiendo camisetas originales, que te paso Churrumino pregunte preocupado pues ya no tenía su sonrisa de niño y sus habituales ojos color tomate.

En medio de la calentura se fue a vivir a Medellín a casa de un fanático de nuestro equipo lleno de dinero y de generosidad, a cambio de que Churrumino solo fumará mariguana le dio afecto, pan, trabajo y techo, lo que todos necesitamos.

Y Churrumino había cambiado, hablaba de la necesidad de crear empresas, de poner a todos estos jóvenes de la barra brava a producir dinero, asistía a las conferencias de negocios en una universidad dedicada a crear los cuadros de mando del capitalismo salvaje.

Sus ojos rojos ya no lo eran, ahora sus ojos eran tomates verdes, era el final feliz para un documental sobre el volver de la muerte y salir arrastrándose de una tumba, era hora de empezar a filmar.

Arrastrándose por las calles volví a encontrarme a Churrumino a los meses, que te paso le pregunte preocupado, no me pudo responder, aspiraba pegante y caminaba dando tumbos entre la gente pidiendo monedas para entrar al estadio, comprendí que lo bueno no dura mucho.

Se aburrió de la buena vida, se empezó a quedar dormido en las conferencias sobre emprendimiento empresarial, no le encontraba emoción a viajar en avión a ver los partidos de su equipo y la ropa comprada no es tan bonita como la robada.

Volvió a las calles, a la esquina, a viajar escondido entre la carga de un camión que atraviesa el país para llegar a un partido de fútbol de su equipo, sus ojos volvieron a ser tomates rojos y su cara la de un niño.

Volvieron los sustos, los corre corre, las amenazas de los policías, las casas quemadas en los barrios populares y las golpizas de los comandos antidisturbios solo por llevar la camiseta de su equipo.

Era el final triste del documental, me senté a escribirlo y a diseñarlo, hable con la mamá, con los hermanos, con los vecinos, con los enemigos y los amigos.

Y siempre que preguntaba por qué le decían Churrumino todos reían, hasta que un día mi novia me dijo que yo era el Churrumino de su vida, de inmediato le pregunté qué es ser un Churrumino, no me contesto y me dio un beso.

Busque la definición de Churrumino en el diccionario de la real academia de la lengua y no encontré nada, lleve el tema al cineclub gore y me miraron con la misma extrañeza con la que se mira a un Churrumino.

A mi falta de fe poética había que agregarle mi falta de televisión, siguiendo las indicaciones puse en el buscador de YouTube la palabra Churrumino y la verdad fue develada.

Son unos animalitos que existen en tu imaginación y que solo puedes ver cuando tienes mucha hambre, le dice el chavo del ocho a su chilindrina y empecé a entender muchas cosas.

De repente Churrumino tenía esa imaginación latinoamericana para escapar del hambre, de la pobreza y de la muerte, cambie el rumbo de mis preguntas y empecé a preguntarle a Churrumino por sus sueños.

Quería ir a Brasil a la copa mundo, vale como seis millones pensé yo por dentro, estoy esperando a que se enfríen las cosas en el barrio, que no piensen que me fui por miedo me dijo Churrumino.

Y si no se enfrían en un mes que es el mundial, le pregunte a Churrumino, iremos a un partido de Boca en la bombonera me aclaró sonriente Churrumino.

Y en esas estamos, esperando a que las esquinas se enfríen para viajar con la cara en alto y los ojos bien rojos por Sudamérica hasta llegar al estadio de Boca Juniors y el dinero, nunca ha hecho falta dinero para viajar, solo ganas y decir me voy, dice Churrumino.

Q.E.B.C.A. (Que En Banda Celestial Aguante)

Carlos Augusto Rojas Reina
Revolución Vinotinto Sur Pte!

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