La batalla por la planeación


LA PLANEACION Y LA PARTICIPACION SON LOS RECURSOS CIVILES POR EXCELENCIA PARA GANARLE LA GUERRA A LA GUERRA – SALIRLE AL PASO A LA CORRUPCION Y EL DESPILFARRO – LA PLANEACION DEBE PASAR DE SER EL HAZMEREIR DE LOS GOBIERNOS -LOCALES, DISTRITAL Y NACIONAL– A SER LA CONSTRUCTORA DEL PODER DE LOS PUEBLOS.

ALGO DE HISTORIA PARA SABER DE QUE ESTAMOS HABLANDO

La planeación –como política pública- es una conquista de la humanidad próxima a cumplir un siglo. En la segunda década del siglo XX la desaparecida Unión Soviética adoptó el primer Plan (Plan Quinquenal 1918-1923) de carácter obligatorio para garantizar que los derechos de los ciudadanos a la alimentación, al vestido, a la vivienda, a la salud, a la educación y otros servicios públicos básicos, tuvieran la prioridad en la inversión oficial, siempre predicada -pero igual incumplida- antes que cualquier otra consideración. De hecho copó parte del debate de fondo en Europa sobre las diferencias entre capitalismo y socialismo, esto es, entre producción caótica de bienes y servicios o intervención pública para garantizar los derechos de las mayorías.

Posteriormente, los Estados Unidos (USA) para enfrentar la llamada crisis de los años 30s (1929-1932) adoptó el “New Deal”, que fue un Plan para garantizar ingresos básicos a crecientes franjas poblacionales en la miseria. Fue una especie de occidentalización de la Planeación, sinónimo de “comunismo”, por haberse aplicando –hasta entonces- por la Revolución Bolchevique dirigida por Lenin en Rusia, arrasada por la 1ª Guerra Mundial y el despotismo del Zar Nicolás.

Al finalizar la 2ª Guerra Mundial (1939-1945) adquirió la estatura merecida al adoptarse el “Plan Marshall” para la reconstrucción de Europa; desde entonces ningún país del llamado “occidente” –incluido Colombia- duda de la bondad de la Planeación, ni de los Planes como mandato para los Gobiernos Nacionales, Departamentales, ni Locales. Con lo que no se contaba era con la viveza típica de políticos corruptos y en la administración pública, de simular la planeación y los proyectos concretos como respuesta a los problemas básicos, para continuar favoreciendo en cada escala sus intereses individuales y de pequeños grupos, pero a nombre de las naciones, como lo prueba la exhibición de las conocidas y vergonzosas cifras de la misma corrupción (billlonarias en salud y educación, desfalcos en vías, otras obras físicas y demás) y en consecuencia las cifras de desnutrición -hambre-, pobreza –ingresos insuficientes-, marginalidad y miseria de sus pueblos.

EN COLOMBIA Y BOGOTA

La terrible situación de las mayorías en Colombia y de la Bogotá popular actual (70% en pobreza relativa, 13% en la miseria) es ilustrativa, pese a que desde mediados del siglo pasado se adoptó la Planeación como mandato de Ley y desde la Constitución de 1991 tiene -con la Participación- rango constitucional y que –se supone- que el Estado es la garantía para que los desequilibrios “naturales” entre la sociedad se inclinen en favor de los más vulnerables.

Todos sabemos que sucede exactamente lo contrario. Hay abuso privado y permanente con lo público, desvergonzada danza de los millones para los avivatos y desconsideración con el drama de las mayorías. De frente una corruptela que las mismas entidades de control calculan en 8 billones de pesos anuales.  

Mayor simulación no hay, de hecho, el Departamento Nacional de Planeación es un super-Ministerio desde el llamado Frente Nacional cincuenta años atrás. No hay Ministerio que no tenga su respectiva y flamante Jefatura de Planeación, en el Congreso Nacional los llamados “Representantes” pugnan por pertenecer a la Comisión del Plan, que nunca ha funcionado. El Gobierno Nacional, Departamentales y Municipales cuentan con sus Planes de Desarrollo como mandatos, pero no hay soluciones para las gentes del común.

En aplicación del mandato Constitucional (Título XII, Capítulo 2, Artículos 339 a 344), la Ley 152 de 1994 que ordena la Planeación y su aplicación en Bogotá (Acuerdos 12 y 13 de 2000) se extienden en considerandos y resoluciones que cualquier desprevenido se preguntaría porqué Colombia y la ciudad capital no es un paraíso de gentes satisfechas. Con principios de subsidiaridad, consistencia, complemento y demás entre los presupuestos en todas las escalas. Más democracia imposible, en los enunciados, porque en la práctica es una dictadura de corruptos.

La realidad es bien distinta, el CNP, los Consejo Territoriales Municipales –CTPs- y los Consejos de Planeación Locales –CPLs- son organismos de fachada, ni decir de sus Comisiones de Trabajo por Sectores Sociales y por Territorios. El ejemplo vivido y sufrido en la Localidad 3. Santafé en Bogotá (desde el primer CPL 2001-2003 y hasta el muy actual 2012-2015) es de antología y muy similar en los Municipios y las demás Localidades del Distrito Capital.

EN BOGOTA Y SUS LOCALIDADES

Lo primero es el presupuesto para Localidades: Se dice que se trata de máximo hasta el 20% del presupuesto del Distrito, es mentira, es hasta el 20% pero del 20%, que son los ingresos corrientes de la ciudad. Se trata entonces de máximo el 1/400 del presupuesto como promedio local. Bajo Mockus, Peñalosa y Mockus (finales de los 90s y primeros 2000) fue solo del 10% de ese 20%, la mitad del actual promedio local, ese fue y es el real tamaño del interés por la pobreza y la descentralización de esos Gobiernos. Con Lucho Garzón llegó al 20% pero para hacer la misma parodia de una “planeación” equivalente a dilapidar cerca de un billón de pesos en veinte Fondos Locales para financiar propuestas pobres para pobres. De manera cínica aspiran –en cada nueva ocasión- a volver a ser Alcaldes Mayores y hasta Presidentes. Lo cual acaban de conseguir (2015) con la Alcaldía Mayor de Bogotá después de la papaya que le heredaron 12 años de Gobiernos mediocres de una mal llamada izquierda, ejecutores del mismo modelo de ciudad heredado de 40 Administraciones de derecha y al completo desnudo la ausencia de propuesta alternativa.

Con el última Administración, de Gustavo Petro, la verdad es que hubo el agitar de algunas de las banderas alternativas –medio ambiente, mínimo vital de agua, basura cero, defensa de lo público y otras- pero el solo agitar de las banderas no produce resultados.

Lo segundo es la parodia de los Encuentros Ciudadanos y el jueguito del “teléfono roto” en que estamos inmersos aún: Una cosa dice el ciudadano, ejemplo, “tenemos necesidad de ingresos básicos”, otro lo que traducen los Alcaldes Locales, otro lo que acuerda con cada entidad distrital, otro lo que éstas sacan como términos de referencia para que unas ONG´s concursen por los recursos y otro lo que la ONG ganadora resulta haciendo en la práctica. Así, no es de extrañar que quienes dicen que tienen hambre reciban talleres sobre nutrición, ni los que abogan por ingresos y pidieron apoyo para organizarse en empresas comunitarias reciban conferencias sobre administración de negocios, cursillos de panadería y seminarios sobre modistería y salas de belleza. Es un viejo problema de la dirigencia política y administrativa en todas las escalas: “piensan pobremente cuando piensan en los pobres”. No ven soluciones en las necesidades mismas, sino como seguir viviendo de los problemas populares. Y nadie quiere ni hablar de bienestar social, desarrollo económico popular y menos de nueva sociedad.

La participación en la planeación sería algo muy distinto, se trataría de aprender a planear planeando, a formular los proyectos formulándolos, como se aprende a nadar nadando. Porque no se trata de hacer una repartición de una torta que  –en gracia de discusión- se haga de manera equitativa y transparente. Esa repartición no es planeación, ni participación.  

Los proyectos, para que sean respuestas adecuadas a las necesidades, deben partir de las dimensiones y características que en cada caso tienen, son elaboraciones científicas, no un juego de intereses entre los amigos de las administraciones para repartirse los bocados más grandes, ni las sobras, que es lo que se hace.

El ejemplo de los Comedores de Luis Garzón sirve, no es lo mismo darle de comer a los pobres a que –con ellos y las redes de madres comunitarias- se organicen empresas y redes de comercialización de alimentos directo con los campesinos productores y  restaurantes populares propios. Además, una cosa es mitigar el hambre y otra mitigar la pobreza, que es un asunto de ingresos estables y suficientes. Ni sirve la disculpa de que la pobreza es un asunto estructural. ¿Qué clase de disculpa es esa? La pregunta es: ¿Cómo es que se solucionan los problemas estructurales? ¿Qué tiene que ver el conocimiento -diagnósticos- y su traducción en proyectos?

Lo dicho y denunciado, lo hecho hasta ahora no es planeación, ni participación, no se parte del conocimiento serio de los problemas, ni para su solución real. Los ambientalistas –ejemplo- partimos de un orden de prioridades ambientales y sociales graves, no importa que tengamos delegados en cuanta Comisión se inventen; si no hay gestión de riesgos por deslizamientos, inundación y hacinamiento crítico, las laderas se deslizarán en invierno, la pobreza extrema seguirá en aumento y las planchas de cemento sin vigas de amarre seguirán aplastando a la gente.

La participación no puede seguir confundiéndose con asistir a reuniones, opinar sobre decisiones ya tomadas y demás comedias dizque democráticas. La participación debe ser –de una parte- la garantía de que nuestros derechos elementales se respeten y –de otra parte- la capacidad de incidir y decidir sobre los proyectos que nos afecten. Incluso hasta estar en capacidad de elaborar, ejecutar y evaluar nuestros propios proyectos desde la bases.

En Santa Fe hemos estado tomando decisiones históricas y se lo proponemos a La Candelaria y a Los Mártires (afectadas por similares problemas) y más allá a toda la ciudad. Vamos a hacer Planes de Vida Digna, Buen Vivir y Bienestar Social por Barrio y por Vereda, compuestos por los Proyectos que respondan cabalmente a nuestros problemas de infraestructura, mejoramiento integral de barrios y veredas, cultura, recreación, en fin. Con los presupuestos locales, que son esa miseria que hablamos (aquí menos de 20.000 millones) vamos a consolidar los procesos que enganchen literalmente los muchos millones que necesitamos para enfrentar en clave de hábitat digno los megaproyectos multimillonarios que gravitan sobre este territorio del centro.

El bienestar social básico está urgido de que los principios de la planeación, como la subsidiaridad y la complementaridad (entre las coberturas locales, distrital y nacional), que sean el soporte cierto de las “respuestas adecuadas” (tamaño y características) a los “problemas conocidos” (sinónimo de diagnósticos integrales y base de los  proyectos) y que entre ellos haya la articulación, coherencia y consistencia que los constituya en Plan. 

La danza de los millones del Plan Centro podrá ser, pero no a nuestras espaldas o –peor aún- en contra de nuestros intereses como pobladores tradicionales de éste territorio. Seis (6) billones o más para Ciudad Salud Región, cuatro (4) billones o más para San Victorino Cielos Abiertos, cuatro (4) billones o más para cada uno de los seis Proyectos Territoriales Integrales del Decreto 492 de 2007, US$5 millones de dólares o algo más kilometro/transmilenio que nos fractura y circunda, crecimiento desbordado de las universidades privadas a expensas de los barrios populares y tradicionales “abiertos al turismo mundial y que viva en el centro quien pueda pagar vivir en el centro”  -dijo Peñalosa- mientras se hace el juego –perverso- al Proyecto CAN-Ministerios que nos anuncia otras dos o tres décadas de corruptelas, especulación inmobiliaria y desplazamientos.

Con la Administración pasada intentamos el hierro caliente de “Salud, Universidad y Territorio” sobre el caso del despojo increíble del San Juan de Tod@s, desde la misma Universidad Nacional y los trabajadores de la Salud. Algo se hizo con el telón de fondo de –cada cual con su estilo- de la indiferencia. Lo vamos a volver a proponer en muy amplias Asambleas y lo vamos a hacer.

Los usurpadores siguen con sus planes sobre nosotr@s, sin nosotr@s. Es su habilidad y su cinismo con los recursos públicos, cabalgan holgados sobre la incapacidad de la izquierda y un progresismo que demostró no tener propuesta alternativa, y esto valga y fue, pero que desde las bases afectadas no intentemos tener nuestro propio Plan y renovar nuestro Mandato Popular del Centro, sería claudicar sin haber intentado la dignidad.


SI NO ES DESDE AQUÍ, DESDE DÓNDE.
SI NO SOMOS NOSOTR@S, QUIÉNES.
SI NO ES AHORA, CUÁNDO.

MANDATO POPULAR DEL CENTRO: NINGUNA DECISION SOBRE NOSOTR@S, SIN NOSTR@S
Bogotá, Febrero de 2016

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