Salieron de la casa



Un buen día salieron de una casa en lo alto de la montaña cuatro hermanos, todos jóvenes y amables, cada uno con sus virtudes bien denotadas.

Salieron de su casa a una edad muy temprana, Pedro quien era el mayor siempre estaba pendiente de los otros tres, a él lo caracterizaba su sensibilidad. Luis quien era el segundo en edad siempre salía con su morral, decía que en él cargaba un tesoro, él así le decía al conocimiento, su virtud era la inteligencia. El segundo menor Víctor, un poco frío y precavido, a él siempre le correspondía trazar los caminos, el mejor estratega de los tres. Guillermo el menor, era de los que dialogaba aun existiendo agresión, a quien le atribuyeron la diplomacia por su comprensión.

Salieron de su casa buscando acoplarse, un día decidieron separarse con la promesa de reencontrarse y así fue, cada uno cogió camino diferente. Pedro decidió escoger el campo y trabajarlo, Luis con su morral divagó entre artistas de siglos presentes y pasados, Víctor se dedicó al buen vicio del Ajedrez y, Guillermo experimentó en la ciudad.

Los cuatro hermanos ya hace mucho se habían separado, pero ninguno había olvidado al otro, siempre pensando cuando volverían a encontrarse.

Pedro por su sensibilidad que lo caracterizaba siempre aborreció el trato indigno que les daban a sus colegas del campo, detestó que unos pocos con uñas limpias engañaran a quienes se las ensuciaban,  eran injusticias que pudo entender, las sintió como propias y decidió acabar con ellas.

Luis en su divagación conoció historias trágicas de familias que las asesinaban por piedras preciosas, a otras las mataron por monedas de oro y en las historias más recientes por un simple papel, gran lamento y dolor sentía aunque en estas historias no apareciera él, pero la alteridad lo llevaba a pensar en los demás.

Víctor siempre en ese juego de mesa llamado ajedrez utilizaba y sacrificaba a los peones con la finalidad de acabar con el monarca de enfrente, un día miró el juego detenidamente y en esa observación apreció que eran muchos más los peones, comprendió que la mayoría estaba sufriendo por culpa de esa minoría que rodeaba al monarca, dejó de jugar con los peones.

Guillermo quien experimentó en la ciudad, que es aún más agresiva de lo que él se imaginaba y de lo que podía soportar, decidió terminar los asuntos pendientes que tenía, abandonarla y odiar esas ciudades egoístas.

Años habían pasado desde la separación, pero como el pacto era reencontrarse ninguno incumplió y el sitio de encuentro fue esa casa de la que un día salieron. Se encontraron y cada uno contó su historia, mientras los otros prestaban atención.

Decidieron juntar esos peones con las uñas sucias, organizarlos y formarlos para combatir esas ciudades egoístas, a los que habitaban las monarcas quienes a través de la historia se encargaron de asesinar a las familias por piedras, monedas, papeles y que aún hoy lo siguen haciendo.

Eso es todo lo que se volvió a saber de ellos, desde entonces lo que se ha dicho es que nunca morirán, porque después de ellos vendrán muchos más. El resto de la historia es difícil contarla, porque algunos se han dedicado a mentir para denigrar a esos cuatro muchachos y a todos los que no los dejarán morir.

En memoria de
Camilo Alberto Zuluaga

Escrito por: Un militante de la Juventud Comunista Colombiana –Local CAZ

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