En la muerte del general Giap



|Niko Schvarz|

Sentí un golpe en el corazón ante el anuncio de la muerte del general Vo Nguyen Giap, el viernes 4 por la tarde. No por esperable, menos doloroso. Tenía 102 años: hijo de una familia campesina, nació el 25 de agosto de 1911 en la aldea de Una Xa, provincia de Quang Binh. Desde 2010 estaba siendo atendido en el hospital militar 108 de Hanoi. Es no solo un auténtico héroe de nuestro tiempo, sino una de las figuras más queridas y respetadas. Un símbolo de la lucha de los pueblos por la independencia y la libertad, indisolublemente ligado a la figura de Ho Chi Minh. 

En seguida se me vinieron a la mente un tropel de imágenes y recuerdos. Yo tuve el privilegio de conocerlo, y cuando evoco estos hechos, ahora a mí mismo me parece mentira. Porque fue en 1965, durante la guerra feroz y los bombardeos desatados por Estados Unidos contra Vietnam del Norte y la ocupación militar de Vietnam del Sur, y encontró el tiempo y la paciencia de explicarme frente a una maqueta gigante en Hanoi, todos los pormenores de la batalla de Dien Bien Phu, que él dirigió, y que determinó la expulsión definitiva de los colonialistas franceses de su antigua posesión el 7 de mayo de 1954. Esta batalla es un prodigio del arte militar, de un ejército del pueblo contra el ejército de una potencia colonial dotado de todos los armamentos y recursos técnicos. 

La batalla, que se extendió a lo largo de un par de meses, está narrada por el propio general Giap día por día en su libro “La cita de la historia”, del cual existe una versión al castellano de la editorial venezolana Monte Ávila, que también circula en Hanoi. Tiene el siguiente epígrafe: “Dien Bien Phu es la cita que la historia consagra a las guerras de agresión de nuestro tiempo”. La fortaleza militar de Dien Bien Phu, considerada inexpugnable, estaba ubicada en lo alto de una colina y rodeada por siete anillos de fortificaciones, que el ejército   patriota fue tomando una por una. En la madrugada del día señalado, el general De Castries, que estaba al frente de las tropas colonialistas, se encontró rodeado, mientras sus oficiales huían a la desbandada en helicóptero. Esa fue la tapa de las revistas internacionales, como habría de serlo, años más tarde, la huida de los efectivos que protegían la embajada norteamericana en Saigón (hoy Ciudad Ho Chi Minh) en vísperas del 1º de Mayo de 1975, ante la irrupción del ejército liberador de Vietnam del Sur.

Giap es también el autor de un libro sobre la guerra de guerrillas basado en su propia experiencia, publicado en 1961 y titulado: “Guerra popular, ejército popular”. Una edición cubana del mismo está prologada por el Che Guevara. Allí sostiene que la guerra popular es algo más que la guerra de guerrillas. La guerra popular no sólo la hace un ejército, por más popular que sea, sino que la hace todo el pueblo. Es todo el pueblo el que debe participar y ayudar en una lucha que necesariamente debe ser prolongada Es una guerra a la vez militar, económica y política. Cita en otro lugar la frase de Ho Chi Minh: “Un ejército revolucionario capaz de vencer es un ejército del pueblo. Debemos antes que nada ganar al pueblo para la revolución, apoyarnos en él. Si tenemos al pueblo con nosotros, lograremos todo”. Esa es la táctica que condujo a la expulsión de los colonialistas franceses, y luego de los imperialistas yanquis y su ejército de ocupación de Vietnam del Sur. En ambas desempeñó Giap un papel fundamental. 

Después de la unificación, este autodidacta, licenciado en derecho y economía política y profesor de historia, fue ministro de Defensa de Vietnam. Con anterioridad, había colaborado con Ho Chi Minh desde 1941 en la formación del Viet Minh para agrupar a todas las fuerzas que luchaban contra la ocupación japonesa en un único frente de liberación nacional, y estaba al frente del ejército revolucionario que en agosto de 1945, proclamada la insurrección general, dirigió sus fuerzas hacia Hanoi, de forma que el 2 de setiembre en la plaza Badinh, Ho Chi Minh pudo proclamar la República Democrática de Vietnam. Esa es la fecha de la independencia de Vietnam. Ese día del año 2011 estuve en Hanoi y concurrí a una celebración efectuada en el mausoleo que guarda los restos de Ho Chi Minh, fallecido en 1969.

El diario del Partido Comunista francés, L’Humanité, publicó el sábado 5 la versión de un reportaje a Giap efectuado en el año 2004 por su enviada especial a la capital vietnamita, que contiene pasajes de extraordinario interés. Ese año se cumplía medio siglo exacto de la batalla de Dien Bien Phu. Requerido sobre el tema, opina Giap: “Nosotros habíamos proclamado nuestra independencia el 2 de setiembre de 1945, pero los colonialistas franceses quisieron reimplantar por la fuerza su dominación sobre la península indochina. De Gaulle había declarado en Brazzaville  que se debía restaurar el régimen colonial por las fuerzas armadas. Nosotros tratamos siempre de negociar para  evitar  que corriera la sangre. El general Leclerc, enviado al frente  del ejército francés para reconquistar la antigua colonia, pronto se dio cuenta de que no se trataba de un paseo militar, sino (él mismo lo dijo) del combate de todo un pueblo. Pero el gobierno francés no lo entendía así. A mediados de abril 1946, yo participé en la conferencia de Dalat. Los franceses no ocultaban su intención de restablecer su dominio en Indochina. Les dije entonces claramente que la era de los gobernadores generales había concluido. A fines de noviembre 1946, tropas francesas ocuparon el puerto de Haiphong. Un mes después, el general Morlière, comandante de las tropas en el norte de Indochina, lanzó un ultimátum. Entonces resolvimos desencadenar la resistencia por la independencia total y la unidad del país”.

Sobre los 30 años de guerra desde 1946 a 1975, y en particular sobre la intervención norteamericana, dice Giap: “Los norteamericanos estaban absolutamente seguros de su victoria. Estados Unidos había puesto en acción fuerzas colosales. Poca gente, incluso entre nuestros amigos, creían en nuestra capacidad de derrotarlos” (cita al respecto varios ejemplos relevantes, incluso entre quienes proporcionaban una ayuda ingente a Vietnam). “Pero los norteamericanos no tenían ningún conocimiento de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestros hábitos,  de la personalidad de los vietnamitas. A McNamara, ex secretario de Defensa de EEUU con quien me encontré en 1995, le dije: ‘Ustedes emplazaron contra nosotros formidables fuerzas de artillería, de aviación, gases tóxicos, pero ustedes no comprendían a nuestro pueblo, su anhelo de independencia y de libertad’. Contra los B-52, fue la victoria de la inteligencia vietnamita sobre la tecnología y el dinero”. Cita al respecto sus respuestas a preguntas de Brzezinsky y de ex combatientes norteamericanos que llegaron años después a Vietnam como turistas.

En la instancia evocada al principio entrevisté también en Hanoi a Ho Chi Minh, en un reportaje que ha circulado ampliamente y fue reproducido en el propio Vietnam. En medio de condiciones durísimas, con bombardeos incesantes, destrucción de represas y hospitales, difuminación de gases tóxicos (hay imágenes que permanecen vivas en la memoria colectiva) y arrasamiento de poblados enteros, el líder vietnamita proclamaba su certidumbre en la victoria de la causa de la independencia de su país. Pude aquilatar estas circunstancias dramáticas en largos viajes nocturnos por la ruta Nº1 hasta el paralelo 17º, del otro lado del cual los cubanos habían instalado su embajada, a cargo de Raúl Valdés Vivó, en territorio liberado por el Frente de Liberación de Vietnam del Sur liderado por Nguyen Huu Tho.

Mi segunda tanda de recuerdos es muy reciente, de dos años atrás. En setiembre 2011 estuve en Hanoi para cumplir una misión vinculada a la instalación de la embajada uruguaya en la República Socialista de Vietnam. Una de las prioridades que me fijé fue la de intentar visitar al general Giap. Llegué hasta su residencia, la misma en que lo entrevistó en 2004 la periodista francesa citada. Pero a esa altura estaba internado en el sanatorio donde pasó sus últimas años, rodeado de atención y cariño. Fui recibido por su esposa Dâng Bích Há y el mayor de sus cinco hijos, que era uno de sus colaboradores inmediatos. La entrevista fue inolvidable. La residencia, una especie de villa, con plantas y flores, es un verdadero museo que recrea en imágenes las actividades de Giap en múltiples escenarios y las visitas recibidas. Me regalaron un libro con algo más de 300 ilustraciones que es uno de mis mayores tesoros. Por sus páginas desfilan Fidel y Raúl Castro, Mandela y Thabo Mbeki, Chávez y Lula, dirigentes de Laos y Camboya, líderes de países socialistas (el mariscal Kliment Voroshilov, Leonid Brezhnev que lo recibió en Moscú, Mao Tse Tung), el ex secretario de Defensa de EEUU, Robert McNamara, los presidentes Jacques Chirac de Francia, Abdelaziz Bouteflika de Argelia, Pascal Couchepin de Suiza, Olusegun Obasanjo de Nigeria, el príncipe Felipe de Bélgica, dirigentes de Alemania y de Hungría, numerosas delegaciones internacionales colectivas y de las agencias de prensa,  escritores, amigos de la causa vietnamita en numerosos países y un largo etcétera. 

Tuve la alegría de encontrar, en la página 153, una fotografía de noviembre 2006 que muestra a la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, entregándole una serie de libros a esta gran figura, que ha dejado su huella indeleble en nuestra época.

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