Colombia. Paro Nacional Agrario, Conversaciones en La Habana, ¿diálogo de sordos e inútil?



La problemática del país que se discute en la Mesa de Tunja  es tan o más compleja que la tratada en La Habana entre los alzados en armas y el gobierno. Pues en Cuba hay un diálogo de sordos, a las cientos de propuestas de la insurgencia el gobierno dice NO.

|Por: Libardo Sánchez Gómez|

Si algo ha dejado claro el “inexistente” Paro Agrario Nacional es que el modelo económico capitalista en su máxima expresión, el neoliberalismo, ha colapsado, y no sólo en Colombia sino a nivel global.

Ha quedado evidenciado que se necesita una transformación social y económica urgente. Y se ha hecho evidente que la solución de la problemática campesina y minera pasa por una democratización de la tenencia de la tierra, concentrada en un puñado de latifundios improductivos y/o en manos de empresas transnacionales dedicadas a producir vegetales destinados a la generación de biocombustibles, nada que ver con la seguridad alimentaria de la población en general. Los campesinos dedicados a sembrar papa y criar vacas de leche son víctimas de  la pérdida de la soberanía nacional, expresada en la ocupación de facto por parte del Departamento de Defensa de Estados Unidos (bases militares) lo que le ha permitido imponer un Tratado de Libre Comercio fabricado a su medida.

La presión de las Corporaciones Transnacionales, también, han presionado otro tratado con un gigante como es la Unión Europea;  y los vecinos del Sur no han desaprovechado  la ola globalizadora de nuestra oligarquía y han firmado sendos TlC, sabiendo que nosotros no tenemos como competirles. Entonces la ponderada globalización terminó con las  fuentes de ingreso de los productores del agro; definitivamente no podemos competir con ninguno de los países con los que se acordó comerciar sin aranceles; los Norteamericanos y europeos subsidian hasta el 70% los costos de sus productores agropecuarios; y un país como Ecuador, que no ha hipotecado su soberanía, produce sus propios fertilizantes e insumos de tal manera que un bulto de fertilizante allá cuesta en pesos colombianos $25000 y el mismo en Colombia $75000; ¿será que una trasnacional gringa o europea disminuye precios,  para que les podamos hacer competencia? Además, Colombia no puede otorgar subsidios a los productores, pues los acuerdos firmados así lo contemplan.

El nivel de conciencia y poder de la clase campesina en el mundo entero siempre se  ha minimizado, pero ellos fueron los que llevaron a cabo las Revoluciones Rusa, China,  vietnamita e incluso la cubana. En  Colombia el pueblo en armas es casi completamente de origen campesino, precisamente, el campesino Manuel Marulanda Vélez  tiene hoy a la oligarquía conversando en La Habana, en igualdad de condiciones, con los rebeldes de las veredas colombianas. Y, a esta hora,  los campesinos apostados en todas las vías nacionales tienen temblando a la oligarquía sin saber como convencerlos para que regresen a sus parcelas.

La problemática del país que se discute en la Mesa de Tunja  es tan o más compleja que la tratada en La Habana entre los alzados en armas y el gobierno. Pues en Cuba hay un diálogo de sordos, a las cientos de propuestas de la insurgencia el gobierno dice NO; el meollo está en cómo hacer para que ésta se reintegre a la vida nacional sin que las estructuras sociales y económicas cambien, claro que así lo aceptaron los rebeldes. Allá no se toca la estructura de tenencia de la tierra, la suerte de la minería tradicional, la estructura de costos del transporte ni aspectos relacionados con la soberanía nacional, el modelo económico ni las superestructuras políticas y jurídicas. En Tunja la solución al Paro Agrario necesariamente tiene que entrar a revisar estructuralmente el modelo y  las políticas económicas y el marco jurídico.

Las últimas declaraciones de los voceros de los insurgentes dejan ver que no habrá firma de acuerdos si no se contemplan cambios estructurales en el modelo. Pero ahora que las FARC-EP y el ELN han hecho causa común, estos últimos, a pesar de lo que algún día dijera el comandante Antonio García: “aceptar negociar sin que nada cambie es una irresponsabilidad”, ya están sentados en otra Mesa en algún país latinoamericano, se presume que es en Uruguay, donde funge como presidente Pepe Mujica, un renegado de la causa revolucionaria,  discutiendo lo ya discutido con las FARC en La Habana.

Luego, para el país, sería más provechoso hacer una sola mesa en Tunja, pues allí no solo se trata de conversar sino de hallar soluciones inmediatas a la problemática nacional: agraria, minera, transportadora y educativa.



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