Convocatoria IV Marcha Carnaval en Defensa de la vida‏


El Tolima, corazón de Colombia, tiene puesto su futuro sobre un campo minado de proyectos que amenazan seriamente nuestra libertad  riqueza natural, paisajística y cultural y aun  nuestras propias vidas. Hoy, nos movemos con la misma alma de nuestros ancestros, a defenderlo.

|Por Comité Ambiental en Defensa de la Vida| 

En nuestra tierra, un solo proyecto minero, el de La Colosa, según los propios funcionarios de la empresa es de carácter regional, pasará de las 515.75 hectáreas inicialmente informadas y sobrepasará los mismos límites del municipio de Cajamarca. Será un continuo conjunto de cráteres que llegarán a los municipios de Ibagué, Rovira, Roncesvalles en el Tolima y Salento, Calarcá y Córdoba en Quindío. En Yanacocha, Perú, se prometió riqueza, desarrollo y una mina que no pasaría las 700 hectáreas, al día de hoy se han movido y devastado 26.000 hectáreas en ecosistemas de alta montaña, donde nacen las aguas. Pero, en agosto de 2012, el proyecto Conga, la continuación de Yanacocha, entró en fase de “suspensión” por dos años, gracias a la movilización social que se desencadenó en la región de Cajamarca.

No sólo los cajamarcunos tendrán que cambiar su vocación agropecuaria y campesina o irse definitivamente de sus tierras, debido a que todo su territorio se encuentra concesionado para actividades mineras, sino también muchos otros tolimenses. Así, cerca del 70% del departamento del Tolima tiene títulos o solicitudes mineras. Cajamarca, Falán y el Valle de San Juan, tienen más del 100% de su área titulada y están a punto de estar completamente titulados Palocabildo  Rovira, Fresno, Mariquita, Líbano, Natagaima, Coyaima, Ataco, Dolores y San Antonio. Los restantes municipios del departamento se encuentran por encima del 50% de su área titulada.

La decisión del gobierno nacional, de “crecer enterrados” en lo más profundo de la tierra extrayendo sus íntimos minerales, ya se empieza a sentir en nuestras vidas y en nuestros territorios.  La locomotora minera, como se llama a esta gran tragedia, es de grandes magnitudes. Esta decisión para nada aporta a mejorar la calidad de vida de los colombianos; por el contrario, hemos visto como se premia y estimula la destrucción. La tierra sufre y año tras año, vemos como aumenta el calentamiento global, las lluvias ácidas, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y degradación ambiental, lo que implica pobreza, miseria y destrucción de comunidades enteras.

Colombia es uno de los países que más sufrirá con el cambio climático y el Tolima  junto con el Departamento del Cesar, serán los territorios en donde se presenten los efectos más fuertes de este; aunado a la minería el Tolima será un gran desierto.

La gran minería entregada generósamente a poderosas empresas privadas y extranjeras, se ha convertido para el gobierno y los pocos que se benefician, en un gran negocio. Pero también es sabido que la extracción de los bienes comunes vitales, llevan a desequilibrios que se observan en contaminación de suelos, agua y aire, deforestación, pérdida de biodiversidad e innumerables impactos en las comunidades y sus redes. Los costos de la destrucción no son asumidos por las empresas, sino por las sociedades actuales y futuras. ¡Nuestros hijos van a pagar una deuda que no adquirieron!

Sin duda alguna, el asunto más importante que hoy nos mueve, es la defensa del agua, la vida, la permanencia en el territorio y la integridad de las comunidades agrícolas, de pescadores artesanales, de comunidades que viven del turismo, gastronomía o simplemente, de quienes compiten por el acceso a la calidad y cantidad del agua. De lo que seamos capaces de tejer en colectivo y de nuestra acción conjunta depende: si el agua es para la vida o para la minería. No estamos negociando dineros que nunca podrán recuperar el agua agotada o contaminada.

Ya sabemos que el cianuro utilizado para la extracción del oro, junto al drenaje ácido de las minas y la liberación de arsénico que se produce en megaproyectos pueden terminar contaminando todas las fuentes hídricas de la región. Ya aprendimos que la minería a cielo abierto conocida también como minería química por utilizar agua y cianuro en el proceso de lixiviación de oro, es una de las actividades que más amenaza la estabilidad del recurso en el planeta. En este tipo de minería se utilizan cerca de 1000 litros (1m3) de agua por tonelada de roca procesada. Paradójicamente, una familia promedio de Ibagué paga mensualmente 37.000 pesos por consumo promedio de 18 m3, mientras que las multinacionales no pagaran absolutamente nada por el consumo desproporcionado de agua.

Pero también, además de los impactos en la vida y los recursos físicos, los proyectos mineros generan y potencian  impactos en las comunidades, sus instituciones y su tradición. Esto ha llevado por ejemplo, que surjan conflictos socio-ambientales en toda América Latina, los cuales cada vez, cobran más fuerza.

Tolimenses, estamos llamados a decidir si en pocos años pasamos a ser uno de los departamentos más pobres de Colombia, paradójicamente gracias a sus grandes riquezas como pasa con los departamentos  del Cesar y de La Guajira, o si por el contrario, haremos de éste, un espacio de vida, dignidad y con posibilidad de futuro para nuestros hij@s.

En estos momentos tenemos la oportunidad de reflexionar de manera decidida, participativa y profunda sobre cuál debe ser nuestro futuro, nuestro bien común, de modo que se dignifique las condiciones de calidad de vida de todos los tolimenses. Somos nosotros y no los gobernantes quienes tejemos la estrategia de futuro y quienes estamos llamados a pensar nuestro territorio con una auténtica visión de desarrollo propio.

Hijos de Coy, hijas de la cacica Gaitana, indígenas del Sur de la tierra del Pacandé, sombrereras de Chaparral, ascendientes  de los vigorosos montañeros del maíz de lejanas tierras de Antioquia,  chicheras de Ortega y Coyaima, agricultores, pescadores, mujeres de vientres de sonar de tambora, de olor a tamal y lechona, hijos de la gran montaña coronada de nieve y del río de tierras sofocantes y pródigas….unamos nuestras manos y nuestros corazones para defender la vida, para frenar la voracidad y codicia de quienes no sienten el alma de la raza…..

Porque el Tolima merece ser tratado como una tierra generosa, alegre, bonita y fecunda, sembramos nuestras voces y nuestros pasos para decir sin miedo ¡AGUA SÍ, ORO NO!.... ¡SI A LA VIDA, NO A LA MINA!

Porque el Tolima es de los tolimenses y de quienes lo  aman, protegen y cuidan, es hora de sentirnos hijos de una tierra que late en el centro de Colombia, en donde el Magdalena no divide a los pueblos, sino que los integra y acoge como a sus hijos.
 
JALLALLA PACHAMAMA!!
JALLALLA KAXAMARQA!!
JALLALLA TAWANTINSUYU!!

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