LA EDUCACIÓN DE LOS CONTRATISTAS

“La profesión del profesor universitario es el ejercicio de la docencia, la investigación y la extensión, entendidas éstas como el desarrollo permanente del conocimiento humanístico, científico, tecnológico y artístico.”Capítulo I.Artículo 1.Estatuto profesoral de la universidad del Tolima.

|Por: El contratista embejucao|

Según el dicho común la verdad duele, aunque muchas veces la verdad avergüenza, y por ello se trata de maquillar o enmascarar para que parezca menos abyecta. En el caso de la cancelación del contrato laboral a los docentes catedráticos de la universidad del Tolima, con motivo del paro estudiantil nacional ocurrido el año pasado, se han revelado una serie de verdades que deberían producir más que vergüenza dentro y fuera de la comunidad universitaria.

La primera verdad revelada es el hecho de que existe una verdadera estratificación dentro del personal docente de la universidad, estratificación que, al igual que en la sociedad colombiana, significa inequidad y exclusión para los del estrato inferior, mientras que los del estrato superior gozan de plenas garantías y beneficios, acorde con la naturaleza clasista del Estado colombiano. Los llamados profesores catedráticos realmente ni siquiera son profesores, ni tampoco empleados públicos, ni trabajadores oficiales, son simples contratistas, tal como se establece en el artículo 7 del estatuto profesoral de ésta universidad:
“De conformidad con lo establecido en el Artículo 73 de la Ley 30 de 1992, los profesores de cátedra no son empleados públicos ni trabajadores oficiales; son contratistas y su vinculación a la Institución se hará mediante contrato de prestación de servicios, el cual se celebrará por períodos académicos.”
Y aunque el lenguaje tiene la capacidad de engañar, es mejor dejar en claro que, por más que se les llame profesores a los catedráticos éstos no lo son, si seguimos analizando el estatuto profesoral que rige en la universidad:
Articulo 1.C:“Con base en las normas legales y estatutarias y en la evaluación oportuna, técnica y objetiva de su desempeño, el profesorado disfrutará de derechos a la estabilidad laboral, a la capacitación continuada científico-técnica, humanística, artística y pedagógica; a las promociones y mejoramientos salariales que le corresponda, y al reconocimiento de sus méritos universitarios.”
Si fuera verdad el derecho a las promociones y mejoramientos salariales ¿por qué jamás ocurre en la U.T. la promoción del catedrático a profesor ocasional, a medio tiempo o a tiempo completo, con el consiguiente mejoramiento salarial? ¿Por qué si se proclama el derecho a la estabilidad laboral cancelan el contrato a los catedráticos, dejándolos sin lo necesario para su sustento, sin siquiera afiliación a salud? Si es cierto que tienen derecho a la capacitación continuada científico técnica ¿por qué no existen posibilidades de subsidio para estudios de maestría o doctorado para los catedráticos de la UT, única manera de acceder a un cargo de medio tiempo o tiempo completo?

Los leguleyos son expertos en conciliar contradicciones tan obvias e insalvables como estas, pero una mirada un tanto aguda nos muestra esta verdad: los catedráticos ni siquiera son profesores, son simples contratistas. Estudiantes, padre de familia, sociedad en general: la academia de la universidad del Tolima está en manos de contratistas, no se llamen a engaños. Los profesores de verdad, según el estatuto docente, gozan de un salario integral, prestaciones, promociones laborales y académicas, y tienen derecho a la organización sindical. Es imposible organizarse sindicalmente cuando ni siquiera se es un empleado público ni un trabajador oficial.

Mientras tanto los verdaderos profesores, en el caso de los de tiempo completo, según este risible estatuto deberían trabajar más de los que parecen hacer:   
ARTÍCULO 5. A: “Son profesores de dedicación exclusiva quienes desempeñan actividades propias de su cargo docente, que impliquen una dedicación no menor de 45 horas semanales por requerimientos o necesidades institucionales.”
La verdad sea dicha; los profesores de planta dan máximo 16 horas de clase semanales, es decir no más de 4 clases a la semana, el resto lo llenan con supuesta actividad “investigativa” o de“extensión”. Habría que revisar a fondo cuántos de estos profesores cumplen con esta misión y cuál es la calidad y cantidad del trabajo investigativo o de extensión que realizan para cumplir con las 45 horas de trabajo semanal.

Pero además de estas contradicciones leguleyas y formalistas para las cuales el ejército de leguleyos o asesores jurídicos siempre tienen una salida o respuesta, existen otras verdades reveladas respecto a la inequidad reinante en el ámbito docente de la U.T.

Por ejemplo, otra lamentable verdad es la absoluta falta de solidaridad de los profesores de planta con el caso de los catedráticos, frente al maltrato y la injusticia hacia éstos, perpetrada por las sucias y cobardes directivas de esta universidad, quienes no fueron capaces de levantar una voz de apoyo y de protesta, solo se quedaron mudos observando socarronamente el desarrollo del conflicto sin tomar parte, quizás por miedo a ser echados, o por comodidad, ya que a éstos no les dejaron de pagar, ni les quitaron la afiliación a salud, lo cual debió ocurrir, pues si ellos no originaron el paro ni la inestabilidad académica, tampoco fue causada por los catedráticos, entonces ¿por qué solo pagaron las consecuencias los catedráticos? ¡Ah, claro!, porque los derechos solo son para los profesores, no para los contratistas de la educación, o sería mejor decir los mercachifles de la educación superior, los rebuscadores de la alta educación.

Este silencio, falta de compromiso y de solidaridad solo confirma la estratificación, no son de los mismos, no pertenecen al mismo estrato, la gente solo pelea cuando sus intereses egoístas se ven directamente afectados.

Quizás uno de los hechos más reprobables que confirma esta diferencia entre profesores y contratistas catedráticos es la práctica supuestamente legal ejercida por algunos profesores de planta, de quitar a los catedráticos asignaturas que han ganado mediante convocatorias públicas, y que han dictado a cabalidad, simplemente porque el profesor de planta puede decidir cuándo quedarse con una asignatura así ésta la estuviera dictando un catedrático. Esta vil práctica solo puede generar resentimientos y divisiones, sin embargo demuestra la inequidad manifiesta en esta universidad.

Una última verdad, por ahora, es que para sobrevivir de manera digna como catedrático habría que levantarse otro contratico burocrático, lagarteando algún puesto inútil, solo inventado para ellos, pero para lograrlo hay que hacerse amigo y copartidario de un alto señor burócrata(tipo decano, vicerrector, etcétera), dentro de esta corrupta institución llamada Universidad del Tolima.

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2 Comentarios

julio cesar carrion castro dijo…
UNIVERSIDAD Y EMPEQUEÑECIMIENTO HUMANO

Como lo explica Peter Sloterdijk en su conferencia Normas para el parque humano, Federico Nietzsche en el capítulo denominado “De la virtud empequeñecedora” contenido en obra Así habló Zaratustra, señala esa doctrina de la felicidad y de la virtud que empequeñece a los seres humanos, refiriéndose al amaestramiento, a una educación programada para la regulación de los sujetos, para la individualidad resignada, para la masificación, la homogeneización y la uniformidad. Los hombres son criadores de hombres. La universidad ha sido desde siempre una institución especializada en la domesticación.
PERO...

SI DEFINITIVAMENTE LA UNIVERSIDAD ES UN Parque temático para el empequeñecimiento humano, LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA lo corrobora de una manera abismal...con su de rábulas y tinterillos, picapleitos y leguleyos que han convertido todo el proceso académico,cultural y educativo de esta institución, en un mero asunto administrativo y contractual, en simples acciones de rentabilidad y lucro, contra todo el discurso ""humanístico"" que sin embargo, retóricamente, les sigue sirviendo para la distracción publicitaria...
mientras persisten en uniformar y homogneizar a los "clentes"-estudiantes.



Las universidades no han sido más que sirvientas de los empresarios, de los negociantes, pero el caso de la U.T. es peyorativo, mayúsculo...
Joelia dijo…
Razón y mas de estar embejucado, decepcionado se siente el alumno de comprobar los hilos de poder y la completa apatia de la institución, lo peor de todo es que pierde el estudiante, porque el conocimiento se limita a los mismos profesores (tal vez mediocres]) y las enseñanzas profesores integrales son negadas solo por seguir mascaras y apariencias.

El cambio de un país radica en la educación, gracias por hacernos ver mas alla de nuestras narices.