Ajedrez (del título de un poema de Jorge Luis Borges)


|Por Andrés Tafur|

En su grave rincón, los jugadores rigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores…”

En una semana, no esperando ni presuponiendo nada del jugador, Juan Manuel Santos dejó de lado sus peones agresores y avanzó alfiles (ya habiendo consumido sus caballos): “la condición para retirar el proyecto de ley es que regresen a las clases”.

El jueves nos tomamos Bogotá en un amasijo de alegría y color. Jugamos bien. El pueblo colombiano puso sus ojos en nosotros, y sin hacer jaque, no era difícil suponer que, de articularnos con el movimiento social, la próxima marcha habría conseguido convulsionar el país. El presidente enrocó, pero no fue porque reculara como muchos declaran en su parte de victoria pírrica, sino porque iba a atacar.

Sus peones agresores no iban a reprimir la toma. María Fernanda Campo, uno de sus ligeros caballos, fue consumida en el debate. Los medios de comunicación, subsiguiente ecuestre, no podían ocultar la realidad, aunque le dijeran al país que éramos menos de cuatro mil, aunque dijeran que la guerrilla tenía infiltrada las marchas. Los dos estaban neutralizados. La batalla iba a ser ahora en el plano de la opinión pública, tablero de negras noches y blancos días donde se juega la política contemporánea. La gente estaba jugando de nuestro lado y Santos tenía que recuperarla.

Y el presidente volvió a jugar el viernes (con su demagógica camiseta de la selección Colombia): “Yo ya retiré la reforma, espero que los estudiantes no le hagan conejo al país y retomen sus semestres”, jugó un día antes de la toma y un día después: justo antes del encuentro nacional estudiantil. En su grave rincón el jugador puso en práctica lo que lo ha distinguido en política: “Sólo los imbéciles no cambian de posición cuando cambian las circunstancias”, muy Fouché, muy ladino: típico. Pero no fue porque lo pusimos en jaque, fue porque lo íbamos a hacer, por eso en su lugar, el rey nos puso una torre: Angelino Garzón.

… “No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada…”

¿Y qué hicimos nosotros? Si esto no fuera ajedrez y más bien boxeo, pues le dimos un golpe, lo dejamos turuleto, pero lo dejamos levantar. Dejamos que se repusiera. Tres exigencias para “suspender” (clásica del sindicalismo rancio) el paro, tres exigencias que ya cumplió el presidente para levantarlo: bajó la reforma, nos puso al vicepresidente en prenda de garantía para la construcción de la nueva reforma a la Ley 30, y dice que nos asegura nuestras libertades democráticas de protesta y movilización.

Dicho de otra manera: baja un proyecto de reforma que ni siquiera alcanzó a ser discutido, nos sienta a negociar consciente de que puede dividirnos, y lo hace con el peor de los entreguistas, el encargado de derechizar el sindicalismo colombiano; por último, habla de garantías democráticas para la protesta, mientras nuestras marchas, asambleas y universidades (y vaya uno a saber si también nuestros correos electrónicos, teléfonos y redes sociales) siguen siendo infiltradas por la policía.

Tenía perdidos los caballos, neutralizados los peones y aun fue él quien nos puso en jaque. ¿Por qué? … “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza, de polvo y tiempo y sueño y agonías?

El hábil jugador de póker que también juega ajedrez en política, tenía una torre en nuestro tablero, una torre directa. Nosotros sufrimos una sensible fractura interna, sin embargo eso no significa que estemos divididos, no es jaque mate. El que hoy por hoy el movimiento estudiantil se encuentre fracturado internamente y esté en un importante proceso de catarsis no significa per sé que sea algo malo. Se trata de un juego político, un rifirrafe de intereses.

La política, como pensó Perelman, no es el campo de lo bueno o de lo malo, ni el de la tensión entre las ideas inteligentes y las ideas estúpidas (como dijo un líder estudiantil), sino el campo de lo preferible. Y si bien en esta oportunidad una fractura en el seno del movimiento estudiantil no era lo más pertinente, no era lo preferible, no significa que la armonía postconflicto no vaya a ser provechosa. ¡Mugre que no mata engorda! O como diría el guasón, “lo que no me mata me fortalece”.

¿Qué sigue? Jugar con inteligencia, y también con prudencia. Podemos ganar la partida si lo hacemos cohesionados, yendo hasta las últimas, todos y todas, democráticamente. Vamos a construir en el marco de una constituyente universitaria, único mecanismo que nos garantiza la participación de la sociedad colombiana, el nuevo modelo de educación que se merece este país, en el que se incluya una universidad pública, gratuita y de calidad. Teniendo claro el qué y el cómo no difícilmente el rey será depuesto.

Ibagué, Noviembre 15 de 2011

FUENTE: http://www.ecosdelcombeima.com/columna-12552-ajedrez-del-titulo-de-un-poema-de-jorge-luis-borges


Publicar un comentario

0 Comentarios