River, pasión y tristeza


En materia deportiva, dos hechos han marcado el 2011, uno el retiro del mayor goleador de todos los mundiales, lo vimos en vivo en ibaguè, el otro es el descenso a la categoría b de River Plate, lo vimos por televisión en vivo y en directo...... este excelente articulo escrito por una gallina (así se le dice a los hinchas de river) cuenta lo que se siente irse a la b.

Querido viejo
Hugo Soriani

Querido hijo:

Esta carta está consagrada a los festejos de River por la obtención del campeonato, así que empiezo a contarte.

El domingo jugaron River y San Lorenzo, un partido en el que desde un comienzo dominó River y ya en el segundo tiempo arrinconó a San Lorenzo en su arco, pero pasaban los minutos sin que llegara el gol que tanto necesitábamos, pero a los veinticuatro minutos Alonso recibe un corner y de cabeza hace el gol. El estadio tembló como nunca, River siguió apretando y luego llegó el segundo y enseguida terminó el match, ante la enorme alegría y emoción de la gente, pues ya se saboreaba el campeonato.

El miércoles se jugó el partido con Argentinos Juniors con la cuarta división, por la huelga de jugadores, y con el triunfo de River la gente directamente enloqueció y fueron en manifestación hasta el Monumental, donde todos dieron rienda suelta a su alegría. Hubo manifestaciones hasta altas horas de la noche en todos los barrios, hasta en el Barrio Norte. Los autos hacían sonar las bocinas como un medio de identificación con la alegría que vive todo el pueblo.

Hoy sábado fui dos veces al estadio y por fin pude sacar una platea para el partido con Racing.

Retomo la escritura hoy lunes. Cuando iba al estadio la Avenida del Libertador presentaba un aspecto único: autos embanderados, familias enteras, desde la abuela hasta los nietos, todos con emblemas blancos y rojos: eran los padres que llevaban a sus hijos a ver un espectáculo único como era la coronación luego de 18 años.

Una vez en el estadio el espectáculo era indescriptible, único, como ni yo ni nadie habíamos visto antes, hasta los trenes se asociaban al júbilo tocando su silbato al pasar. Un gran globo de gas despegó del estadio y voló por la ciudad, y al salir los jugadores ya fue la locura, rodeados de miles de hinchas, la “gorda Matosas” adelante y eufórica. El partido fue lo de menos y se suspendió en el segundo tiempo, pero ya River ganaba dos a cero y estaba todo dicho.

Después siguieron las manifestaciones interminables, no sólo acá, sino en todas la ciudades del interior.

Y cuando ya volvía caminando desde el estadio hasta las Barrancas de Belgrano, no pude menos que acordarme de cuando eras chico y los dos hacíamos el mismo camino, que a veces me decías que te daba una puntada en el estómago y teníamos que parar un rato a descansar.

¡Cuánto te extrañé ayer, en cuántas cosas he pensado y cuánto he recordado!

Eran tiempos más felices que volvían a mi memoria, alegrías y emociones del ayer que ya está lejano.

Y termino este relato deseándote que estés cada día mejor y enviándote un fuerte abrazo.”

Esta es la carta que mi padre me escribió a la cárcel en agosto del ’75, cuando River rompió con la racha de 18 años sin ganar campeonatos.

Yo estaba preso desde hacía un año. Aislado en la cárcel de Magdalena y sin posibilidad de leer otra cosa que no fuera la correspondencia de mis familiares directos que, por supuesto, llegaba a nuestras manos con el sobre abierto por los censores.

La carta me llegó con quince días de atraso, y la noticia del campeonato la recibí primero de la boca de un guardián, gallina como yo, que violando todas las consignas compartió el júbilo conmigo aun a riesgo de ser sancionado. Hasta ese punto llegan las complicidades que genera el fútbol.

Recién ahora que soy padre, casi cuarenta años después, puedo comprender la soledad de mi viejo en el festejo.

Cuando nos separó la política y cada almuerzo familiar se convertía en una disputa, el fútbol nos seguía uniendo y volvíamos a él como el salvavidas capaz de mantener a flote nuestra relación, quebrada por las diferencias insalvables entre sus ideas y las mías. Entre su pensamiento rígido, forjado en su carrera militar, y el mío que empezaba a formarse en la militancia de izquierda.

Durante mis largos años en prisión, mi padre no faltó a una sola visita. Separados por el vidrio del locutorio, seguíamos peleando cada vez que discutíamos de política, hasta que ambos, dolidos, nos refugiábamos en River como punto de encuentro y coincidencia.

La despedida era sin abrazo, el vidrio que nos separaba lo hacía imposible, pero el adiós con la mano iba acompañado de la única consigna que podíamos compartir: ¡Viva River, carajo!, gritábamos los dos cuando sonaba el silbato que anunciaba el fin de la visita.

Así fue en Magdalena, en Caseros, en Rawson, en Devoto: ¡Viva River, carajo!, gritamos siempre que nos despedimos durante aquellos años interminables.

Mi padre murió en el ’89, pero antes tuvimos una revancha. Festejamos juntos la obtención de la Copa Libertadores del ’86: yo había recuperado la libertad tres años antes y él compró las entradas que nos unieron aquella noche en un abrazo interminable en la tribuna San Martín alta, cuando “el búfalo” Funes hizo el gol consagratorio.

Hoy regreso de la cancha con Joaquín y Jorge, mis dos hijos, caminando hacia Barrancas de Belgrano. Vamos tomados por los hombros, tristes, pero no solitarios. Nos acompañamos los tres y juntos afrontamos esta pesadilla. Recordando a mi padre, hacemos el mismo trayecto que cincuenta años atrás yo hacía de su mano.

Ya no hay otro partido. Ya sonó el silbato que no anuncia el fin de la visita, sino la derrota inapelable.
Enlace
Ya estamos en la B. Ya sabemos que ahora iremos a la cancha los sábados y que tendremos que cambiar nuestras rutinas. Ya no habrá más clásicos para palpitar y tendremos que aprender hasta los nombres de nuestros nuevos rivales.

Pero los tres gritamos fuerte para que mi viejo nos escuche donde quiera que esté. Gritamos bien fuerte. ¡Viva River, carajo!

FUENTE:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libero/10-6087-2011-06-27.html

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3 Comentarios

edson dijo…
ojala' pudiéramos pensar y decir lo mismo de nuestro aguerrido Deportes Tolima ,el mas importante equipo de Colombia, uno de los mejores de América y del mundo en los últimos años. " Que viva el Deportes Tolima , carajo" ! ! !....
Anónimo dijo…
EL FUTBOL AQUI Y ALLA SE APROVECHA DE LA INGENUIDAD DE SUS SEGUIDORES PARA GENERARLES PASIONES INFUNDADAS DE REGIONALISMO O SIMPLE SIMPATIA APASIONADA, GENERA EN LOS HINCHAS UNA IDENTIFICACION Y PERTENCECIA A UNA INSTITUCION DE LA QUE SE VUELVEN FANATICOS COMPARABLES SOLO CON LOS FANTICOS RELIGIOSOS Y POLITICOS, DE LOS CUALES YA SABEMOS SUS CONSECUENCIAS, Y ES POR ESO QUE EL FUTBOL GENERA CHOQUES Y VIOLENCIA ENTRE LOS FERVIENTES SEGUIDORES QUE SE JURAN PROTECTORES DE SU INSTITUCION Y/O REGION PERO LO QUE NO VEN ES QUE SUS AMADAS INSTITUCIONES SON TODAS EMPRESAS QUE NO HACEN NADA POR ELLOS MAS Q TOMAR SU DINERO Y APROVECHARSE DE ESE AMOR Q HAN CREADO PARA HACER CRECER SUS INVERSIONES. EL AMOR Q SE GENERA ES TNA GRANDE Y TAN PERTINENTE PARA LOS JOVENES DE LOS SECTORES MAS DEPRIMIDOS QUE BUSCAN SIEMPRE UN LUGAR EN DONDE SER ACEPTADOS Y UN SENTIR DE PERTENENCIA, Q SON ELLOS JSUTAMENTE LOS MAS APASIONADOS DEFENSORES DE SUS EQUIPOS, LLEGANDO A MATAR Y DAR LA VIDA POR UNA INSTITUCION Q POR ELLOS NO DARIA UN PESO.

NO SABEN LOS NIÑOS Q PIDEN LIMOSNA ROBAN Y MATAN PARA CONSEGUIR DINERO PARA ENTRAR AL ESTADIO A APOYAR A SU EQUIPO, QUE TODO ESE DINERO VA A PARAR A LAS ARCAS DE PERSONAJES COMO ARDILA LULE, O DE PEROSNAS QUE VIVEEN BARRIOS EN LOS Q LOS ENFRENTAMIENTOS DE BARRAS BRAVS NO SON UN PROBLEMA
Anónimo dijo…
Hugo Soriani el autor de este articulo fue militante del PRT y el ERP. Estuvo detenido durante 9 años por la dictadura militar Argentina. Es el actual Gerente General de Pagina 12, peridico Argentino y de su autoria es tambien este homenaje a los presos politicos argentinos


Homenaje

Por Hugo Soriani

No nombraré a ninguno porque estas líneas son para todos. Algunos ya no están porque murieron en estos últimos años, y otros murieron en prisión, fusilados por la represión o por la pena.

Voy a recordar a los presos políticos de la dictadura militar.

Eran más de diez mil personas que habían sido detenidas antes del nefasto 24 de marzo, luego ya no hubo presos políticos, solamente desaparecidos.

En esas cárceles convivieron durante nueve, diez, doce años, muchachos de veinte años, pocos más o menos, con hombres de cincuenta, a veces de sesenta, por los que los más jóvenes sentían devoción y respeto ya que venían de otras luchas, sobrevivientes de un país asolado por las dictaduras.

Ellos habían peleado contra la de Lanusse, y algunos contra la de Onganía, y contaban experiencias que los más jóvenes escuchaban con avidez, curiosidad e impaciencia.

No nombraré a ninguno porque fueron todos, los que hora tras hora, día tras día, año tras año, resistieron en conjunto la política de exterminio que se instrumentó para destruirlos.

Los que inventaron un código para comunicarse en el silencio, los que violaron todas y cada una de las consignas y prohibiciones que los guardianes imponían a diario.

Los que con valentía, ingenio y audacia inventaron las trampas necesarias para sobrevivir sin bajar sus convicciones.

Los que no firmaron ninguna nota de arrepentimiento, pese a las represalias.

Los que en la oscuridad de los calabozos de Rawson fueron golpeados hasta desmayarse y reanimados con agua helada en madrugadas con quince grados bajo cero, para luego dejarlos desnudos y repetir la historia al otro día, y al otro, y al otro.

Los que denunciaron sus torturas a monseñor Tortolo, en la cárcel de La Plata, y escucharon como respuesta que “Videla es oro en polvo” de los labios del monseñor. Los que escribieron minúsculas notas en finísimo papel de cigarrillos para comunicar al exterior lo que sucedía tras los muros.

Los que en días de hambre compartieron la poquísima comida.

Los que golpearon los jarros de metal contra las rejas festejando el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, en julio del ‘79, pese a los golpes y los gritos de los guardianes, que trataban de impedirlo.

Los que lloraron la muerte de John Lennon, en diciembre del ochenta, porque junto a él imaginaron que no eran los únicos soñadores.......