LA MATRIX: EL FUTURO QUE YA LLEGO.



¡Te elegí como firme coraza para librarme de mis enemigos, y eres la lanza y el agudo hierro con que me atraviesan! Mil y una noches.


La trilogía Matrix de los hermanos Wachowsky nos ofrece la mejor representación del paradigma político contemporáneo, cuando Neo después de múltiples esfuerzos logra vencer al agente Smith, este reencarna isofacto en cualquier “persona”, aún más poderoso. Esta aparente incongruencia se logra entender cuando vislumbramos que la matrix es un campo biopolítico -una política de y sobre la vida- por excelencia, que lleva al paroxismo la estructura jurídica- política moderna: la excepción como norma, el lager como paradigma. En este sentido, sólo podemos entender la Matrix como una situación límite que devela el quehacer de la tecnología de gobierno liberal: los procesos de normalización, estandarización u homogenización que ha instaurado la microfísica del poder. Y es precisamente esta homogenización del pensamiento lo que permite al agente Smith desaparecer y reaparecer en cualquier otro “cuerpo” y continuar con sus tareas de vigilancia y control. Lo que me lleva a plantear como hipótesis de trabajo, que la lucha actual es contra todos, hasta contra nosotros mismos, ya que en cierta forma cada uno de nosotros somos un policía latente.

Este espacio reglado donde se desarrolla la “vida” de Neo, se configura a través de un nomos donde la excepción es la regla, donde la anomalía rápidamente es asumida como normalidad, es decir un escenario de normalización efectiva de la “vida”, que sobrepasa el nivel de control que relata la novela 1984 de George Orwell (1949). Por ende, los habitantes de Zion al igual que los ciudadanos de cualquier Estado-nación, se encuentran a merced del sentido común que impone el poder a través de la fuerza de ley, de la ley de la fuerza. La matrix entonces, es simplemente un campo de concentración simulado, donde se vive negando la vida; o mejor, donde la vida al ser la fuente de poder, se protege negándola. Un espacio que toma la energía de la vida y por ende edulcora los procesos de control a través de la simulación de una seguridad inerte. No olvidemos que Cypher cansado de la vida que lleva en el desierto de lo real, decide volver a la matrix a pesar de saber que allí todo es ilusión y control total, ¿cómo juzgar esta decisión? ¿Será que la decisión de cypher se asemeja al llamado de protección estatal que realiza el hombre moderno?

Al observar la fuente de energía que permite el desarrollo de la matrix, se puede ver con claridad que es la “vida” misma la que crea el espejismo, ya no la vida nuda que investiga Giorgio Agamben a través del homo sacer romano, el refugiado y emigrante contemporáneo, que se asimilan al indigente latinoamericano, sino la vida vegetativa de millones de Cyborg que en un estado de coma permanente, mantiene con su ilusión la matrix. Entonces, “la vida ciberespacial” de este extraño pero cercano espacio político, se sostiene gracias a la energía que emanan unos muertes vivientes que están diseñados para gozar de una vida reglada, administrada, normalizada. ¿Me hablan del hombre moderno?

De ahí que, la lucha con el agente Smith no de ningún fruto, ya que él es sólo un agente de vigilancia diseñado para mantener la ilusión de la matrix, sí se quiere la lucha contra el agente Smith es otra forma más de entretenimiento y vigilancia creado por el arquitecto. En la matrix, asistimos entonces al sueño de las democracias modernas, una sociedad infinitesimalmente planeada, hasta el punto que las luchas que se dan al interior de ellas, ya están previstas por sus administradores. ¡Planeación prospectiva y/o estratégica! hola neo, te estaba esperando, es el saludo del arquitecto.

En este mismo sentido, el filosofo italiano Giorgio Agamben dialogando con Michel Foucault en el poder soberano y la nuda vida (2003) nos plantea que las luchas por el derecho al trabajo –esclavitud industrial-, a la educación –ortopedia del pensamiento-, a la salud –dominio del cuerpo-, vivienda – hábitat del domesticado-… fortalecen aun más el poder soberano. Debido a que en el fondo, lo que se reclama en código de derechos, no es más que una mayor administración por parte del poder de y sobre la vida, aquel poder que proviene del poder pastoral, de la entrega de la subjetividad al clero a través de la confesión, secularizado ahora por intermedio de las disciplinas de las llamadas ciencias humanas.

El derecho en su forma pura, debe ser comprendido como el efecto de superficie por medio del cual se manifiesta el quehacer de los dispositivos de soberanía, disciplinamiento y control que normalizan el quehacer social. Entonces, los protocolos, reglas, dictamines, normas, no son el fruto de una convención social, sino el producto mediante el cual la fuerza del poder regula los límites de las otras fuerzas en combate. De esta forma, al pedir seguridad, lo que realmente estamos solicitando, es que el poder tome bajo sus manos el control de nuestras vidas, mediante una tecnología de gobierno que encuentra su máxima en aquella sentencia que nos enseño Foucault en la historia de la sexualidad I (1983), hacer vivir, dejar morir, dar vida es la tarea del poder, porque es la vida de todos nosotros la que nutre el poder, a excepción de la vida de todos aquellos que denominamos anormales.

De igual forma, las luchas por la ampliación de la participación, aumento de la democracia, no son más que un espejismo que se asemeja a la lucha contra el agente Smith. En el momento que logramos algún triunfo reaparecen nuevos mecanismo de exclusión, que nos muestran que las relaciones de poder no sólo están intactas sino aún más poderosas. Sin lugar a dudas las luchas por la democracia, son resistencias que confrontan los formalismos del poder y no la lógica de su quehacer.

Esta ambivalencia de las luchas democráticas se logran entender cuando examinamos a profundidad la estructura del biopoder, el cual irrumpe según Foucault (1983) en el siglo XVIII con la entrada de los fenómenos propios de la vida de la especie humana en el orden del saber y el poder con la tarea de asumir vida biológica de la especie humana como objeto de control. Esto explica porque las luchas contemporáneas se enmarcan en la nomenclatura de seguridad, bienestar, propiedad y libertad, conceptos biopolíticos que delimitan y cosifican el accionar humano. Sí se observa detenidamente los reclamos del ciudadano promedio, el cual pide a gritos programas de educación, salud, vivienda, participación, respeto a los derechos humanos…. se puede leer como hasta en los sueños que proyectamos, están presentes los lineamientos de dominio de la bipolítica, ejercida bajo la santa trinidad Estado, soberanía y estado de excepción. El anhelo es que nuestra vida sea reconocida, valorada y protegida por el poder/saber y no otro tipo de vida. Todos queremos estar en la matrix, la realidad es tan perversa, que hace ver los procesos de regulación como una opción.

La vida administrada, reglada y homogenizada es el sueño profano de las democracias modernas, llamadas demo-fascistas por Pedro García Olivo en el enigma de la docilidad (2003) debido a que comparten con los fascismos históricos la eliminación de la diferencia -crítica interna- o en el “mejor de los casos” su transformación en mera diversidad -distintas versiones de lo mismo- y el desasosiego expansionista y homogenizante imperial, que hoy se denominan intervenciones humanitarias -alimentos y bombas contra los pueblos atacados-. Así mismo, incorpora dos nuevas nociones en la estructura del sujeto y en sus procesos de subjetivación, en la primera se delinea una despolitización pasiva y en la segunda se enmascara a profundidad los mecanismos de coerción, generando así una especie de pedagogías blancas o políticas edulcoradas que invisibilizan los procesos de regulación, que construyen la docilidad.

En estas sociedades diseñadas por los demiurgos científicos-tecnológicos, -representados espléndidamente en la matrix por el arquitecto-, se gesta un prototipo de ciudadano que es incapaz de pensarse mas allá de los dispositivos de poder y saber de la gubernamentalidad –conducción de las conductas-. De ahí que, hoy en día las diferencias entre poder y contrapoder sean líneas tan delgadas que no se puedan ver con claridad. En todas ellas, se encuentra presente la idea de progreso, desarrollo y consumo; la única diversidad es que unos prefieren la construcción del desarrollo desde arriba y otros privilegian su construcción desde abajo. Qué me importa, si la decisión que lleve apretar el botón que acabará con el planeta, sea tomada por una persona, o después de una consulta popular que autorice oprimir el mismo.

Es paradójico saber que la realidad que hoy vivimos fue vaticinada desde los inicios del régimen de verdad liberal, Tocqueville en la democracia en América (1840) mirando el futuro de las democracias, preveía que el hombre de la multitud, aceptaría dócilmente el gobierno de los hombres sobre los hombres y que su mayor ambición sería que en algunas excepciones se le consultara vía referendo, que decisión/es apoyan ¿qué quieres Pepsi o Coca cola? Consultas que son aceptadas por el poder soberano con tranquilidad, porque saben que la multitud ratificará los cánones biopolíticos, que operan hegemónicos en la vida social e individual. ¿Quién está en contra del control natal, la seguridad pública, el aislamiento a los extraños -locos-, el encierro a los delincuentes, inauguración de más escuelas…? Entonces, ampliar la participación en las decisiones estatales, definir nuevas políticas públicas, luchar por una democracia participativa, no nos ofrece ninguna posibilidad de cambio, ya que el discurso enunciado por el entramado del saber-poder, ha consolidado un pensamiento-cero que le permite al poder consultar a la multitud, para que ella misma tome las decisiones que la razón de gobierno necesita

En este sentido, Iván Ilich en el capitulo ¿por qué debemos privar de apoyo oficial a la escuela? del libro la sociedad desescolarizada (1985) arguye que los procesos de regulación son punto de inicio y final en el objeto del poder, procesos naturales como el nacimiento y la muerte, que en otrora se podían dar en cualquier lugar, en la actualidad se deben realizar en los hospitales, gracias a la sanidad pública; y los rituales de duelo como el velorio que se realizaba en la casa del difunto, hoy tiene que ser en funerarias. Por fuera del sistema, se nace pero no se existe y se existe aunque se muera, no os parece habitual la siguiente frase, que pena no apareces en el sistema. En general, hoy permanecemos impávidos, aceptando dócilmente un diseño político basado en y sobre la vida, el cual asume la regulación del individuo-especie, de la población como sujeto político y por lo tanto controla todos los ámbitos de la vida de los seres vivos bajo la dualidad normal-anormal, dónde los segundos son marginados hasta la muerte.

En la matrix, estos anormales han sido reducidos hasta tal punto que solo quedan un pequeño grupo mitológico, en el que se encuentran Morfeo, El oráculo, Neo que es el elegido, Triniti y el cerrajero; asociación secreta que el arquitecto conoce muy bien, sabe lo que hacen y el lugar de su destino, así se lo expresa el arquitecto a neo, cuando lo recibe en su oficina y le dice que lo estaba esperando, le explica su naturaleza, le genera una encrucijada y le dice que decisión va a tomar. Así mismo, nos habla el poder soberano cuando logra su objetivo de llevar a la “oposición” a ser gobierno sin destruir el poder, te esperaba, es tu momento, continua con tu diversidad la tarea de aumentar mi fuerza y sobre todo mi capacidad de seducción. Está aparente ambigüedad se explica en la incapacidad de abandonar el enclave del discurso/dispositivo que emana de las relaciones de poder. Por lo tanto inconsciente o conscientemente sólo se es el adverso de lo mismo.

Todo parece indicar que esta es la penosa historia de las luchas modernas, a pesar del intento “radical” de transformar la sociedad terminan recurriendo a enclaves liberales o siendo el alter ego del pensamiento hegemónico. Conceptos como “dictadura de clase”, “estado socialista”… han demostrado ser simplemente el lado izquierdo del arte de gobierno liberal -hegelianos de izquierda-. A este respecto Michel Foucault en el curso de 1979 denominado El nacimiento de la biopolítica (2009) plantea que hay una economía liberal y existe una economía socialista, hay un arte de gobernar liberal, pero pregunta ¿dónde está el arte de gobernar socialista? Dos décadas han pasado y un grito mudo nos susurra al oído, no existe, lo que explica el porque siempre se tiene que pedir prestados conceptos al pensamiento liberal, democracia participativa, el gobierno del pueblo, libertad de partidos, gobernar obedeciendo, el estado de todos… son una pequeña muestra de esa feria de nociones que establecen ese concubinato clandestino.

En buena medida, la razón de esa relación tormentosa se halla en que ambos bandos han depositado todas sus esperanzas en la educación curricularizada, si se quiere en el diseño y construcción de un tipo de ser humano, que gracias a la formación tutelada se emancipa y piensa por sí mismo, lo que se necesita que piense; aún recuerdo el mensaje de Lenin a los jóvenes comunistas, su tarea es solamente estudiar. En otras palabras, el mensaje-sentencia llamaba a los jóvenes a que se dedicaran a aprender, qué hubiera pasado si se hubieran dedicado mejor a desaprender.

Qué pasaría si en vez de dedicarnos a hacer, nos dedicáramos a deshacer, no a de-construir como plantean los post-modernos, a deshacer con toda la carga que de su significado, no nos debe interesar resignificar nociones como desarrollo, simplemente no queremos más desarrollos. Sí, abandonemos ese camino teleológico de la historia, caminemos sin camino, miremos sin ver, ni saber el horizonte. Al final de la Matrix, Neo debe perder la vista para poder ver, para comprender los hilos que unen la ciudad de las maquinas y la Matrix, a oscuras es que se puede ver la luz. De igual forma, debe ser nuestro deshacer, a oscuras debemos derribar los muros del laberinto de la modernidad.

La mejor representación que encuentro para explicar ese deshacer, está en las abuelas que todas las noches tejían y cuando no les gustaba el resultado de su labor, con toda paciencia empezaban a deshilar, para volver a comenzar. Entonces, deshilemos con paciencia los hilos de esta modernidad tardía, que con cada hilo suelto, se desplomaran todas esas instituciones de encierro como la escuela, con cada hilo suelto perderá significado el discurso de los grey sin cuernos que nos gobiernan, con cada hilo suelto volverán los saberes sometidos y perderán su brillo los conocimientos hegemónicos.

Ya algunos descarrilados, extraviados han empezado el camino del eterno regreso, al igual que el dios romano Jano, que con su cabeza de dos rostros opuestos mira hacia adelante y hacia atrás, estos desadaptados ven el futuro en el pasado, escarban como Foucault sobre las ruinas de la historia, pero esta vez no se busca las claves de la composición del sujeto, sino la forma como se deja de ser sujeto, en todas sus acepciones. De ahí que, beben de nuevo de los saberes ancestrales, medicinal tradicional, cultivos orgánicos, convivencia con la naturaleza, toma de decisiones tribales… son los primeras ramas que se ven del árbol del deshacer, a la cual se llega por puro sentido, que siempre es sentido común.

Boris Edgardo Moreno Rincón.

Publicar un comentario

4 Comentarios

Boris:
Lo felicito. Es un texto muy logrado. Espero que ayde a golpear la plácida ignorancia que caracteriza a la Universidad del Tolima
Anónimo dijo…
Vaya, pareciera que todo esta escrito, hace poco hice una comparación similar en un comentario a un texto sobre este cuento de ignorancia y eso llamado sistema.

Como si ya todo estuviese escrito definitivamente.
Salmon dijo…
Junto a este texto, dos pastillas: la azul para los que olvidan, la roja para los que luchan.

!Bienvenidos al desierto de lo real¡
OMAR GONZALEZ dijo…
Las lecturas que se hacen de la realidad a partir de lo que se propone como ficciòn, al menos en materia de cine contemporaneo, estructuran siempre una base para el anàlisis de lo que significa ser humano en la actualidad.

El texto de Boris reune la visión de la bio-politica y logra articularse a los fenomenos de la pelìcula para configurar una reflexiòn bastante acertada de lo que significa "ser" en le mundo.