EL PERIODISMO: ¿UNA VOLUNTAD AL SERVICIO DE LOS MEDIOS?

POR Jorge Luis Oviedo Castillo

- Ésta que veis con las cejas arrogantemente erguidas es el Amor Propio. Allí está la Adulación, con ojos risueños y manos aplaudidoras. Ésta que veis en duermevela y que parece soñolienta, es el Olvido, Ésta, apoyada en los codos y cruzada de manos, se llama Pereza. Ésta, coronada de rosas y ungida de perfumes de pies a cabeza, es la Voluptuosidad. Ésta de ojos torpes y extraviados de un lado para otro, es la Demencia. Ésta otra de nítido cutis y cuerpo bellamente modelado, es la Molicie. Veis también dos dioses, mezclados con esas doncellas, de los cuales a uno llaman Como y al otro «Sublime modorra». Con los fieles auxilios de esta familia, todas las cosas permanecen bajo mi potestad y ejerzo autoridad incluso sobre las autoridades.
Erasmo de Rotterdam , Elogio de la locura


- Después de la invención de la imprenta de tipos móviles los libros y las ideas se difundieron, primero por toda Europa y luego por el resto del mundo, con enorme rapidez.

El invento tomó por sorpresa a las monarquías absolutistas y al poderoso clero medieval; pues se convirtió en el arma más poderosa de los sectores disidentes.

Así como en la actualidad hay quienes tratan de restarle méritos a la internet y a los mensajitos a través de la telefonía móvil; en aquella época no se pensó que la impresión de libros y hojas volantes y desplegables serviría para acelerar las transformaciones que se produjeron en Europa, que tendrían su culminación con la Revolución Francesa, como hecho político de mayor relevancia y con la consolidación de la Revolución Industrial, como suceso económico determinante que ha marcado la vida de los últimos siglos.

La difusión de opiniones, la interpretación del acontecer social, político, cultural; la crítica de la función pública, la valoración de la historia, la difusión, por entregas, de crónicas relevantes, en fin, el acercar el mundo propio o ajeno a través de aquellas primeras publicaciones periódicas (mensuales, quincenales o semanales) marcó el surgimiento de un nuevo oficio que pasó, en muchísimas ocasiones, a ser objeto de censura y de persecución para los impresores o publicistas, por atentar contra el orden establecido por príncipes, reyes y cardenales.

Con la mayor democratización de la lectura, con el incremento, cada nueva generación de los lectores, con el surgimiento progresivo de la educación formal a través de la escuela pública; se pasó a exigir la libertad de imprenta, primero, la de prensa después y, finalmente, asunto extendido y asumido en todo el globo, el reconocimiento de la libertad de pensamiento u opinión, de conciencia, de culto, en fin, todas las libertades consignadas actualmente en las declaraciones de derechos humanos universales y, sobre todo, en la mayoría de las constituciones del mundo.

Pero los que, finalmente, heredaron el poder del clero y la nobleza, los nuevos grupos controladores de los medios de producción, en síntesis, los que detentan los grandes capitales en la industria, en las finanzas, en los medios de comunicación, tal como lo habían hecho con la religión durante siglos: su instrumento de dominación ideológica, encontraron en su principal arma para la derrota ideológica de las monarquías y el clero medieval, su aliado esencial, para controlar a las masas, primero transformando el periodismo de opinión en mercancía del chisme y la desinformación y en instrumento eficaz para obtener, como dice Chomsky, consentimiento sin consentimiento.

Esto dio lugar, en el siglo XX, a que la burguesía proclamase la “prensa” como el cuarto poder.

Se propagó la idea o se vendió, como sostienen los teóricos de la mercadotecnia, como la gran contribución de “los medios de comunicación” (prensa escrita, radio y televisión) a las sociedades modernas para controlar los excesos de poder.

En realidad la metamorfosis sufrida por el periodismo de opinión que, en Centroamérica ejercieron lúcidos pensadores como Pedro Molina y José del Valle, en instrumento de desinformación para las grandes mayorías y de chantaje para los gobernantes de turno, es decir, significó el mejor mecanismo a través del cual se consolidaron capitales y poderes hegemónicos en el mundo actual.

Como la religión los medios de comunicación (adecuándose a las circunstancias y a todos los gustos y creencias) han servido para manipular avasalladoramente las mentes de los ciudadanos comunes: llevándolos como manadas a votar por este o aquel candidato, imponiéndoles nuevos patrones de consumo, fomentándoles necesidades y generándoles el gusto por bebidas, tonadas musicales, cortes de cabello; pero sobre todo, despojándolos de lo más valioso que posee una persona: su identidad individual.

En esa maquinaria, tanto en Honduras como en la mayor parte del mundo, los periodistas, en su enorme mayoría, han sido mero instrumento útil, al servicio del poder oligárquico. Todo su discurso de ha concentrado en exaltar, inconscientemente, “las virtudes del cuarto poder”.

La revolución tecnológica actual, por primera vez en la historia de la humanidad, está sentando las bases para que el conocimiento no sea un dominio exclusivo de las élites monárquicas, clericales, burguesas, o financieras, sino un espacio abierto para todos los que, sin la necesidad de ser parte del volumen de una masa manipulable con bronce, con acero, con garrote o con lisonjas, individualmente desean forjar su particular conciencia histórica, lo hagan sin tener que sacudirse los muros y las cadenas mediáticas, todavía existentes en el mundo entero.

Estamos en los albores de una nueva revolución del conocimiento, del flujo de información, del surgimiento efectivo de individuos y grupos realmente independientes que no podrán ser controlados por los grandes medios tradicionales. Son cada vez más los Quijotes de la información que, desafiando descomunales gigantes van construyendo una mayor democratización para el conocimiento.

Antes suponíamos que el poder hegemónico mundial nos veían con desprecio y como cosas que atraer y vencer; hoy sabemos que es cierto, porque cada día que pasa el “Cuarto poder” se desmorona, como un edificio viejo.

El Periodismo independiente, es decir no alineado, ni con grupos fácticos ni con gobiernos de turno, es todavía minúsculo en todo el mundo; pero irá creciendo, no porque yo lo crea o lo diga, sino, porque la tecnología no siempre es instrumentos de dominación, sino arma que acompaña las grandes transformaciones sociales, políticas y… finalmente, culturales.


P.D. Salud periodistas independientes de Honduras. Ustedes han sabido honrar la memoria de José de Valle y de Ventura Ramos.


Fuente: http://alainet.org

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