Colombia: La farsa de la negociación del salario mínimo


Por Gloria Inés Ramírez Ríos - Senadora de la República por el PDA.

La farsa que el gobierno y los patronos montan cada año en la negociación del reajuste del salario mínimo, en esta ocasión tuvo características especiales que merecen ser tenidas en cuenta por los trabajadores y por la opinión pública, porque, además de reafirmar el carácter retardatario de los empresarios, ponen al descubierto la verdadera catadura del gobierno de Juan Manual Santos.

Como ha sido tradicional, el gobierno y los patronos se negaron a discutir y a hacer acuerdos sobre el desempleo, los precios de los artículos de la canasta familiar, las tarifas de los servicios públicos, los sueldos estatales y otros temas directamente relacionados con los salarios y limitaron la negociación a un simple forcejeo sobre el porcentaje de reajuste del salario mínimo.

Además, durante el curso de las reuniones, los empresarios nunca hicieron una oferta por encima del 3%, en tanto que el gobierno tuvo la desfachatez de proponer un mísero 2.5%, lo que llevó a los representantes de la CUT y la Confederación de Pensionados a la justa decisión de retirarse de la mesa de negociación, puesto que allí no había nada qué hacer.

La representación laboral está compuesta por 5 miembros, 2 de la CUT y 1 por cada una de las demás centrales, de manera que al retirarse 3 de ellos, es decir, la mayoría, los dos restantes, el de la CGT y el de la CTC, no tenían la facultad legal de llegar a ningún acuerdo. Sin embargo, la farsa continuó, pero como a pesar de esta circunstancia tampoco hubo acuerdo, el gobierno procedió a decretar unilateralmente un reajuste del 3.4% ($17.500 mensuales) en el salario mínimo y ufanamente aseguró que “Es casi un punto superior a la inflación, lo que favorece el consumo interno y dinamiza la demanda”.

Días después se conocieron las cifras del DANE, según las cuales durante el año 2010 la inflación general fue del 3.17%, y para ingresos bajos, que es a los que corresponde el salario mínimo, el costo de vida subió en el 3.58%. De esta manera, el reajuste del 3.4% decretado por el gobierno quedaba por debajo de la inflación causada y entraba en contradicción con la doctrina de la Corte Constitucional que establece que los reajustes salariales deben, como mínimo, mantener el poder adquisitivo de los trabajadores.

Fue por esta razón que el gobierno se apresuró a enmendar la plana y expidió un nuevo decreto reajustando el salario mínimo en un 4% ($20.600 mensuales), que equivale a $608 diarios, una suma absolutamente ridícula que demuestra que la “prosperidad democrática” anunciada por el Presidente Santos es pura y simple demagogia.

La diferencia entre el primer reajuste y el segundo es apenas de $3.100 mensuales. Sin embargo, los empresarios han puesto el grito en el cielo y han anunciado que habrá repercusiones catastróficas, que crecerá el desempleo y se obstaculizará la formalización del empleo. Ante semejantes aseveraciones, resulta pertinente preguntarse qué clase de estructura económica tiene este país, que corre el riesgo de desbarajustarse porque a los trabajadores de salario mínimo les paguen en el mes la mísera cifra de $3.100 más que, descontada la inflación, se reducen a un aumento real de apenas $2.163 mensuales, esto es, $72 diarios?

Estas cifras, que podrían concursar con notable éxito en cualquier campeonato mundial del ridículo, contrastan con las escandalosas ganancias de los empresarios. Entre enero y octubre de 2010, el sector financiero obtuvo utilidades por 7.86 billones de pesos, en tanto que las empresas inscritas en la Bolsa de Valores ganaron durante el año anterior 131 billones, que equivale al 33.57%

Por lo demás, hay que tener en cuenta que el reajuste salarial ya fue anulado por la avalancha de alzas en los combustibles, los peajes, el transporte urbano, las matrículas y pensiones, los alimentos y otros componentes de la canasta familiar.

En tales condiciones, resultan no sólo deplorables sino injustificables las actuaciones de los representantes de la CGT y la CTC que, en un hecho sin precedentes, rompieron la unidad de acción del sector laboral en la Comisión de Concertación y se prestaron para la farsa del gobierno y los patronos. El representante de la CGT llegó al extremo de calificar la decisión del gobierno como un hecho “sin antecedentes” y la reclamó como un “triunfo”, mientras acusaba a la CUT y a la Confederación de Pensionados de tener “muy poca autoridad moral” para criticar por haberse retirado de la negociación. Probablemente no está enterado o ignora deliberadamente que en 1977 hubo 3 reajustes del salario mínimo y que ello se debió a que en ese año los trabajadores realizaron el más grande y contundente paro cívico de toda la historia del país.

Será que los trabajadores si consideran seriamente que hubo un triunfo? De qué autoridad moral puede hablar quien desertó de las filas del Polo Democrático Alternativo para apoyar la candidatura presidencial de Juan Manuel Santos y es seguidor obsecuente del Vicepresidente de la República, un personaje reconocido por dedicarse a cooptar dirigentes sindicales y sociales?

La alternativa del movimiento sindical no está en convertirse en furgón de cola del gobierno de la llamada “unidad nacional”, sino en asumir una posición independiente y combativa, al lado de los oprimidos y explotados de nuestro país. El camino no es el regreso a las peores épocas del patronalismo sindical, sino la organización y unidad de las masas para enfrentar con la lucha la política neoliberal, antipopular y antinacional del gobierno.

Bogotá, D.C., 19 de enero de 2011

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