Colombia: El legado de Eride


Parece extraño pero así sucede, y es que por los últimos días han arreciado en el país no sólo la lluvia y los problemas sociales, sino si ignominiosa repetición inconsciente de la historia; las mil y una historias de muerte, necesidad y angustia. Tal vez sea víctima de una paranoia infinita, -en todo caso no puedo comprobar mi sanidad mental- pero es que recuerdo una vieja anécdota griega que se me antoja semejante a lo que bien pudiera ser la Transversalidad de los conflictos patrios. Así que pido excusas por mi voyerismo de miope y mi palabra de tartamudo y mejor empiezo a desfogar este delirio.

Después de comprobar que su amor infranqueable urdía las más deliciosas mieles del amor, Tetis y Peleo se juraron la eternidad bajo el consentimiento divino del gran Zeus, que de inmediato, y como para no quedarse sin excusa para embriagarse con ambrosía, organizó un zafarrancho Olímpico al que estaban invitados todos los dioses, excepto la muy soberbia y buscapleitos Eride, quien por supuesto, y para resumir la vaina, armó tremenda sacaespinas, tan ácida, que su venganza terminó por desencadenar la primera guerra de la que se tenga registro y evidencia histórica entre Aqueos y Troyanos; no sin antes dejar como regalo para la humanidad a sus hijos. Vaya usted y averigüe para qué, pues hasta aquí le cuento este divertimento griego.

Digamos que la cosa -para aterrizarla ya- es que en el país existe una descendencia Divina, y por tanto, también Eride ha plantado su semilla, bastante quisquillosa y falta de bondad. Ante esto, me propongo destapar a cada uno de sus hijos, anidados con firme paso en el propósito de la deshumanización y el aniquilamiento de los que podríamos llamar hijos de Zeus.

Empecemos por Lete, encarnación del despiste absoluto, del desinterés por lo histórico y lo trascendente; una suerte de velo que nos impide ver más allá de lo inmediato, o una idea que nos hace desear únicamente el futuro como una fantasía que jamás necesita preámbulos y que surge para enamorar lo que alguna vez fueron lagrimas, sangre, barbarie, corrupción y muerte. Así es Lete; no recuerda cuándo nació el odio y la venganza de su madre, no reconoce que en su remota historia hubo guerras, pestes, hambrunas y destierros, tampoco es capaz de hacer memoria de las cosas simples y de poca consulta como las gotas de lluvia y las hojas caídas, al igual que lo la hacía Funes el personaje Borgiano. Simplemente nos habita infinita en la actitud anticatarquica, en las alegrías y tristezas y las decepciones y los fracasos fundados en lo fugaz y lo instantáneo que acompaña nuestra historia, exquisita en quesos rancios con vino añejo, repleta de momias y mutilados antiquísimos, de silencios y de ruinas. Dejo ahí a Lete, pues reconozco que también me enferma y no puedo hacer memoria de cómo más podría estar presente. Si halla usted otros puntos de comparación, ruego me ayude.

Por si fuera poco, Eride –de mente rencillosa- arrojó sobre la geografía a Limos para que destrozara las viseras y pegara la piel a los huesos; lento y traumático es su paso por el cuerpo; marginadas zonas erógenas de las abarrotadas urbes. Esa es su forma de acción. Prefiere irreductiblemente habitar las periferias citadinas acompañada de su esclava la pobreza. Lleva siempre a cuestas una cara como de inanición (creciente sensación de gula bestial) y atraca de cuando en cuando para mitigar el rugido de sus tripas y las caries en las muelas. Quizá por eso se abalanza también hacia los campos y plaga con su enfermedad a los habitantes de veredas y corregimientos para no sentirse sola en su viaje de regreso a la selva de edificios, normas estériles y desarraigo. Ojalá no se la encuentre nunca en el camino. Puedo asegurar que es feroz y despiadada, envenena el alma, los intestinos y la palabra.

Aunque nunca podremos librarnos de su sino, Algos nos ataca como si fuese la última vez que tendrá el gusto de enervar su odio en contra nuestra. Astilla, es verdad que clava agujas en los ojos, alfileres que se expanden con la sangre hasta punzar sin clemencia el alma golpeada en lágrimas. Una especie de sufrimiento eterno que supera a puñetazos los insulsos gusanos que nunca mueren, el fuego que no se apaga y el crujir de dientes que se vaticinan en el apocalipsis. Porque Algos no espera; está inmerso en los gusanos que devoran los cadáveres de las fosas comunes; crepita con las llamas que calcinan las esperanzas de campesinos e indígenas que huyen con el humo de sus aldeas; carrasquea contra las uñas de los que no saben de sus hombres en secuestro o en falsos positivos.

Usted lo lleva adentro y más valiera que lo expulse y lo deje triturarlo: es más nocivo y tóxico en las entrañas, y si rehúsa su salida, condenará su llanto a sentir todas las muertes, los tizones y las no presencias.

Volcán que ruge sin ganas en mejillas sonrosadas es Ponos. Posee la magia de metamorfosearse a su antojo, de hacernos creer que es cierto eso del abandono tercermundista y colorear los cachetes cuando nos preguntan si es cierto aquello de habitar estos terrenos. Puede camuflarse en la infinita zozobra de ser un señuelo de barriada, o en trauma que supone el reconocimiento agónico que marca Eride para vergüenza de los nacidos en la patria. Ponos, alquimista de eternas crypsis; pulpo errante que enreda sus tentáculos en la impotencia; camaleón que ausculta a través de los ojos hartos de indiferencia en la miradas; alfarero de un hoyo espiritual que no se forja en barro sino en mentalidades de plastilina; presencia egoísta que inspira la huida e impide la migrancia. Sueño americano antipático de Vallejos de la errancia autoexiliada. No se ruboricé s iha sentido la nostalgia de estar solo entre multitudes ignoradas.

Eride ha hecho de Colombia su predilecta orgía. Deambula embarazada como ramera taponada de pestes, regando su estirpe y carcomiendo lentamente el matrimonio entre el progreso y la armonía. Atrincherada en intereses egoístas y pariendo con soberbia su herencia y su legado camina oronda en su vida y en la mía con pasos certeros de Discordia, Olvido, Hambre, Dolor y Pena.

¡Ahora que la tiene, haga usted con ella lo que le apetezca!


OMAR GONZÁLEZ 2010
deathman1917@hotmail.com

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