Colombia inundada



Mucho se ha escrito y especulado en los últimos meses, sobre las inundaciones en Colombia. Se ha informado que se inundaron tantas hectáreas de tierra; que se perdieron animales; que se arruinaron las cosechas, y demás. Y como la culpa hay que echársela a alguien, menos a todas las oficinas de planeación del país, le atribuyeron semejante chicharrón a un fenómeno climático que llaman La Niña (recuérdese que si la las inundaciones o las sequías se dieran a comienzos de año, la culpa sería de El Niño).


Pero no se han mencionado las causas humanas de esta tragedia ambiental y social, que son originadas por la ineficiencia galopante de las oficinas estatales de planeación en Colombia.


La deforestación del país, que sería mejor llamar la potrerización de Colombia, es un fenómeno que se inició en el siglo pasado con el negocio de la ganadería (tumbar bosques, así fueran en zonas de acuíferos, para sembrar pasto y tener vacas). Luego aparecieron los cultivos de marihuana, coca, amapola y, modernamente, palma de aceite, todo en aras de un puñado de dólares. Se hizo además, sin planeación ambiental.


Se acentuó el problema con la tala de bosques, sin contemplaciones, para comercializar madera, que sale al exterior por el río Atrato y otros afluentes.


Durante 70 o más años, los comerciantes de la biodiversidad, han estado talando bosques. Por tanto, poco a poco, al llover, se ha ido lavando, la capa fértil de las cuencas hidrográficas, que va a parar al lecho de los ríos, disminuyendo su capacidad de contención de agua.


En nuestras ciudades, se construyeron y siguen construyéndose, urbanizaciones a lado y lado de las dos riberas de ríos y quebradas, cuyas rondas, que deben ser de varios metros con vegetación nativa, no tienen ni un centímetro. Así las cosas, cuando llueve con pluviosidad normal, se puede dar un desbordamiento.


Supongamos que la profundidad máxima de un río, sea de 30 metros, pero por culpa de la sedimentación de su lecho, se ha ido reduciendo, y sólo tiene de profundidad 5 metros. Entonces, el agua, necesaria y literalmente, no cabe en el río, e inunda el área. Y si no existe la cobertura vegetal de las rondas de protección, pero en cambio sí hay lluvias fuera de lo normal, pues la inundación es peor. Vienen entonces las dramáticas escenas en televisión.


En Colombia se da silvestre la planeación cementera. En esas oficinas ni saben ni sueñan qué será la planeación ambiental.


Víctor Julio Sánchez Mora – CPT

Villavicencio, 24 de noviembre de 2010


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1 Comentarios

Anónimo dijo…
Muy cierto lo que se dice en el articulo, en toda Colombia estamos viviendo un boom de construcción sin que exista una entidad que verdaderamente este presente para ponerle coto a los desafueros de los constructores que ponen ladrillos a diestra y siniestra, sin ir mas lejos en Ibagué hay dos o tres proyectos "urbanísticos" (conjunto de edificios)que se construyeron completamente dentro de estas rondas y ni curaduria ni cortolima ni nadie estuvo ahí para impedirlo, y..... ya veremos que pasa.