Y ahora, el intercambio humanitario




Entre los más de cuarenta millones de colombianos, El Caminante por la Paz es uno de los tantos luchadores que sin importar la campaña desinformativa contra el acuerdo humanitario y la salida política al conflicto, sigue con firmeza y testarudez en la búsqueda de la frágil e intermitente llama de la utopía y la libertad. Al Caminante y al recién liberado Pablo Emilio Moncayo, los recordaremos como luchadores que hicieron posible aquel poema de Miguel Hernández, cantado por Serrat: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". (N. de R)


Y ahora, el intercambio humanitario

Por Rodrigo López Oviedo

Las liberaciones del soldado Josué Daniel Calvo y el sargento Pablo Emilio Moncayo parecen ser el capítulo final de las devoluciones unilaterales en que se hallaban comprometidas las FARC, y con las cuales buscaban ganarle simpatía ciudadana a otras liberaciones, solo que ya estas no únicamente de soldados y policías, sino también de los guerrilleros que están purgando penas por rebelión y delitos conexos.

Ese intercambio ha contado con la total oposición de los sectores que están más en la derecha del espectro político nacional, por los cuales el Gobierno de Uribe no solo profesa la más extrema obsecuencia, sino que está comprometido a preservar la guerra, que es a todo lo que puede llegar con su empeño de aniquilar a una fuerza insurgente que ha sorteado, por ya 46 años, las más extremas condiciones de existencia, los más descomunales embates y una que otra traición o infiltración, todo ello sin claudicar en el propósito de alcanzar a través de las armas las transformaciones sociales que otros también quisiéramos para Colombia, aunque por otros caminos

Gestos como el de las liberaciones unilaterales deberían ser respondidos por la sociedad colombiana con ánimo generoso y desprendido, sobre todo si vienen acompañados de una propuesta de intercambio humanitario que ya no contiene condicionantes generadores de tan ácido rechazo en el alto Gobierno como el de la zona de despeje. Esta propuesta por sí sola vale un Potosí, y no solo para las 21 personas que todavía están retenidas y sus familias. Lo vale si consideramos que puede acercarnos a la anhelada paz, sin la cual nos es imposible recuperar para el desarrollo social los ingentes recursos humanos, materiales y económicos que se están desperdiciando en la guerra.

Desafortunadamente al presidente Uribe no le cuadra nada de lo que tenga que ver con la paz. Las liberaciones de Calvo y Moncayo le dejaron el ánimo maltrecho, como de soldado en derrota, aunque pudo disimularlo tras una supuesta burla del Canal Telesur, que transmitió, pero también permitió transmitir, informaciones que le llegaron a él, y a otros medios, acerca de la liberación. Incidentes como ese presagian la poca atención que Uribe le prestará a la petición que le formuló Piedad Córdoba a través del Comisionado de Paz: un borrador de propuesta de intercambio humanitario que contemple como único requisito la exclusiva condición que están poniendo las FARC: una mediación internacional. Como de Uribe no es posible esperar una respuesta positiva al respecto, la escogencia que tendremos que hacer los colombianos en las elecciones del próximo 30 de mayo asume una importancia de especial calado. Que ojalá la sensatez nos acompañe.

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