LA FIEBRE MORTECINA DEL ORO




La fiebre del oro ha sido un síntoma perverso de sociedades invasoras pasadas, como de los hombres modernos que siguen atrapados en los intereses vacíos de la vanidad y la riqueza privada. Este continente, desde hace 500 años no ha tenido respiro de los explotadores forasteros, que con sus espadas y sus avances tecnológicos, van empeorando las condiciones de empobrecimiento de los pueblos; naciones sometidas a los designios de unos cuantos poderosos, que sin recato ni vergüenza usufructúan los bienes de otros. Sin duda alguna, el viejo continente se beneficio y se lucro con los botines mineros que se llevaron de las Américas siglos atrás; las naciones europeas se estabilizaron, la economía floreció y se desarrollaron fenómenos importantes para la humanidad como el periodo del Renacimiento. Podríamos afirmar que gran parte del mejoramiento de la situación social, económica y política de los comienzos de la modernidad, se debe a los aportes en valores de capital acuñados en lingotes de oro, que nuestro continente produjo durante milenios. Quien le debe a quien.

Luego de siglos de expropiación por vía directa o indirecta, los países subdesarrollados no dejan de ser los objetivos preferidos de operaciones de explotación de la tierra y sus recursos. Debido a las nefastas consecuencias de la aplicación del sistema capitalista deshumanizado, desnaturalizado y oprobioso, los países desarrollados (los que dominan el mundo) son cuerpos terrenales en plena decadencia por la falta de biodiversidad y riqueza natural; pero esa, su experiencia de panoramas sombríos y sin futuro, no es óbice para afilar sus maquinarias, corromper el territorio y preparar lucrativos negocios particulares contra una región paisajística, pero también imponderablemente vital en el equilibrio socio-ambiental y lo que eso implica en el desarrollo de las comunidades. De prosperar el retorcido propósito de implantar una mina a cielo abierto en nuestro Departamento, serán 15 años como mínimo de desangramiento de la tierra, por las operaciones que la compañía Anglogold Ashanti realice en la Colosa. Tiempo en que se esforzaran para hacer efectivo el apropiamiento de los 12 millones de onzas de oro, que les convertirá en una de las empresas privadas más ricas del planeta.

Muchas son las razones para que organizaciones sociales, ciudadanos, algunos entes públicos, campesinos, estudiantes y dirigentes populares, se estén manifestando contra este atentado criminal a la naturaleza. Y la sensibilidad asomada entre la osadía, la timidez y el temor, se ampara en que nada justifica la ejecución de un proyecto que no le garantiza resultados permanentes de desarrollo y prosperidad a la comunidad y de paso a la humanidad. Una pregunta altruista ante la cuestión del debate del oro, es, porqué los que pueden invertir en capital y tecnologías, no le apuestan a procesos de aprovechamiento de la tierra produciendo agricultura sana y protección del medio ambiente. Seguramente que los dueños de las transnacionales y sus agentes funcionales dentro del sistema (poder, gobierno, pulpos económicos, medios de comunicación, empresarios capitalistas, entre otros) no les interesa el futuro de la nación y sus gentes; solo la ganancia privada motiva el interés de la inversión económica y la explotación de los recursos y las sociedades.

Para que se hagan efectivos los resultados esperados en la obtención de ganancias de la mina de oro, tendrán que sucederse una cadena de acciones que corresponden a la actividad industrial de esta envergadura: ya se comenzó en la etapa de exploración con el rompimiento de franjas de terreno, sustrayendo significativos lotes de reserva forestal, lo que produce consecuentemente la inestabilidad del ecosistema. Es el comienzo de una empresa que expondrá al máximo riesgo de contaminación a las quebradas la colosa, la arenosa, la plancha, cajones y los ríos bermellón y Coello, debido a la infiltración superficial que se produzca en los procesos químicos de operación y extracción del metal; la intervención de los buscadores de oro y sus gigantes caballos de hierro en la venerable montaña, destruirán grandes extensiones de bosque estimadas en 500 hectáreas, lo que causará la extinción de invaluables especies nativas forestales, de fauna y de flora. La ambición por la riqueza privada, ocasionará la extracción de 50.000 toneladas diarias de roca para ser dinamitada, acumulándose con ello gases tóxicos en la atmósfera, para luego producirse lluvia acida por la liberación de sustancias nitrogenadas. La sed de ganancias fáciles para el lucro de la transnacional, ordenará la utilización de 2.000.000 (dos millones) de litros de agua por hora para desmembrar la tierra y lavar el oro. En los afanes de los dueños del mercado por la comercialización rápida y ventajosa del metal, se aplicará cianuro al proceso como el químico base para la depuración del metal; que encontrado en los vertimientos y residuos que alcancen las corrientes de agua, amenazará la vida de los seres vivos (humanos, animales y plantas) encontrados a su paso. La comodidad y disfrute de unos cuantos ricos, expondrá a la región a asumir los riesgos sísmicos que se desencadenen por la actividad del volcán machin; ese caso, el mas catastrófico, dejaría a la población expuesta al rompimiento de las piscinas de cianuración, regando las soluciones contaminadas en el entorno, hacia una mortandad segura.

Otras experiencias de las comunidades nos dicen que es posible un mundo mejor para todos. Una tierra en donde se trate de respetar los recursos naturales y el medio ambiente al máximo de las posibilidades. Los pequeños mineros en varias de las regiones del país, pero también en otras naciones, tienen como actividad económica principal la explotación del oro a pequeña escala; es la minería tradicional de los pueblos que tal vez, hace parte de la herencia ancestral de nuestros antepasados indígenas. Una actividad productiva básica y una fuente de ingresos mínima, que les permite a los pequeños mineros, la obtención de algunos recursos para su subsistencia y su bienestar social. Por su parte el pueblo ´uwa, que reposa tranquilo de conciencia en los jardines de la nieve, los cristales de las aguas y la pureza de la tierra, fue capaz de arriesgar sus vidas para alejar los malos designios de las transnacionales. Su ejemplarizante valor arrojó sin ambigüedades los ofrecimientos vacuos del oro negro, para permanecer lejos de las situaciones contaminantes de la sociedad capitalista y sus antivalores.

Lo que no representa vida y prosperidad humana se enmarca en consecuencia en las arenas movedizas de la destrucción y de la muerte. El establecimiento de la mina a cielo abierto en Cajamarca, conllevara graves afectaciones para la población: además del perjuicio básico al medio ambiente y la destrucción de la naturaleza, aparecerán nuevos fenómenos impactando la situación socio-económica de los habitantes de la región, campesinos y productores agrícolas en su mayoría; la salud publica estará expuesta a las contingencias de una actividad industrial que posee una capacidad de daño y deterioro trascendente en los seres humanos y sus comunidades, según demostraciones irrefutables de la ciencia y los investigadores; el tema de lo económico pasa por considerar las desproporcionadas ganancias de la transnacional, frente a los pocos ingresos que pudieren acceder algunos de los habitantes de la región como obreros o empleados a destajo. El oro en este caso representa la concentración de la riqueza en una firma empresarial que con el tiempo abandonara la región dejándola agotada, destrozada y muerta como los cementerios. Las futuras generaciones habitantes de la zona no verán el brillo de los oros, ni la felicidad de sus vidas.

Varias han sido las iniciativas por dar a conocer todos estos datos y otras muchas reflexiones. Se percibe en la opinión general una actitud de respeto a quienes denuncian y previenen, y es posible que la insistencia de algunos logre derrotar las ambiciones del mercado fútil. En el forcejeo por lograr sus objetivos, la estrategia de la Anglogold Ashanti se propone ganarse el favor público, patrocinando equipos de fútbol profesionales, financiando reinados de belleza y pasarelas de modelaje, entregando incentivos económicos a organizaciones privadas y sindicatos, regalando dinero como retribución a la entrega de principios y olvido de causas nobles. Considerando que el tema esta difundido suficientemente dentro de la sociedad, solo falta dar pasos cualitativos en el impulso de un movimiento social que genere optimas condiciones organizativas, hacia la concreción de eficaces derroteros y exitosas acciones para defender la vida, la naturaleza y la dignidad de los pueblos.

POR: OSCAR AMAURY ARDILA GUEVARA

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