LA TRAGEDIA DE HAITÍ. LA ONU Y LOS CASCOS AZULES


Martes 22:30-12 de enero. Soy pasajero de BoA en vuelo aproximado a Cochabamba, muy apretado el cinturón de seguridad, sorteamos una manifiesta tempestad huracanada, entre sacudones bruscos la nave aérea campeó el temporal demorando la trayectoria en más de una hora; llegamos al valle temerosos ante una atmósfera enojada y ventosa, gracias al calentamiento climático que los humanos del norte nos regalan en desastres, sequías, tempestades, huracanes, inundaciones, tsunamis y terremotos. Más tarde la CNN anunció terremoto de más de 7 grados en Haití, mostrando una toma patética del Palacio de gobierno, antes y después del sismo, destrozado totalmente. Más de cien mil muertos enterrados y heridos que piden socorro entre los escombros.

Siento la tragedia a la distancia, el dolor por Haití y su pueblo de esclavos redimidos para la tragedia, la pobreza social, la tiranía política y la servidumbre ante el imperio y los dueños del planeta.

Uno de mis gestos de Senador contrarios al ciego sectarismo que me honra ante la propia conciencia fue no haber levantado la diestra para aprobar la salida de tropas bolivianas a Haití en la legión de los cascos azules de la ONU para invadir la Isla de la Española y proteger “dizque” la democracia. Solamente dos senadores actuamos en contrario, Antonio Peredo y el suscrito. Nadie preguntó porqué la disidencia, hubiera sido fácil explicarla.

En los cuatro años, se repitieron los rechazos al pedido del hermano Walter San Miguel, ministro de Defensa; en cambio, aprobamos y defendimos los ascensos militares solicitados por el Presidente y su Ministro, luchando contra la oposición que tenía favoritos para la escisión de la Patria, la asonada y negaba el ascenso a los amigos del MAS.

Nos informamos entonces sobre la ex nación de esclavos negros, ahora sabemos que la tragedia de Haití es algo más que el sismo salvaje, además de su terrible pobreza está la carencia de recursos humanos en salud y, salvo el apoyo humanitario de la Legión comunista cubana, carece de suficientes hospitales, de agua y comida. Es preciso recordar que Haití está bajo ocupación militar desde febrero del 2004, cuando los marines yanquis secuestraron al presidente Jean-Bertrand Aristide y lo enviaron al exilio, con más descaro que la intervención reciente en Honduras. También, saber que Haití, hasta 1970 se autoabastecía del 90% de los alimentos que consumía, principalmente arroz y carne de cerdo. Actualmente importa alimentos gracias a que Estados Unidos les envió su arroz subvencionado, desde esa fecha se perjudicó a los agricultores y a la producción agrícola. La carne de cerdo escasea porque los cerdos fueron exterminados para prevenir la Gripe porcina.

Los campesinos perjudicados emigraron masivamente a la capital llenando las ciudades de franjas de miseria. La salubridad haitiana tiene los más bajos índices y tasas de salud miserables. De los 10 millones de haitianos un 80% vive en extrema pobreza. La mortalidad infantil es la más alta en el continente, 80 por cada mil nacidos vivos contra 4 de la isla de Cuba. La esperanza de vida ha bajado a 49 años. El analfabetismo supera el 70% en el área rural y el agua potable y la electricidad son productos de lujo. Se calcula que un 98% de su bosque está desforestado y la mayoría de las tierras son estériles. Hay superpoblación y su demanda de leña como la explotación del carbón, han provocado la erosión del suelo y la tremenda escasez de agua potable. Lo irrisorio es que un 4% de su población, controla el 64% de la riqueza.

Después de su independencia continuaron los esclavistas. La nación fue obligada por la fuerza a pagar una enorme indemnización a Francia. Periódicas ocupaciones impusieron dictadores títeres, los famosos Duvalier, Papa Doc y su hijo, derrocados por una revolución en 1986.

Ahora continúa la ocupación por tropas de la ONU latinoamericanas de bolivianos, argentinos, chilenos y brasileños; son los “cascos azules” que reprimen al pueblo, defienden las instalaciones de la ONU, de las transnacionales, de la minoría de los ricos haitianos. Se denunció al ejército invasor por una masacre realizada el 22 de diciembre de 2006, cuando balearon una manifestación que exigía el retorno de Aristide, murieron asesinados 30 civiles, mujeres y niños.

Nuestro Estado multinacional y a los vecinos que tienen tropas en la misión de la ONU deben reconsiderar su participación en Haití, que las retiren porque por que sirvieron para oprimir al pueblo y fueron puestas al servicio del imperialismo. Que las reemplacen por ayuda verdadera y que la deuda externa latinoamericana sea destinada a la reconstrucción del devastado pueblo, de sus edificaciones derruidas y la compensación a sus muertos por centenas de miles y a los heridos de cuerpo y alma residuales.

Ninguna ayuda será suficiente ante tremendo desastre ambiental, ante el dolor que todo el planeta debiera compartir. No bastarán las limosnas cristianas, los medicamentos de grandes empresas, el agua potable en botellas de plástico de industrias poluyentes, carpas que fábricas mercantilizadas; más bien, reparación de lo explotado a la nación de esclavos liberados para la tragedia, reconstrucción de la dignidad herida por la historia de colonización, compensación real a las pérdidas y procura veraz de su desarrollo humano. Francia y USA que los esclavizaron deben preocuparse por su deuda histórica.

Ahora es cuando más dolor debe caer sobre los países soberbios que en Copenhague rieron y menospreciaron el grave problema ambiental del calentamiento climático.
Evo Morales representando a la dignidad humana les respondió como David ante Goliat: ¡huarak´aso de k´urpa en la frente de los ricos! Convocatoria a todo el mundo para el 20 de abril para tratar el tema en Cochabamba.


Gastón Cornejo Bascopé
Del Movimiento al Socialismo


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