José Obdulio y sus encrucijadas




Los opositores al tercer mandato aplauden cuando la Corte Constitucional decide dar trámite ordinario al referendo reeleccionista, demorando su aval constitucional, con el argumento de que “… hay puntos de calendario insuperables”, según manifiesta su Presidente, sin concordancia con lo expresado por Humberto Sierra, Magistrado Sustanciador de la ponencia, quien culpa del retraso al Senado, la Cámara y el Consejo Nacional Electoral de no entregar a tiempo actas, documentos y contabilidad del referendo.

Desde la otra orilla, los maquinadores de otra reelección también celebran la tardanza que deja sin tiempo el tercer mandato de Uribe, porque ello abre posibilidad para estimular la polarización social y, a través de una Consulta Popular, suplantar el Estado de Derecho por el “Estado de Opinión” y las encuestas.

Sin perspicacia ni astucia se colige que la Corte Constitucional aparece en esta escena como actor de reparto en el diseño “obdulista” que busca el tercer mandato de Uribe. A la conclusión anterior se llega ante el afán inusitado de la Corte Constitucional de acicalar su imagen mostrándose desligada de intereses palaciegos al tomarse su tiempo para estudiar el referendo y casar pugilatos retóricos con Obdulios, Plinios, Yamures, Ordóñez y demás cortesanos y, al tiempo, trazar orientaciones inocuas, como incluir en el pensum escolar una cátedra sobre el aborto legal, provocando un debate insustancial que lo obviaría un plegable de obligatoria distribución en las cátedras de orientación sexual, pero que no alimentaría la polarización requerida para tomar el atajo de la Consulta Popular ni mostraría a la Corte, custodio de la Carta, como una corporación independiente de las aspiraciones de Uribe.

Los diseñadores de “milagrerías”, manipuladores sublimes de la opinión, saben que la Consulta aparecería un escenario de tardanzas y escollos como la respuesta legítima de un pueblo a quien no se le permite elegir a su querido candidato-presidente por culpa de “minucias legales” y aversiones de las Cortes. También tienen claro que el llamado a Consulta Popular es de resorte exclusivo de la Presidencia, con concepto favorable del Senado, que los requerimientos, aprobación y convocatoria dependen del Consejo Nacional Electoral y la Registraduría y que la limitación a la Consulta Popular para efectuar reformas a la Constitución es sólo retórica porque en la práctica la esteriliza el Artículo 3 de la Carta al otorgar la soberanía al pueblo, en este caso, expresado en las urnas. Como quien dice pan tajado y comido para quienes disponen de tribunas, auxilios, contratos, prebendas, notarías, medios de comunicación, mensajes subliminales, interpretación acomodada de las reglas de juego y otras exquisiteces.

En la mayoría de los países estas maniobras serían una alucinación sin fundamento, pero en Colombia es una pesadilla cierta porque se tiene la certeza que detrás de la segunda reelección hay un equipo de genios campeones en maquillar aberraciones a la equidad y justicia social, como Agro Ingreso Seguro y otros “incentivos a la inversión”, generar cortinas de humo, descalificar contradictores, enfrentar Cortes, estimular odios y afectos, incitar a patrioterismos peligrosos, construir tabernáculos y sinagogas para el culto a la personalidad de Uribe, envilecer la labor del periodismo, acicalar y manipular la información, lavar activos y pasados poco gloriosos y, en fin, maquinar para que el Estado de Derecho sea suplantado por el engendro que arrasará instituciones e implantará la dictadura de Uribe: el “Estado de Opinión”.


Por Diego Cortázar
Tolima - Colombia

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