Falsos positivos académicos y administrativos



“Es imposible, incongruente, o incluso absurdo una universidad pública sin controversia, sin capacidad de crítica, irreflexiva, apolítica a espaldas de la realidad y muerta en su esencia”.
Jesús Ramón Rivera, periódico Informativo Universidad del Tolima, Nº 32, marzo de2008

Hace precisamente doscientos cincuenta años, en 1759, publicó Francisco María Arouet, más conocido como Voltaire, su famoso cuento “Cándido o el optimismo” en el cual, mediante los recursos de la ironía y el sarcasmo, da cuenta del optimismo metafísico, representado en su época no sólo por las confesiones religiosas, sino por la filosofía de Leibniz y de Wolf, quienes afirmaban la perfección del mundo y la marcha de la humanidad hacia el progreso, bajo una armonía preestablecida por Dios y que, a pesar de los múltiples impedimentos y vicisitudes, nos dirigimos en última instancia hacia el bien. Pangloss representa en este cuento a un terco académico, preceptor y maestro del pobre Cándido -adolescente cargado de ilusiones que busca hallar su propia identidad intelectual- que termina convencido de la “perfección” de cuanto le rodea, gracias al sistemático adoctrinamiento ejercido por Pangloss, quien no se cansa de reiterar que “nos encontramos en el mejor de los mundos posibles” y a pesar de las catástrofes, del desorden, del caos que lo circundan y del cúmulo de desdichas y desgracias personales que lo agobian, él continúa predicando permanentemente esa visión optimista de la vida.

Algunos miembros de la “comunidad académica” de la Universidad del Tolima recibimos hace pocos días un panglossiano folleto titulado (SIC) “Evaluación al plan de desarrollo institucional”, publicado por el “Despacho del Rector”, y la Oficina de Desarrollo Institucional, en el cual, luego de una amplia exposición de los marcos teóricos y referenciales, de “explicar” la metodología utilizada -por supuesto avalada y desarrollada por uno de los grandes “Centros de excelencia”; ni más ni menos que por la Universidad de Harvard-, de enfatizar en que “lo más importante es la participación” y la “integración” de todas las instancias de la Universidad y de establecer los mecanismos de medición y análisis de la gestión académica y administrativa, se pasa después a justificar cuanto se ha realizado y a una serie de expresiones de autoelogio, que pretende presentarse como modelo de autocontrol, hasta llegar, con inocultable optimismo por parte de los autores -la Rectoría y su oficina de autoelogios- a la conclusión de que se han alcanzado los más altos logros en el cumplimiento de las metas y los objetivos propuestos, es decir que “nos encontramos en el mejor de los mundos posibles” y que, por esta misma razón, “ la administración en cabeza del Doctor Jesús Ramón Rivera Bulla, ha sido reconocida por la Presidencia, entre las de mayor transparencia a nivel nacional”.

¡Tamaña hazaña, ser “reconocido” por Álvaro Uribe Vélez y su gobierno de la seguridad democrática!, el mismo que apoya y prohíja los llamados “falsos positivos”, que sirven no sólo para “reconocer” y promover a los genocidas militares, sino para alcanzar un mentiroso prestigio internacional por los supuestos logros en su lucha contra la subversión; el mismo que trafica con la Constitución y con las leyes y que para perpetuarse en el poder otorga todo tipo de ventajas y prebendas a los politiqueros, narcos y mafiosos, que pululan en el Congreso.

Quizá sea este “reconocimiento” el que le ha permitido al Doctor Rivera Bulla su nueva “reelección” como Rector, -y eso que no cuenta con Teodolindos ni con Yidis, ¿o sí?


Julio César Carrión Castro

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