Se fueron con el rabo entre las piernas
El pasado sábado, 11 de julio de
El carguero militar, probablemente el Globemaster III, aterrizó en Quito y permaneció en la plataforma de
El proceso de carga fue lento, las dos motobombas contra incendios se parquearon a un costado del avión esperando el turno de embarque, luego, una a una, las ingresaron de retro y por una puerta abierta en la parte delantera del carguero. Esto, que parecía una operación de rutina, en realidad será recordada como el final de una ocupación militar inconstitucional y el final de una afrenta a la soberanía y la dignidad nacional.
Por coincidencia, personal de INREDH nos encontrábamos en el aeropuerto, pues habíamos llegado a participar de una reunión en Manta en la que se analizaría las acciones con las que despediríamos a las fuerzas militares estadounidenses y expresaríamos nuestra alegría por su partida; de esta forma, sin proponernos, fuimos testigos de esta huida silenciosa.
Es difícil explicar nuestros sentimientos, pues hay alegría porque dieron resultado todas las acciones que hicieron las organizaciones ecuatorianas para expresar el rechazo a su presencia: fueron diez años de lucha de las organizaciones sociales y que luego fueron recogidas en las propuestas de la agenda electoral del 2006 y finalmente recogidas por el actual gobierno de Rafael Correa, quien ha puesto fin a esta presencia militar extranjera, cumpliendo con su oferta electoral y, ante todo, recogiendo el sentir del pueblo ecuatoriano.
Pero también tenemos sentimientos de frustración, pues se van de manera impune, sin reparar los daños causados a cientos de pescadores, a decenas de madres jóvenes que creyeron en sus promesas, a decenas de trabajadores que ingenuamente los acompañaron.
Pero se van asustados, se van con el rabo entre las piernas porque no quisieron esperar a que
Se van con el rabo entre las piernas porque no quisieron esperar a que se conforme una comisión de auditoría de sus acciones y se establezca con claridad toda su prepotencia y las violaciones a los derechos humanos que han perpetrado las fuerzas militares estadounidenses, pues ya no hay silencio en Manta y cientos de personas están dispuestas a dar su testimonio y corroborar con pruebas sobre las violaciones de derechos a los que fueron expuestos.
Pero también ellos han querido dar un último aviso, un último manotazo a la dignidad de nuestros pescadores, pues el día 3 de julio pasado, nuevamente agredieron a un pesquero ecuatoriano, dañaron las lanchas que estos barcos llevan para ubicar las redes y recoger la pesca; maltrataron a los pescadores y los obligaron a permanecer a la intemperie. Pero estos pescadores llegaron a Manta y denunciaron inmediatamente el hecho porque, reiteramos, en Manta ya se rompió el silencio y, por más prepotentes que sean, por más que quieran decirnos que seguirán controlando nuestro mar, les haremos saber que en nuestro país hay gente que los enfrentará y los seguirá denunciando.
No porque huyeron con el rabo entre las piernas, nosotros vamos a ocultar lo que hicieron, por eso seguiremos exigiendo la realización de una auditoría que establezca las responsabilidades que han tenido los militares estadounidenses y se establezca un sistema de reparación de los daños, indemnización a los perjudicados y sanción a los responsables.
LLUCSHI YANKI FOREVER!
Luis Ángel Saavedra
INREDH
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