¿Cuál Seguridad Democrática?



Especial para Un Pasquín

Por: Ricardo Sánchez Ángel
Profesor Universidad Nacional de Colombia
Profesor Universidad Externado de Colombia

La política de orden público adelantada por el Señor Presidente y su gobierno se denomina, como todos sabemos de seguridad democrática, y es la base del programa y su actividad nacional e internacional. Tal política es señalada como exitosa por el establecimiento y sectores numerosos que siguen al Señor Presidente.

Incluso, fuera de la órbita del gobierno se apoya y manifiesta la necesidad de darle continuidad. Así lo expresa el expresidente César Gaviria, los precandidatos de este partido- la excepción es Iván Marulanda- agregando que se deben hacer correcciones.

Igual aceptación se oye de sectores “independientes” (De quién y de qué??) como Sergio Fajardo, Enrique Peñalosa y Lucho Garzón. En el Polo Democrático hay voces despistadas que se orientan en la misma dirección, aunque sus mayorías y en especial Carlos Gaviria han sido críticos de tal política.

Mi valoración es la siguiente. La seguridad democrática es la versión actualizada de la seguridad nacional del gobierno del expresidente Turbay Ayala y de las dictaduras del cono sur. Constituye una praxis de guerra preventiva contra la subversión guerrillera y el narcotráfico ampliándose a otros espacios y sectores sociales y políticos. Forma parte esta seguridad de la política antiterrorista del gobierno de los Estados Unidos diseñada en la administración Bush.

Los planes Colombia y Patriota constituyen un acuerdo de sumisión de las Fuerzas Armadas y el orden público al pentágono; una ocupación militar de media Colombia, que se acompaña del presupuesto militar más alto de América Latina.

El Señor Presidente ha extralimitado sus funciones de Jefe de las Fuerzas Armadas convirtiéndolas en un soporte político del partido presidencial. El presidencialismo constitucional hizo tránsito al presidencialismo bonapartista.

Así las cosas, el Estado asumió su papel de Estado Policía, persiguiendo la protesta social, a los indígenas y a los trabajadores. A la oposición se la sometió al espionaje, el chantaje, la calumnia, el insulto. A los intelectuales y pacifistas se los señala como agentes del terrorismo. Se ha creado una histeria contra las izquierdas y está en marcha una cacería de brujas contra Jorge Enrique Robledo, Piedad Córdoba, Gloria Inés Ramírez, Jaime Caicedo y Wilson Borja, el profesor Miguel Beltrán. El Procurador Ordóñez alienta la cruzada de satanización de la disidencia política, de las acciones de las mujeres por sus derechos al igual que los de la comunidad LGBT.

El papel criminal del DAS como policía política del Señor Presidente, los numerosos falsos positivos- verdaderos crímenes de Estado- completa la tragedia colombiana, que no da muestras de superación sino de agravamiento (Ver los reportajes de Gerardo Reyes y Gonzalo Guillén en el Nuevo Herald, www.elnuevoherald.com).

Se alega a favor de la seguridad democrática por parte del Señor Presidente que mejoró el clima de inversión extranjera, se reanudó el tránsito intermunicipal, se garantizó seguridad policial a numerosos Municipios, se dio de baja a jefes guerrilleros, se encarceló a paramilitares y otros logros más.

Es cierto esto, pero la subversión guerrillera ha renacido con ímpetu, el tráfico de drogas, los cultivos de coca y amapola permanecen, el comercio ilegal de armas aumenta, el crimen social está desbordado. Hay alarma por la gran inseguridad en ciudades y campos. Crece el deterioro social: en salud, empleo, vivienda, educación y en garantías individuales se retrocede dramáticamente.

Además se legitiman y legalizan las fortunas del narcotráfico y el paramilitarismo, la corrupción hiede en el círculo del poder, en el sector público y privado. Nuevas organizaciones del paramilitarismo siembran el terror. A la justicia representada en la Corte Suprema se la agrede para evitar que el PACTO DE IMPUNIDAD que acompaña a la seguridad democrática se rompa.

Y el Señor Presidente completa su actuación complaciendo a los financieros, terratenientes y multinacionales. Asume la teatralización del mal llamado Estado Comunitario, últimamente con la novedad publicitaria de Estado de opinión, ejerciendo la dictadura de la comunicación, la del Estado Mediático. A todo esto es a lo que llaman seguridad democrática.

Hay que invertir la ecuación: Democracia Segura, con libertades plenas, igualdad social, paz, soberanía y cooperación latinoamericana.

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