LAS DROGAS Y EL PROHIBICIONISMO


LAS DROGAS Y EL PROHIBICIONISMO[1]
Este pre-texto fue publicado en el Desove XII de la Revista Cultural EL SALMÓN. El autor es investigador del equipo académico de la Maestría en Cultura y Drogas de la Universidad de Caldas. Si desea mayor información, por favor ingrese al blog y acceda a la versión digital del artículo.

Hablar sobre drogas se erige como un ejercicio inocuo y controversial en la medida que hablamos de drogas y no sabemos a ciencia cierta qué son, cómo actúan, para qué sirven y qué sentido y significado pueden adquirir en sociedad. Al mismo tiempo, el hablar de drogas resulta controversial en la medida que se avivan pasiones y deísmos entre las partes que están a favor o en contra de estas sustancias. En dicho contexto, este escrito pretende ser una respuesta ante los prohibicionistas de las drogas y el programa fallido de la prohibición de las drogas. El cual genera más daños que las soluciones que supone ofrecer, y resulta ser la continuidad de la “Inquisición farmacrática”, perpetuada mediante una Nueva Cruzada.

La mayoría consumimos y usamos drogas cotidianamente y con diversas funciones, sentidos y significados. La abuela para la diabetes, el marihuanero para quién sabe qué, el que padece cáncer, sida, y tiene dinero para mantener su vida, el chirrete-bazuquero para rendir en su trabajo, al igual que el burócrata y oficinista que toman café y fuman el tabaco para estar más atentos en el oficio. No obstante no se logra el consenso, y cada día la situación de las drogas y de los drogos, se torna más que asfixiante.

De manera preliminar se podría plantear que las drogas son sustancias, la gran mayoría de origen vegetal, las cuales por sus características estructurales a nivel farmacológico, generan un efecto en la psique y el ánimo de quien las consume. Además, algo olvidado y poco reconocido por nosotros, es que las drogas ya sea que se fumen, se unten, beban, huelan o inyecten, de manera cruda o sintetizada, mediante técnicas de preparación, tradicionales o modernas, al lado de un chamán o sin él, se compren en la olla o en la droguería, son sustancias que van más allá de lo farmacológico y psicológico, en especial las que denominan prohibidas, insertándose en diversos contextos sociales en los cuales pasan a ser saludables o dañinas, legales e ilegales, el flagelo de la sociedad, la encarnación del mal, la gasolina del conflicto armado, el viaje sin retorno, el negocio de la vida, la manzana de la discordia que da paso a la narcocrácia que nos gobierna a nivel local y global.

En consecuencia, las drogas a nivel social plantean una paradoja y un desafío, en la medida que algunas como el café, la morfina, el alcohol o la nicotina del tabaco, luego de ser perseguidas por el establecimiento, terminan insertas en las diferentes dinámicas de la sociedad capitalista, a tal punto que es innegable el poder comercial y económico que han adquirido industrias como la BAYER, la pfizer, licoreras como la de Caldas o el Valle, y tabacaleras como la Phillips Morris, ¡inclusive Ford, y la industria del petróleo!; al son de promover un estilo de vida y propiciar la prohibición selectiva y anacrónica de diferentes drogas.

Paralelo a esto, el desafío que nos plantea las drogas que se tornan prohibidas, como la embriagante marihuana, la estimulante coca-ína, la estupefaciente heroína (hermana de la morfina y la codeína) y algunos alucinógenos visionarios, nos conduce al debate que así no se reconozca, ni siquiera se permita usar, consumir o tratar; las drogas prohibidas han resultado en algunos casos, más benéficas y saludables que muchas de las drogas que denominan legales, o permitidas-promovidas. Pasando a ser las drogas prohibidas, el chivo expiatorio perse, de la codicia e inoperancia del político y el capitalista exitoso, que generan gran cantidad de tensiones, en nombre del bien, librando una guerra contra las drogas que en los últimos treinta años ha mostrado ser un desastre total.

Así mismo, podríamos inferir que la prohibición de las drogas prohibidas es una cultura y política que se impone al interior de las sociedades occidentales y occidentalizadas, y tiene como fin el generar expresiones sociales altamente puras, limpias, aseadas, y libres de vicios, mediante (entre otros elementos) mecanismos políticos de represión y castigo penal máximo, aplicados a la tenencia, consumo, uso y demás de algunas drogas.

Esto, entre otras cosas, implica que los impulsos, pasiones y la expansión caótica de la conciencia, que se deriva del viaje con drogas, se repriman y encaminen por medio de la fuerza física y del orden autoritario, a un estado de cosas fundamentado en la ética puritana y ascética, que en últimas no sólo reprime, constriñe, y alienta el espíritu del capitalismo. También plasma un programa viciado de raíz, la Nueva Cruzada Prohibicionista de las drogas, que conjuga la convicción de la iglesia cristiana y los Estados nación por un perfeccionamiento moral y la protección de la salud pública.

Prohibición que considera algunas sustancias derivadas de plantas, sinónimo de enfermedad y terrorismo. Viendo al consumidor como víctima impotente de la inmoralidad y codicia de los productores y vendedores de drogas, o subsidiario y ejecutor del terror. Al paso que convierte al pueblo en una masa (Red) de informantes y soplones. Prohibición de las drogas que parte del supuesto humanitarismo internacional; desde el cual se considera que hay individuos y naciones, los cuales por razones culturales y económicas, aún no han llegado a una mayoría de edad, ante lo cual, los Estados mayores y responsables deben intervenir y salvar las almas de los niños que han caído en supuesta desgracia.

Este modelo de prohibición, no tiene fundamentos científicos comprobables y devela la dialéctica de la ilustración y el fracaso del programa moderno. Prohibición que genera más daños que soluciones: Violaciones a los derechos humanos. Contradicción e incumplimiento de los valores (autonomía, libertad, tolerancia). Imposibilidad de modificar la conciencia individual y colectiva. Devastaciones ecológicas derivadas de las fumigaciones con Glifosato. Intervención externa en términos políticos y económicos. La generación de mafias y el lucro ilícito de la guerrilla, paramilitares, militares, políticos, parapolíticos y lavaperros. Histeria colectiva de quienes se creen con el valor y la autoridad de prohibir esto o lo otro y permitir nada.

Ante esto, y ante los prohibicionistas de las drogas, como cantaría el grupo de Hip Hop, Bella Vista Social Club de Medellín, yo les pregunto: “…Las masacres en los barrios y en los pueblos ¿Por qué no las prohíbes? ¿Por qué no las prohíbes? Los colmillos de los perros que te cuidan ¿Por qué no los prohíbes? ¿Por qué no los prohíbes? Malos contratos, despidos masivos… ¿Por qué no los prohíbes? ¿Por qué no los prohíbes? Y tu mismo y las ventajas de tu casa, por qué no te prohíbes…”.

LUCAS PASSOS ABADIA

Msn. Cultura y Drogas. U de Caldas


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1 Comentarios

Anónimo dijo…
essso inquisidores farmacraticos abolir ya.