La espada del guerrero símbolo de cambio por justicia con equidad en Colombia


Profundo calado del mensaje simbólico tatuado en el espíritu del gobierno para cambiar estructuras de exclusión, sella el inicio del mandato popular.

 

| Por Hernando Ayala Melgarejo* / El Opinadero |

 

El Libertador Simón Bolívar legó su espada desenfundada a la lucha contra la injusticia y opresión. Paso adelante en democracia y reconciliación hacia una paz con todos.

 

La espada de Bolívar, potente símbolo de independencia, autonomía, justicia y libertad latinoamericana, es portadora de un mensaje rotundo desde la posesión del Presidente de Colombia Gustavo Petro, elegido en democracia para el mandato 2022 – 2026 que rompe doscientos años de tradición del poder público bajo el control total de élites dinásticas sociales, políticas y económicas, realidad representada por el inquilino saliente que se declaró de facto subordinado a los intereses de ese segmento de la sociedad con actitud desconectada, despectiva y de desprecio constante frente a los derechos de los más vulnerables y excluidos.

 

En ese esquema el poder público en Colombia ha sido manejado por mil doscientas ochenta y una personas de 58 familias desde 1991, los recientes 31 años, dice Jenny Pearce investigadora de London School of Economics, reconocida  universidad inglesa.  Los siguientes cuatro años repetirán algunos de estos nombres, pero gran parte de la burocracia de alto rango estará ocupada por figuras inéditas como la Vicepresidenta Francia Márquez debutante en esas esferas de poder.  

 

La historia sobre el arma emblemática del Libertador Bolívar no termina de escribirse, no está dicha la última palabra y los académicos de la Sociedad Bolivariana de Colombia aún siguen allegando datos para documentar la verdad sobre este símbolo libertario de la causa popular latinoamericana por los derechos de todos, auténtico sueño que aviva el espíritu de la lucha por la equidad en sociedades desiguales como la colombiana. Así como causas libertarias, amores y mujeres afectas a su genio apasionado, Bolívar tuvo numerosas espadas en su trasegar por la gesta que soñó culminar en la unidad de una Latinoamérica libre, autónoma, utopía que hasta hoy sigue pendiente.

 

“La espada del Perú”, regalo al Libertador de la municipalidad de Lima, forrado en piedras preciosas y funda de oro macizo, un trofeo jamás usado en batalla alguna, es la más valorada como joya preciada única en el mundo, entregada en 1825. Bolívar tuvo su  espada «Excalibur» en alegoría a la leyenda del Rey Arturo de Inglaterra que conquistó el trono extrayéndola de una piedra donde estaba incrustada. Esta otra espada celebre  llegó hasta Bolívar por Haití y con ella combatió en batallas por esos territorios de América.

 

Hay otras más y una de ellas es la que hoy esgrimirá el nuevo Presidente de Colombia en su posesión de agosto 7 para el mandato de cuatro años. Si fue empuñada por Bolívar o no en sus combates, nadie lo certifica, pero para el caso es su espada y significa hoy sin duda alguna el mensaje de justicia y autonomía en igualdad y equidad para todos que dejará en la historia el Presidente elegido por los colombianos treinta y cuatro años después de su época en rebelión invocando el espíritu bolivariano que a su vez es rector del ejército colombiano que hoy vive una experiencia de paz y reconciliación inédita en democracia. 

 

“Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias, en nombre de la libertad” escribió Simón Bolívar el 5 de agosto de 1829 en Guayaquil al Coronel Patricio Campbell, portador de una propuesta para suceder al General Bolívar en el poder con un delfín europeo de la casa Borbón, propuesta que el Libertador no dudó en tildar como una traición a la libertad vista así por el pueblo.

 

Ese pensamiento bolivariano encierra el significado del mensaje hoy con la espada del libertador en la posesión del nuevo Presidente. Ha dicho en público y en sus conversaciones con emisarios de Washington que los asuntos en las dos naciones deben ser materia de diálogo para repasar lo que sea necesario, incluida la extradición por narcotráfico, en conversación de iguales. Mensaje directo, subordinación cero. Ipso facto la derecha gringa reacciona desde el Congreso con voz republicana advirtiendo que si el  gobierno colombiano no obedece, no habrá más dólares para combatir narcotráfico y grupos armados ilegales.

 

El mandato del cambio ordenado por las urnas con más de once millones de votos para elegir al nuevo presidente arranca con una carga simbólica referida al poder de la ciudadanía para hacer cumplir sus derechos y movilizarse en defensa de lo público y la autonomía como Estado que no debe permanecer subordinado a los designios de otras naciones condicionantes para jugar el juego siempre en obediencia a sus prioridades e intereses. El simbolismo del nuevo gobierno marca distancia con el estilo y prioridades de su antecesor caracterizado por gobernar con y para los poderosos.

 

Por primera vez asume en doscientos años un gobierno elegido contra toda forma de poder y maquinaria tradicional, por el pueblo, con el pueblo y para el pueblo con un enfoque contrario a la prioridad para poderosos de aristocracia y oligarquía, foco en la cúspide de la pirámide social con toda suerte de privilegios, inequidades y exclusiones. Ahora el foco de la gobernanza con todos parte desde la base ciudadana convocada por el nuevo gobernante en obediencia a su mandato popular  a organizarse y movilizarse más desde todas las comunidades en cada territorio local y en todas las identidades posibles. Ciudadanía sintonizada con democracia real día a día apropiando el saber y conocimiento de lo público de manera cotidiana.

 

La promesa de cambio real por la vida desde el logro de una paz total en un ambiente de convivencia que deponga las causas de violencia por múltiples factores, debe cumplirse dentro del contrato social escrito en la Constitución Nacional de 1991 un tratado de derechos para todos, en la capacidad de garantizar libertad y posibilidades para desistir de la ilegalidad con su vorágine de violencia  de múltiples actores. La lista de promesas es imposible de suplir en 48 meses con 1.300 billones de pesos COP erario en ese tiempo. La turbulencia será permanente y el sabotaje intenso.

 

Reformas estructurales deberán sentar los pilares sólidos para la continuidad de un proceso coherente que merezca la garantía de un relevo en 2026 que no devuelva lo avanzado en un cambio real. Progresismo versus feudalismo son las fuerzas antagónicas en la navegación del barco. Si el cambio falla el pueblo que fue esta vez superior a sus dirigentes será corresponsable por omisión. Las fuerzas del saqueo tradicional están a bordo en primera clase.

 

Hay que vigilar, controlar y castigar toda trampa y acto de venalidad que impongan los derrotados que lograron cuota por gobernabilidad con el control que mantienen en el poder legislativo, democracia representativa dañada donde debe operar con todo rigor el cambio de esta realidad.

 

La espada del guerrero libertador de la Gran Colombia es símbolo guía de la ruta de un cambio real con justicia social, paz y unidad, sueño de Bolívar sin cumplir. La esperanza está en el cumplimiento del mandato popular 2022. Actuar para ver.

 

* Periodista, correo: disnnet@arojas

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