El “gran hermano” ya está en la Universidad del Tolima


Corrupción electoral y el proyecto de control totalitario

 

| Por: Alexander Martínez Rivillas* |

 

Como lo había anticipado, y con contadas excepciones, la mayoría de las elecciones a los consejos universitarios fueron todo un espectáculo de constreñimientos al elector. No contenta la administración actual con defenestrar las elecciones en los cargos uninominales (ahora son meras consultas), cumplieron el sueño totalitario de controlar la más importante representación profesoral, esto es, la del Consejo Superior. No hay ninguna oposición cierta en ese órgano y el programa de concentración total del poder rectoral se ha cumplido.

 

Las pruebas recaudadas son irrefutables. Mensajes de directivos o funcionarios solicitando el voto del candidato del rector a la decanatura en la facultad de ciencias humanas y artes, o el apoyo a la plancha prorrectoral del Consejo Superior desde la dirección de programas de la facultad de ciencias de la salud y de la facultad de ciencias de la educación. De hecho, la masiva divulgación de solicitudes de apoyos a la plancha profesoral al Consejo Superior alineada con el rector Mejía tuvo rechazos por parte de algunos catedráticos del IDEAD; y la propia publicidad institucional inducía a votar, convenientemente, por las planchas No. 1 (ver correos). Claramente, se violó el propio reglamento de elecciones en sus distintos apartes, lo que seguramente será investigado, dado que esta administración ya recibió una impugnación exitosa por violar el reglamento electoral. Una segunda investigación en este sentido podría ser vista por los jueces como una práctica sistemática de corrupción electoral (ver norma). 


De hecho, la arquitectura totalitaria se venía cocinando desde las reformas estatutarias y las reglamentaciones a discreción del rector Mejía. Cuando conformamos en el pasado la comisión profesoral para la reforma estatutaria, cuyas propuestas fueron desconocidas por esta administración y el Consejo Superior, verificamos que las Universidades Nacional, del Valle, Industrial de Santander, de Nariño, y de Antioquia, previeron pesos porcentuales mayores en los votos del profesorado de planta, y pesos porcentuales menores en los votos de los catedráticos, e incluso algunas regulaciones no les asignaban participación. La razón es simple: valoraron que el constreñimiento al elector podía clientelizar a sus propias instituciones a niveles destructivos con su misión científica y académica. Pues, precisamente fue eso lo que hizo esta administración para las pasadas elecciones: reglamentaron el voto universal de profesores de catedra y de planta como si en los hechos fueran el mismo actor universitario.    

 

Ese populismo atroz y esa manipulación descarada del elector catedrático ya lo había vivido en carne propia en la Universidad Distrital. De hecho, a muchos de nosotros nos indignaba que esta institución hiciera propaganda masiva con nuestros propios méritos o publicaciones. En efecto, es lo mismo que hoy está haciendo la administración Mejía con la mayoría de estos docentes precariamente vinculados. Ahora bien, ¿quién ganó la plancha profesoral al Consejo Superior? No estoy seguro si los catedráticos que apoyaron esta plancha saben de las consecuencias de su elección.

 

La profesora de planta que ahora ostenta esta representación al Consejo Superior se ha opuesto a las mismas asambleas profesorales para denunciar la corrupción y el clientelismo en la Universidad del Tolima. Incluso, sin conocer las pruebas que se expusieron, invitó a no asistir a estos espacios de deliberación. Esta es una evidencia irrefutable de su connivencia con el proyecto barretista y la administración actual. Así mismo, solicitó la lista de nombres concretos de los docentes que votaron la proposición de renuncia del rector. Y la cereza en el pastel: se opuso públicamente a la exigencia asamblearia de abrir concurso de méritos para 100 docentes de planta y 100 docentes ocasionales. Todas ellas situaciones que demuestran una posición ultraconservadora, riesgosamente autoritaria, y abiertamente contraria a la ampliación de oportunidades de trabajo estable a los mismos catedráticos. Creo que, si hubo dudas sobre los temores de la implantación de un proyecto disciplinador y policivo del “pensamiento” en la Universidad del Tolima, con esta elección se cierra el círculo del control autoritario, y se hace patente que este proyecto ya está aquí y para rato. 

 

* Profesor asociado de la Universidad del Tolima.

 

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