El 8M no puede ser solo un "folklore de izquierdas"

 

"No dejemos que el 8M sea otra vez un desfile sin ningún tipo de influencia política radical".

 

Las perspectivas para las mujeres trabajadoras no pueden ser más negras. Por si faltaba algo, los debates en el seno del feminismo en vistas del 8M aparecen plagados por una virulencia extremadamente poco productiva sobre la llamada "ley trans"... Según mantiene el colectivo Trinchera, "la progresiva disgregación del sujeto político, de la clase trabajadora a las mujeres, de las mujeres a las personas LGTB y de ahí a las personas trans, nos ha llevado a luchas cada vez más minoritarias (...)

 

| Por Trinchera / Canarias Semanal |


Nos acercamos a un nuevo 8 de marzo. A nuestro alrededor, se suceden cambios tan drásticos y rápidos que es difícil valorar en que formas acabarán solidificando las aristas de la nueva normalidad que nos quieren hacer tragar con tanto ahínco. 

 

Por lo pronto, constatamos un ataque visceral a los derechos y libertades de la clase trabajadora, un retroceso de nuestras condiciones materiales de subsistencia y reproducción, una profundización de la desindustrialización en ciernes, un aumento dramático del paro y una desarticulación de las pocas y limitadas regulaciones del trabajo que aún quedaban en pie. En pocas palabras, una debacle que va a provocar innumerables sufrimientos a nuestra clase trabajadora y que va a venir acompañada, como no puede ser de otra manera, por un aumento cualitativo de la represión, que va a intentar aplastar todo conato de resistencia.

 

Ante la falta de una propuesta no sólo revolucionaria, sino simple y llanamente de clase, unida a la inestabilidad, la precariedad y el miedo, no sería sorprendente el viraje de masas de trabajadores y trabajadoras hacia posiciones más reaccionarias, incluyendo un refuerzo de los roles de género, como alternativa menos costosa para garantizar la supervivencia y herramienta milenaria de control de posibles expresiones de malestar y disidencia.

 

Las perspectivas para las mujeres trabajadoras no pueden ser más negras. Por si faltaba algo, los debates en el seno del feminismo en vistas del 8M aparecen plagados por una virulencia extremadamente poco productiva sobre la llamada "ley trans", donde cualquier crítica a la ley se presenta como un ataque tránsfobo, mientras cualquier defensa de la obviedad de que las personas trans tienen, o deberían, tener derechos, se presenta como un nuevo ataque de la conspiración posmoderna, arrastrándonos sin remedio a un no-debate, a un falso debate que deja fuera de cuadro una realidad que va más allá de la ley.

 

¿Cómo facilitar el acceso al trabajo de un colectivo que sufre un 75% de desempleo en una situación económica como esta?

 

¿Cómo garantizar cualquier tratamiento médico u hormonal cuando es la sanidad pública la que está siendo desmantelada?

 

¿Cómo defender políticamente los derechos de las personas trans, mientras nos arrancan uno a uno todos los derechos y libertades políticas a las y los de nuestra clase? 

 

Siguiendo la estela del feminismo, el movimiento LGTB y el movimiento por los derechos de las personas trans ha abocado todas sus fuerzas a la lucha institucional. La búsqueda de representatividad para conseguir la aprobación de leyes más progresistas no es, ni se puede descartar, como secundaria. Es una parte importante del camino hacia la revolución, conseguir reformas. Pero no puede ser el único camino.

 

La progresiva disgregación del sujeto político, de la clase trabajadora a las mujeres, de las mujeres a las personas LGTB y de ahí a las personas trans, nos ha llevado a luchas cada vez más minoritarias, de las que la mayoría de las personas trabajadoras ni tan siquiera ha oído hablar, ni considera que sea asunto suyo.

 

La única forma de que esta situación se revierta es volver al seno de la clase, como sujeto político y organizativo, diverso y en permanente cambio, desde donde no sólo se puede luchar por los derechos que afectan a las personas trans, como es facilitar el cambio de identidad en un registro, sino por todos los derechos que las personas trans comparten con el resto de personas trabajadoras: el derecho a un trabajo, el derecho a la vivienda, el derecho a la libertad de expresión, etc.

 

Este 8M será especial porque coincide con la mayor ola de protestas desde el Procès de independencia de Catalunya, con un nivel de enfrentamiento muy alto con las fuerzas represivas y en un contexto de subordinación de la clase trabajadora a un sentido común opresor cuidadosamente manufacturado desde el poder y retransmitido a todas horas por los grandes medios de comunicación. Ay, los contenedores. La lucha por la libertad e inmediata excarcelación de Pablo Hasel, no es como se ha podido escuchar en ciertos medios feministas, de la forma más oportunista y lamentable posible, una lucha “sólo” por los raperos, ni “sólo” por los hombres, ni “sólo” por los blancos… La lucha por la libertad de Hasel es la lucha por nuestros derechos y la incapacidad de verlo no hace más que dejar de manifiesto hasta qué punto es dañina la división de la clase en miradas de colectivos organizados por reivindicaciones parciales.

 


Las personas trans, las personas LGTB, las mujeres, pero también los hombres, todos los integrantes de nuestra clase obrera diversa y bastarda estamos vendidos a no ser que nos unamos entre compañeros de clase y juntos, por una vez, dejemos de creernos los cantos de sirena de la progresía imperante, que nos promete una y otra vez que nos va a solucionar la vida con una ley que luego nadie cumple ni nadie tiene voluntad política (ni capacidad) de imponer.  

 

Frente a las repeticiones mecánicas de eslóganes de un pasado triunfante pero ya muerto, frente al abandono de la lucha por cambiar el mundo radicalmente, frente al derrotismo que nos lleva a refugiarnos en las instituciones o en las redes sociales, desde Trinchera reivindicamos trabajar desde la valentía, el realismo y el barro de la clase trabajadora realmente existente, con sus limitaciones y su enorme generosidad y potencialidad, desde las mujeres que nos dejamos el cuero trabajando y los hombres que nos acompañan en la vida, desde la extrema creatividad y riqueza de experiencias que compone la vida de las y los trabajadores bajo el capitalismo, desde la convicción de que no hay más opciones que unirnos, para luchar, con autonomía de clase contra la explotación y la opresión. 

 

El 8M no será más que folklore de izquierda hasta que no seamos capaces de hacer carne de las reivindicaciones históricas de las mujeres trabajadoras. Desde los espacios de base, mixtos y de clase, hasta los partidos revolucionarios, aún en el hacerse, tenemos que conseguir recuperar la única lucha de las trabajadoras que no lleva a un callejón sin salida. La lucha revolucionaria, la lucha por el socialismo. Un 8M más, estaremos en las calles, estaremos en los actos de protesta. El 9M os esperamos a todas en los espacios organizativos de base, en las asambleas mixtas, en los sindicatos, en los espacios frentistas de clase, como es la Corriente Clasista Primero de Mayo y en Trinchera, organización abocada a la construcción del partido revolucionario. No dejemos una vez más que la lucha por los derechos y reivindicaciones de las mujeres trabajadoras acabe siendo un desfile sin ningún tipo de influencia política radical, no dejemos que nuestras necesidades sirvan para romper sino para unir a la clase en sus demandas. Una vez más, está en nuestras manos.

 

¡Por las mujeres trabajadoras! 

 

¡Por la clase trabajadora!

 

¡Luchemos por el socialismo!

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