El martirio de Gaza: Una saga sin fin


| Por; Gearóid Ó Loingsigh |

 

Hace unos años Norman Finkelstein publicó un libro que se llama Gaza: Una investigación sobre su martirio. En ese libro miró a varios episodios grandes en una larga embestida al pueblo de Gaza, entre ellos la Operación Plomo Fundido y también el ataque al barco Mavi Marmara y el Informe Goldstone, entre otras cosas.  Lo pudo haber escrito ayer sobre los actuales planes de genocidio del Estado de Israel.

 

La actual ofensiva israelí, no es más que una masacre más en una larga lista. Esto no es una reseña del libro, aunque vale la pena leer cualquiera de sus libros y se debe.  Más bien, quiero usar el libro para demostrar que lo que ocurre ahora no es nuevo, es sólo más intenso. Israel ya ha asesinado, ha mentido, y ha cometido crímenes de guerra y siempre recibe el apoyo de los países occidentales.

 

Ante todo debemos tener muy claro que estamos donde estamos en parte por los Acuerdos de Oslo y también el papel jugado por la Autoridad Palestina y la OLP.  Ellos no pueden lavar sus manos del asunto.

 

«Uno de los sentidos de Oslo», apuntaba el exministro de Exteriores israelí Shlomo Ben-Ami, «fue que la OLP […] se convertía en colaboradora de Israel en la tarea de aplastar la intifada y atajar […] una lucha auténticamente democrática por la independencia palestina». En concreto, Israel se esforzó en reasignar a sus sustitutos palestinos las tareas sórdidas de la ocupación. «La idea de Oslo», reconocía el exministro israelí Natan Sharansky, «era encontrar un dictador fuerte que […] tuviera bajo control a los palestinos».   «Los palestinos establecerán una seguridad interna mucho mejor de lo que lo haríamos nosotros», les contaba a los escépticos entre sus filas el primer ministro israelí Isaac Rabin, «porque no permitirán apelaciones al Tribunal Supremo y no consentirán que las asociaciones de derechos humanos israelíes critiquen la situación. […] Gobernarán según sus propios métodos y, esto es lo más importante, librarán a los soldados israelíes de tener que hacer esa tarea»[1]

 

Es decir, Gaza desangra bajo la mirada pasiva de los burócratas de las autoridades palestinas y por supuesto, la de los regímenes reaccionarios árabes los cuales nunca han movido un dedo para apoyar a sus hermanos palestinos, ni siquiera con la amenaza de cortar el suministro de petróleo al Occidente, algo que podrían hacer ahora mismo, pero no lo harán. También ocurre bajo la mirada de una izquierda que corretea gritando Implementar Oslo! Solución de Dos Estados! Ignorando el hecho que Oslo representó una derrota ideológica, política y militar para los palestinos. La OLP asumió su papel como títere, administrador de algo como un pequeño concejo municipal y como principal represor de los que seguían luchando por la libertad de Palestina.

 

Si se estudia el II Acuerdo de Oslo, firmado en septiembre de 1995, y si se analizan con detalle los derechos y deberes mutuos de las partes contratantes del acuerdo de 1993, se puede ver lo que pesaba más en las cabezas de los negociadores palestinos: mientras que hay cuatro páginas completas dedicadas a «El paso de los VIPs [palestinos] (la sección se subdivide en “VIPs de categoría 1”, “VIPs de categoría 2”, “VIPs de categoría 3” y “VIPs secundarios”)», menos de una página (la última) se dedica a la «Liberación de los presos y detenidos palestinos», que se contaban por muchos miles…

 

El fin apenas disimulado del prolongado periodo interim de Oslo no era construir la confianza o facilitar la paz entre israelíes y palestinos, sino montar una colaboración que facilitara una ocupación de Israel sin cargas para este último.[2]

 

Sin embargo, Israel es ahora militarmente débil. Finkelstein señala algunos ataques donde Israel ha mostrado su debilidad. Su predilección es por ataques contra una población civil que no puede responder. En 2006 optó por bombardear a civiles en Líbano en vez de entrar en un combate de verdad con Hezbolá “porque aterrorizar a la población civil libanesa pareciera constituir un método barato de «pedagogía»”[3]

 

En la Operación Plomo Fundido en Gaza Israel siguió un camino parecido con el bombardeo de civiles en vez de invasiones por tierra donde sus tropas enfrentarían a la ira de Hamas y otras organizaciones armadas. Así primero bombardearon implacablemente antes de que entraran sus tropas. Cuando sus tropas entraron, la población civil era su objetivo preferido en ese entonces, tal como es ahora. El asesinato de civiles no nuevo. Es parte de una estrategia israelita de buscar victorias fáciles.

 

Un combatiente recordaba una reunión con su comandante de brigada y otros donde las «normas de combate», «esencialmente», se expresaron en la línea de «si ves algún signo de movimiento, dispara». Otros soldados recordaban: «Si al segundo oficial del batallón le parecía una casa sospechosa, la volábamos.  Si a los soldados de infantería no les gustaba la pinta de esa casa, disparábamos» (soldados sin identificar); «Si nos encontrábamos ante una zona tapada por un edificio, se derribaba el edificio.  No se preguntan cosas como “¿quién vive en ese edificio?”» (soldado recordando las órdenes de su comandante de brigada); «En cuanto a las normas de combate, el ejército trabaja con la hipótesis de que en toda la zona no habría civiles. […] A cualquiera que se encontrara allí, por lo que respecta al ejército, habría que matarlo» (soldado no identificado); «Nos dijeron:  “Ante cualquier señal de peligro, abrid fuego a discreción”» (miembro de una patrulla de reconocimiento); «Disparábamos a cualquier cosa que se moviera» (combatiente de la Brigada Golani); «A pesar del hecho de que nadie nos disparaba, los disparos y las demoliciones continuaban sin parar» (artillero de un tanque).  «Esencialmente, a una persona le bastaba con estar en un lugar “problemático”», descubría un reportero de Haaretz, «en circunstancias que se podrían definir vagamente como sospechosas, para ser “incriminada” y, de hecho, sentenciada a muerte».[4]

 

En total, alrededor de 1.400 palestinos fueron asesinados en la Operación Plomo Fundido, 80% de ellos eran civiles de los cuales 350 eran niños. Las bajas israelitas eran irrisorias en comparación, apenas 10 combatientes, 4 de los cuales murieron bajo fuego amistoso.[5] En ese entonces, como ahora Israel sacó a lucir el viejo tropo de los escudos humanos. Amnistía Internacional no encontró prueba alguna de eso,[6] pero por el contrario encontró pruebas de que Israel había utilizado a niños como escudos humanos.[7] También se encontró que Israel utilizó como usa ahora, fosforo blanco contra escuelas, hospitales e incluso personal de la UNRWA.[8] Es más, 99% de los ataques aéreos fueron precisos.[9] Si mataran a civiles era porque los civiles eran el blanco.

 

Luego de la operación, se publicó el Informe Goldstone. No sorprendió a nadie cuando habló de los crímenes de guerra cometidos por Israel y en menor medida Hamas. Es una lección ejemplificadora para los que confían en la Corte Penal Internacional.  Goldstone hizo varias recomendaciones.

 

Se exhortaba a los Estados individuales dentro de la comunidad internacional a «iniciar investigaciones penales en los tribunales nacionales, usando la jurisdicción universal, allí donde hubiera evidencias suficientes de la comisión de graves infracciones de las Convenciones de Ginebra de 1949. Allí donde, tras la investigación, estuviera justificado, los supuestos infractores deberían ser detenidos y juzgados según los criterios de justicia internacionalmente reconocidos»[10]

 

Sabemos que nada de eso pasó.  De hecho, los gobiernos occidentales hicieron caso omiso del informe. A Goldstone le obligaron a retractar las conclusiones de su informe. Netanyahu por su parte anunció que él quiere hacer unas enmiendas a las reglas de la guerra, lo que provocó al historiador Israelí Zeev Sternhell a preguntar “¿Qué es lo que quiere Israel?”… ¿Permiso para atacar ferozmente núcleos de población indefensos con aviones, tanques y arti­llería?”[11]  Efectivamente.

 

Aquí nos encontramos ahora con Israel unilateralmente enmendando las reglas de guerra con el visto bueno de la UE y los EE.UU., entre otros. Asesinan a civiles y nadie propone hacer nada. En la Operación Plomo Fundido, la sentencia más dura emitida por una corte de Israel fueron siete meses y medio a un soldado por el robo de una tarjeta de crédito.[12] Delitos financieros menores pesan más que crímenes de guerra o de lesa humanidad. Luego de este genocidio en Gaza no podemos esperar mayor cosa de la CPI.

 

En su historia, la CPI ha abierto 31 casos, incluyendo uno por genocidio.  Todos contra dirigentes africanos. No quiere decir que esos dirigentes no merecían ser juzgados por sus crímenes pero la CPI es el brazo jurídico del imperialismo. Nunca ha intentado juzgar a los poderosos del occidente y mucho menos a Israel, a pesar de todo. Este año emitió un comunicado donde anunció que emitiría una orden de captura contra Vladimir Putin por delitos de guerra, y lo hizo por iniciativa propia.[13]

 

En este caso de Gaza no hará nada parecido.  Los que confían en la CPI o en la Autoridad Palestina se autoengañan. Esta situación es el resultado de muchos años de mirar por otro lado mientras Israel cometa toda clase de delitos.  No actuó antes y no lo hará ahora.  Los regímenes árabes tampoco harán mayor cosa, que no sea que sus propios pueblos los obligan. Ellos teman a los Palestinos y a sus propios pueblos, porque saben que la lucha contra el sionismo es también una lucha contra ellos.  Antes los grupos palestinos más revolucionarios decían que el camino a Jerusalén pasaba por Amman o por Damasco. Tenían razón, pasa por esos capitales y también por Beirut, Riyadh, Cairo y todos los demás y no por la CPI. De hecho, algún día se debe juzgar a los jueces y fiscales de dicha entidad por su complicidad por omisión en los crímenes de guerra y lesa humanidad de Israel.

 

Va más allá de las posibilidades de este artículo a tratar el papel de Amnistía Internacional en sus propios informes sobre Palestina.  Como Finkelstein dice son “lejos de ser la excepción que confirmaba la regla, Amnistía fue una variante de la regla: en lugar de silenciar los crímenes de Israel durante la Operación Margen Protector, Amnistía los blanqueó.”[14] Lo dejaré para el lector a buscar más información en el libro sobre esa traición particular.  Basta con decir que no podemos esperar mucho de esas organizaciones. En el mejor de los casos recogen datos que podemos usar a veces.


Fotografia: Nueva Tribuna

 



[1] Finkelstein. N. G. (2019) Gaza: Una investigación sobre su martirio. España. Siglo XXI de España Editores. para 9.15

[2] Ibíd., paras 9.19 y 9.21

[3] Ibíd. para 10.12

[4] Ibíd., para 11.10

[5] Ibíd., para 12.12

[6] Ibíd., para 12.4

[7] Ibíd., para 12.6

[8] Ibíd., para 12.12

[9] Ibíd. para 21.15

[10] Ibíd., para 14.6

[11] Ibíd., 14.7

[12] Ibíd., 14.12

[14] Finkelstein, N.G. (2019) Op. Cit, para 23.2

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