Dos caras de la misma moneda o tres?, cuatro? …?


| Por: Oscar Amaury Ardila Guevara  |

 

A propósito de los últimos presidentes en Latinoamérica cuestionados por X, Y o Z, se puede observar claramente la mano siniestra del poder económico y político que gobierna los destinos de estos pueblos oprimidos. Las aparentes dos caras que muestra una misma situación de relevancia internacional en estas latitudes, están apostadas en los hechos políticos sucedidos para los ejecutivos del Perú y del Ecuador, cada una con sus características propias y “peculiares tratamientos”; la misma moneda que se tira al aire sin ningún nerviosismo, la que controla una buena cantidad de economías de países en el mundo, la que goza de la más extendida circulación global, la que controla las transacciones comerciales de toda índole, es la misma que está detrás de las decisiones y actuaciones de sus alfiles tercermundistas.

 

(UNA) En el Perú, a Pedro Castillo por su anuncio de ordenar la disolución del congreso, la instauración de un “gobierno de emergencia excepcional”, la promesa de una convocatoria inmediata a elecciones y el ofrecimiento de que ese nuevo Congreso elaboraría una nueva constitución, fue motivo suficiente, para que las fuerzas sistémicas neoliberales y conservadoras del statu quo, saltaran enfurecidos, mostraran su unidad de cuerpo y calificaran sus intenciones de golpe de Estado. Independientemente de las relativas valoraciones a distancia sobre esa noticia, es posible que la ingenuidad del profesor presidente se hubo deshecho en una llana torpeza política, tal vez por su inexperiencia en esos escenarios de representatividad legislativa y ejecutiva; la “malicia” (astucia) indígena a la que por acá tanto se hace referencia para resaltar agilidades mentales de estos hermanos, no se asomó por el pensamiento del encartado mandatario y sus amigos. Del otro lado, la oposición alebrestada por la invaluable ocasión, junto a la maquinaria de medios de comunicación, las fuerzas militares y de policía y los gobiernos de la derecha internacional, no escatimaron en calificar el hecho como “antidemocrático” para destituirlo por rebelión, capturarlo y encarcelarlo. Aunque la respuesta de la población fue justificadamente beligerante ante el oprobioso procedimiento del sistema, no fue suficiente para compensar el costo político de agredidos, encarcelados y asesinados por el poder.

 

(DOS) En el Ecuador, Guillermo Lazo fue acusado de peculado por la mayoría de parlamentarios de la Asamblea Nacional, al cuestionarle irregularidades probadas en un contrato firmado entre la empresa estatal Flopec y la firma privada Amazonas Tanker; argüían (arguyen?) los legislativos la apropiación indebida de recursos públicos y su actuación negligente que le evitarían mayores perjuicios al país. La OEA en su condición de agente protector de los intereses económicos y políticos de su preciada moneda capitalista, se apresuró a pedir “respeto de los mandatos constitucionales” y en su quehacer demagógico, instaba a que el parlamento actuara “con la mayor responsabilidad y mesura política e institucional”. El juicio político que se adelantaba con el apoyo mayoritario de los asambleístas para completar su última fase en la señalada causa, preveía la posible destitución del procesado banquero. Pero la malicia (malevolencia) de los potentados locales y regionales, fueron elementos suficientes para echar a andar su estrategia elusiva y conveniente, a partir del referente constitucional conocido como “muerte cruzada”; a contrario sensu de la lógica política y la racionalidad ética, el presidente Lasso disolvió el parlamento a través de decreto bajo el argumento de “grave crisis política y conmoción interna” y su claro propósito de aprovecharse del establecimiento lo dejó indemne, sin juicio, sin destitución y mucho menos sin cárcel como en el caso del Perú. Tras el hecho, sendas demandas de inconstitucionalidad que no prosperaron, declaraciones de organizaciones sociales y algunas manifestaciones de docentes y estudiantes, no alcanzaron a resaltar en las noticias internacionales, quedándose solamente en los postrados y fríos estertores de la reclamación popular, resignada ante la arrogancia el poder tradicional.  

 

(TRES) En Chile, Salvador G. Allende fue víctima del brutal golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973, tras el operativo llevado a cabo por las fuerzas militares de la armada, fuerza área, carabineros y ejercito; la concepción socialista del poder y su gobierno de la Unidad Popular, bastó para que la moneda del norte (EEUU, CIA) a través de sus esbirros (Partido Nacional, Democracia Cristiana), irrumpiera en la moneda del sur (el palacio), y liquidara la primera representación en el mundo de orientación marxista elegido en el supuestamente un Estado de derecho. Antes del deplorable hecho, sus detractores alineados ideológicamente con los mayores intereses económicos de multinacionales y poderosas élites, habían perfilado un sombrío recorrido institucional, para profundizar una crisis económica y lograr mayor presión, impulsando en el Congreso una acusación, bajo el denominado “Acuerdo de la Cámara de Diputados sobre el grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la república”. Pero los militares cobijados por el apoyo y financiamiento externo de Nixon y Kissinger, decidieron de tajo la instauración de una Junta Militar encabezada por Pinochet, enaltecido como “jefe supremo de la nación” y presidente hasta 1988. Allende, fiel a sus convicciones de igualdad y justicia, y asiéndose a principios constitucionales y democráticos, intentó creído en la institucionalidad, la creación de un Estado socialista defendiéndole hasta su mismo sacrificio, por la dignidad de los pueblos.

 

(CUATRO) En Haití, el presidente Jean-Bertrand Aristide en 2004 fue secuestrado por un comando de las fuerzas especiales estadounidense, consumando un golpe de Estado, enviándolo a Bangui capital de la República centroafricana con el apoyo de agentes franceses de seguridad. (CINCO) En Bolivia, en 2008 el gobierno del MAS con Evo Morales enfrentó una escalada conspirativa por la oposición, aupados por el gobierno de los EEUU, interesados en privatizar y controlar los recursos mineros; con el manido argumento de fraude electoral, se tomaron el manejo del Estado por un periodo con la patética intervención de la OEA y la comunidad internacional. (SEIS) 2009 Honduras, (SIETE) 2002 Venezuela, (OCHO) 2012 Paraguay, (NUEVE) 2016 Brasil, (DIEZ) Colombia, Etc.

 

La historia de las alternativas expresiones políticas en la arena institucional no solo en América sino en el mundo entero, esta cruzada (como la “muerte” en Ecuador), por la más rancia de las posturas conservadoras del sistema económico, que solo ven en el capitalismo la redención moral y la “pureza” humana. Los hilos del poder, soportados en el bienestar de empresas privadas, consorcios particulares o familias acaudaladas, logran mantener a sangre y fuego, o en su versión más progresista a tejemanejes, cocteles, pan y circo, las estructuras nacionales en función del liberalismo, el esnobismo y la competencia. Aunque los gobiernos de izquierda intenten la implementación de algunas medidas disímiles en las sociedades de mercado internacional, no dejaran de mirarse peligrosas y siempre estarán vigiladas por el dueño de la moneda imperial, para que no prospere la distribución social-ista de la riqueza, los bienes y los servicios.


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