Afranio Parra Guzmán, nuestro primer utopista colombiano

 

| Por: Alexander Martínez Rivillas* |

 

Afranio Parra Guzmán fue comandante del M19. Nació en el Líbano, Tolima, en 1944, y fue asesinado en 1989 por agentes del Estado en Bogotá. Desde sus inicios universitarios en el programa de economía de la Universidad de Nacional de Colombia prefirió la acción revolucionaria. Su coterráneo, Rodrigo Castellanos Luque (ya fallecido), quien fue compañero de estudios de Afranio en el mismo programa de economía, me confesó en una ocasión que antes de abandonar la universidad, le explicó las razones que lo llevaron a tomar dicha decisión. Rodrigo, por supuesto, también me confesó que, a pesar de querer acompañarlo en su fase insurreccional, prefirió continuar sus estudios por sentirse literalmente incapaz de asumir una militancia armada.  

 

Afranio exploró la poesía, el cuento, la composición musical, la pintura y el ensayo. Gracias a sus familiares tuve la fortuna de conocer varias de sus pinturas y sus canciones en aires andinos. Me sorprendió desde ese momento su amplia visión de experiencias de interpretación e intervención del mundo de su época. Pero, especialmente, su refinada intuición para abordar temas teóricos en filosofía y en ciencias políticas. Quizás no exista un militante del M19 que haya podido combinar con la misma excelsitud, las artes y el ensayo con la vida guerrillera. Es más, no creo que ninguno de sus comandantes más avezados en el campo de la guerra, como él mismo lo era, hayan cultivado mejor aquellas artes y reflexiones letradas.

 

Ciertamente, desconcierta la convicción con la que exponía su “teoría de la Edad del Cuarzo y la Transparencia” que, a primera vista, parece un narrativa mística o metafísica sobre un sin número de cuestiones. La obra ensayística y estética de Afranio es amplia, pero se encuentra dispersa en varias antologías, manuscritos y medios digitales, y merece una edición de la mayor calidad y curaduría. Sus notas acerca de la obra Marx merecen un estudio particular, lo mismo que un estudio riguroso de la “teoría de la Edad del Cuarzo y la Transparencia”. Sus distintas entrevistas y ensayos demuestran una reflexiva mirada del “perspectivismo amerindio” o del “animismo americano”, y un esfuerzo de síntesis con las potencialidades revolucionarias del socialismo en las situaciones concretas de nuestros campesinos e indígenas. Ciertamente, demostró un amplio conocimiento etnográfico de sus pueblos, pero sin renunciar a traducirlos a lenguajes insurreccionales autonomistas e, incluso, antiestatales.

 

En mi opinión, su vida y obra representan la visión utópica de mayor originalidad que hayamos tenido en el país. Sus reflexiones sobre la ciencia, la estética, el misticismo cristiano, el animismo, la política, la no política, el socialismo, el indigenismo y el campesinismo, acompañadas de una militancia sin descanso son, por sí mismas, una utopía encarnada en ese “sedicioso” de origen campesino y autodidacta feroz. Para terminar, citaré un fragmento de una carta que le escribe a una de sus compañeras de militancia, que parece armonizar aquel policentrismo de saberes y formas de vida, y que explota esa noción de la “atracción apasionada” de Fourier:

 

“Sólo cuando la política deje de encubrir realidades aparentes y formales y se meta hasta el fondo de la realidad real del Continente y sus pueblos; sólo cuando la política deje de ser la cancha de los países legales e institucionales y se meta hasta el fondo en los países ocultos y olvidados; sólo cuando la política deje de alimentar los apetitos de unos pocos y se convierta en la verdadera manera de relacionarnos con nuestros semejantes en procura del bien común; y sólo cuando la política vea al hombre en su integralidad, podremos decir que empieza a realizarse el hombre americano y de otras partes del hemisferio. Será el momento de la reconciliación del hombre con el hombre, de la sociedad con la naturaleza, del Estado con la sociedad y de ésta consigo misma y sus integrantes.

 

Será el momento del encuentro de la inocencia primitiva y nuestros orígenes con la utopía de un presente de realizaciones. Habremos reconciliado las ideas con el alma, y en últimas, todas las fuerzas se habrán compactado, sin perder sus particularidades, en una sola fuerza dinamizadora de la sociedad: La Atracción Apasionada. Será el comienzo de una nueva edad y una nueva era: La Edad del Cuarzo y la Era de la Transparencia; pero ya te dije que sobre este tema te contaré más tarde. Es un hermoso sueño y quien no sueña y no se aventura nunca podrá ser libre” (La Política y los Afectos, 15 de septiembre de 1987, Afranio Parra Guzmán).

 

            

* Profesor asociado de la Universidad del Tolima

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