El pensamiento anarquista de nuevo al ataque. A propósito de la obra póstuma de David Graeber

 

| Por: Alexander Martínez Rivillas* |

 

El libro póstumo de David Graeber, “El amanecer de todo. Una nueva historia de la humanidad”, en coautoría con David Wengrow, es una obra monumental. Casi 850 páginas en su edición española, reconstruye el debate contemporáneo sobre las causas de las desigualdades y la vigencia de las libertades “perdidas”. Es un texto principalmente antropológico, pero con vetas de filosofía política y de diversas ciencias relacionadas con la arqueología, la geografía y la historia. Otro edificio reflexivo y documentado sobre nuestra civilización que recuerda los trabajos de Jared Diamond y de Edward Osborne Wilson sobre la historia a gran escala o la historia de la humanidad. Por supuesto, con un enfoque distinto a los de estos pioneros.

 

Un valor a destacar. Aporta materiales e interpretaciones novedosas respecto al fenómeno de la organización social en general y su desarrollo, que van más allá de los trabajos canónicos y superficiales de, por ejemplo, Francis Fukuyama y Yuval Noah Harari, en los temas relativos a la antropología evolutiva, a la biosociología, a la paleoantropología y a la historia del surgimiento del Estado y la agricultura. Se rescata el método materialista crítico del viejo Gordon Childe, el gran arqueólogo de la primera mitad del siglo XX. La obra de Graeber y Wengrow demuelen también las interpretaciones dominantes sobre los orígenes de las desigualdades y de los Estados, recurriendo a un vastísimo material etnográfico y arqueológico que permiten matizar de manera superdiferenciada las sociedades del Neolítico, y sus diversos caminos hacia sus regímenes políticos y sus configuraciones preestatales y estatales.

 

Muchas de las afirmaciones aparecen como hipótesis y probabilidades de ocurrencia de hechos sociales de todo tipo. Pero ese debe ser el tono de este tipo de investigaciones que suelen estar plagadas de lugares comunes e imaginerías sobre las verdaderas causas de las desigualdades y jerarquías sociales. Se echan de menos otras cosas importantes. Por ejemplo, cuestionar a fondo los recursos conceptuales de las ciencias y la filosofía política sobre las formas de organización sin Estado. Pues, en efecto, se sigue insistiendo en la categoría de lo político que son más bien formas no políticas y prepolíticas de gestión del poder social.

 

Se obsesionan con un debate sobre el valor epistemológico de la expresión “orígenes”, que bien puede ser interpretada no como un momento único y puro de surgimiento de algo, sino como la emergencia hipotética de algo a partir de un complejo de relaciones sociales y ambientales. Aquí se nota cierta debilidad en los debates sustanciosos de la filosofía política y del “materialismo político” sobre el problema del poder en general. También se pueden objetar ciertas generalizaciones sobre la viabilidad de grandes sociedades sin jerarquías políticas que pudieron construir ciudades y abastecerse con solvencia. El detallismo de cómo se gobierna sin gobernar, o la estacionalidad del dominio social, es tan solo un gran ejercicio literario, por ahora; pero también envía un mensaje de un cuerpo social estable, pero mas o menos con fases extremas de autoritarismo y de libertad total, lo que no es creíble.

 

El pensamiento anarquista de Graeber creo que lo ayudó a ver los entresijos realmente objetivos del problema de la libertad y de la igualdad, y que es esquivo a filósofos, a historiadores, a antropólogos y a politólogos en general. Ciertamente, las nociones de la libertad y de la igualdad se desenvuelven en una fuerte dialéctica o en zonas difusas, conformando tendencias de dominio o de autonomía, que es tal como se materializa en el plano de lo real. Recomiendo enormemente su lectura en estos tiempos de tanta tontería pseudocientífica y mala filosofía.  

 

* Profesor asociado de la universidad del Tolima

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