Teo Acuña: un ejemplo de lucha

 

| Por: Gearóid Ó Loingsigh |

 

El martes 22 de febrero, sicarios del Estado asesinaron a dos dirigentes populares, Teo Acuña y Jorge Tafur.  No conocía a Jorge, pero su camino es parecido al camino que tomó Teo, uno de lucha popular y abnegada dedicación a la causa de las comunidades del Sur de Bolívar y el Sur del Cesar.

 


La persecución de Teo no es reciente, cuando lo conocí en 2001, ya llevaba muchos años como un perseguido del Estado y las multinacionales. En los noventa las multinacionales pusieron sus ojos sobre el Sur de Bolívar en busca del oro que explotaban los pequeños mineros y las comunidades.  Y como el puesto del sol nos trae la noche, las multinacionales trajeron los paramilitares a la región para facilitar la entrada de esas empresas.  Eran otros tiempos, antes de las cruzadas de relaciones públicas, los gobiernos extranjeros y ONG que siempre intentaban suavizar la realidad.  Los paras dijeron “venimos por el oro”, el gobierno de Samper y luego de Pastrana cambiaron la legislación minera para garantizar que los paramilitares no masacraron en vano, para que el grotesco espectáculo donde los paras en Río Viejo, jugaron futbol con la cabeza del dirigente minero Juan Camacho se cotizara en las bolsas de valores de Nueva York, Londres y Toronto.  Teo estaba en medio de la resistencia a esos procesos y las masacres de sus compañeros.

 


En 1998 fue uno de los dirigentes que organizó el Éxodo Campesino tomando la ciudad de Barrancabermeja durante 103 días y fue uno de los firmantes del Acuerdo con el gobierno de Pastrana. Regresó al territorio y vivió y resistió el asedio paramilitar y los centenares de muertes y la desaparición de su compañero de lucha y también firmante del acuerdo, Edgar Quiroga. Las comunidades vivieron un bloqueo de alimentos y medicamentos ante la complaciente mirada de las autoridades locales y nacionales. A Teo y los demás dirigentes entrar y salir de la región fue muy complicado.  Tenían que caminar por rutas largas, esquivando tanto los paramilitares como el Ejército, los dos lados de la misma moneda.  La ruta directa para salir de la zona, era el camino a la muerte donde los paramilitares y el Ejército lo esperaban.

 

Así cuando conocía Teo tenía una fuerza. Podía cargar mucho peso en sus caminatas por las montañas combinado con la velocidad de un correcaminos. De hecho, cuando me acompañó en mi entrada al Sur de Bolívar para hacer el trabajo de campo para el libro La Estrategia Integral del Paramilitarismo, caí en cuenta que varias personas en la región hablaban de él como el correcaminos. Él hacía las rutas en la mitad del tiempo de los demás, y sin embargo, cuando caminaba con otros siempre iba al paso del más lento y me contó entre risas que una vez alguien que no quiso mostrar ese respeto los adelantó y se perdió.  Pues él era solidario hasta a la hora de caminar.

 

Luego del bloqueo vino la entrada de las multinacionales, de los proyectos minero-energéticos y de agronegocios, Teo luchó todos estos años por la permanencia en el territorio y contra los intereses nacionales y extranjeros que pretendían con el apoyo del Estado expulsarlos.  Participó en el Tribunal Internacional de Opinión: Caso Sur de Bolívar para llevar la denuncia a un público internacional. Claro ese Tribunal no se hizo de un día al otro y Teo fue durante unos años, uno de los organizadores de ese Tribunal como luego la Caravana Humanitaria que intentó romper ese bloqueo.


 


Teo nunca rindió y por su dedicación no sólo le tocó esquivar a las balas sino a los Fiscales quienes intentaron meterlo preso más de una vez.  No pudieron matarlo en ese entonces, aunque no fue por una falta de ganas, sino por las medidas que Teo mismo y las comunidades tomaron. Esas medidas no eran una garantía de nada, como hoy sabemos y muchos otros cayeron bajo las balas del Estado y las multinacionales a lo largo de los años.  Teo vio como una y otra vez asesinaron a sus compañeros de lucha, tenía plena conciencia de los riesgos que corría, pero nunca dudó en seguir su camino.

 

Desde que las multinacionales expresaron su interés en la zona las comunidades viven un asedio constante, un río de sangre y la presión del Estado que nunca cedió ni un milímetro, ningún presidente dio tregua, todos, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque nunca renunciaron a sus intentos de apoderase de la región y nunca retiraron sus perros: el Ejército y los paramilitares.


 


El mejor homenaje que podemos hacer a Teo y también a Jorge es la victoria; la victoria de las comunidades sobre las multinacionales, sobre los planes de desarrollo del Estado que pretenden expulsarlos por las buenas o las malas y sobre los gobiernos extranjeros que envían muestras de solidaridad  a las comunidades a la vez que envían sus multinacionales, sus asesores de desarrollo y sus negociadores de tratados comerciales que pretenden empobrecer al país.

 

También la verdad será otro gran homenaje.  No debamos aceptar que en unos años algún general vaya a la JEP u otra instancia para lamentar el asesinato de Teo y “confesar su error”.  Lo de Teo y Jorge no fue ningún error, ningún desliz, a Teo y demás compañeros agro-mineros del Sur de Bolívar los persiguieron durante décadas, los asesinaban, los encarcelaban. No fue ningún error ni hecho lamentable fue una estrategia de larga duración del Estado y las multinacionales y deben pagar todos: los funcionarios, los presidentes del país, las juntas directivas de las empresas, los que redactaron las leyes que facilitaron esa arremetida durante todo ese tiempo. Y la permanencia en el territorio de esas comunidades es la victoria que merece Teo.

 

Fue un honor conocerlo, caminar con él y su asesinato me produce un tremendo dolor.  Colombia perdió un gran luchador, que nunca pudieron doblegar, nunca pudieron vencer, así lo mataron.  ¡Hasta siempre compañero!


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