El indiciado cura violador y el silente pecado de la poderosa curia ibaguereña


| Por Luis Orlando Ávila Hernández* |

 

El medio de noticias virtual ibaguereño, El Olfato, ha publicado (bucólicamente titulando El Ángel Caído, julio 11/2021 re-victimizando aún más a sus víctimas) lo que, según éste dice, es el expediente de la Fiscalía General de la Nación contra el ciudadano Fredy Martínez, alias el cura católico “sanador”, quien por años operaba impunemente en el corregimiento de Villa Restrepo en Ibagué.

 

Dicho medio de noticias en lo que informa (medio no propiamente ateo ni evangélico ni progresista, al contrario, más bien se ha destacado en ser muy genuflexo al poder en turno, del cual ha sacado sendos réditos en millonarias pautas publicitarias) da a entender a los lectores que existen razones para dar algo de credibilidad a lo que en su noticia publica, acerca de la peligrosidad para la sociedad del citado aliasquien fungió para y en nombre del clero ibaguereño, el cual a sabiendas, a la fecha aún no pide público perdón (lo más decente que pudiera haber hecho como supuesta representación en Ibagué del humanista Papa Francisco I) a las víctimas del cura “sanador”, la mayoría niñas y adultos mayores correligionarios del citado presunto criminal.

 


 

Video de la operación impune como “sanador” en 2013 del hoy indiciado.

 

Obviamente no todos los y les curas de la arquidiócesis de Ibagué tienen afinidad con los ímpetus criminales de su ex-asociado, ya no tan “sanador”, afortunadamente.

 

De hecho la Fe católica y cristiana de cientos de miles de ibaguereñes nada tiene que ver con los delitos de la noticia, por tanto es muy distante a estas empresas criminales de la manipulación llevadas a cabo por sesudos criminales, que usando el fanatismo de algunes, logran delinquir y enriquecerse bajo la sotana y el crucifijo, así como otros por ahí sicarean y masacran jóvenes marchantes bajo el uniforme, las charreteras y las armas prestadas por el Estado colombiano.

 

Pero otra cosa es, que apenas cuatro meses antes, en marzo 8 de 2021, todos los medios hegemónicos de la ciudad sin exclusión alguna, a la misma poderosa curia ibaguereña hoy silente, en especial a uno de sus curas hermano de un vinculado a un proceso por paramilitarismo, nunca les privaron ni les faltaron en micrófonos, en cámaras, en teclados y en Photoshop, a diestra y siniestra, para criminalizar a sermón entero y llevar a la picota pública (esa especie de fiscalía y juzgado de garantías de centro comercial, inventado por la politiquería mediática ibaguereña, previo a que una persona se le respete su derecho constitucional al acceso a la justicia) hasta caer en la estigmatización lapidaria en contra de unas inocentes niñas y púberes ibaguereñas que celebrando su Día de la Mujer en toda su fémina expresión artística y ante su frustración social por sus históricos derechos vulnerados (como los violados por el alias cura “sanador”), se les acusó públicamente de “vándalas” (al parecer el término predilecto de los silentes y de su asociada la prensa hegemónica ibaguereña contra todo lo que afecta o pueda afectar su orgía patriarcal de poder y pauta) por el “grave delito” de rayar unos pequeños trazos lavables en los zócalos de las enormes paredes exteriores de la propiedad privada llamada Catedral de Ibagué.

 


Es decir, si a lo publicado por el medio afín al establecimiento politiquero mediático ibaguereño, El Olfato, respecto a los probables crímenes del cura “sanador” contra niñas (posiblemente violadas) se le suma además la probada penalización pública mediática que la curia ibaguereña hizo sonoramente en marzo de este año contra las inocentes niñas grafiteras, solo se puede llegar a concluir dos cosas: o que la iglesia católica ibaguereña, en especial su curia arzobispal, es misógina o que las niñas ibaguereñas (las violadas y las grafiteras) no son dignas merecedoras de al menos sus bendiciones y perdón (claro, el de los curas), cosa que es contraria, a los evangelios que dicen predicar, en especial el de Marcos 10:14.

 

Bastante le valdría a la curia ibaguereña acercarse más a su jefe máximo espiritual y al humanismo que éste, por ratos, pregona desde el inicio de su pontificado, y menos el estar en contacto con los pecados capitales de la ambición por la fortuna y el de no amar a su prójimo (en este caso prójimas: niñas probablemente violadas y niñas grafiteras probadamente estigmatizadas y criminalizadas, la cara de una misma moneda inmoral) como de seguro se deben amar entre ellos mismos y mismes.

 

¡La vida de las niñas ibaguereñas, importan! señores curas.

 

En especial las hijas (cis y trans) al garete criminalizadas descendientes de los mas de 200 mil pobres en extremo y los casi 80 mil en indigencia (que por lo mismo nacen con el estigma del ninguneo y la exclusión social) que vergonzosamente tiene esta ciudad, rica en presupuesto y recursos del Estado.

 

E importan, lo diga o no lo diga un evangelio, basta con una actitud moral ante la vida y con lo que dicta el Código Penal Colombiano.

 

Pedir perdón público, sana ¡Y de qué manera!

 

* Director del magazine virtual Colectivo Perrotrespatas, expropietario de las desaparecidas tiendas culturales El Purgatorio (1994), La Guacharaca (1997) y Cuatro Palabras (2011).

 

Fotografía: Fiscalía

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