Las novias de los tombos gritan paz

| Por Carlos Augusto Rojas |

 

Las novias de los tombos gritan paz, son las mismas que hace años gritaban guerra, guerra, más guerra y votaban en contra del proceso de paz.

 

Después de diez días de paro los paracos, los uribistas, los opus y los tibios, gritan paz, mi papi es policía y paraco pero no lo maten por favor, solo es un cerdo que mata gente porque se lo ordenan y no le alcanzó el Icfes para ir a la universidad, la ignorancia.

 

Después de días de lluvia de piedras, los noticieros muestran a las novias barriendo el CAI, chupándole el culo a los aguacates, llorando porque los cerdos están agotados, no se les para la verga porque llevan días salvando la patria, descontrolados dando bala, matando jóvenes sin poder bajar a la olla a cobrar.

 

Después de diez días de lluvia de albóndigas los periódicos llaman a la paz, a no echarle más leña al fuego que quema el CAI pero si publican la foto de los niños y niñas que en Ibagué tiraron la primera piedra, los buscan por vandalismo, ofrecen recompensa por la cabeza de esos pibes mientras piden paz y abrazar a los que disparan a matar, la hipocresía.

 

Después de diez días de lluvia de hamburguesas, el matarife pierde el control dando una entrevista a los periodistas gringos, se siente emboscado por CNN, se le ve sin corbata, perdido en el tiempo, desubicado y embejucado, igual de ojeroso a mi vecino uribista pidiéndome prestada la bandera blanca que escupió el día del plebiscito por la paz.

 

Después de diez días de lluvia de bala, el fascismo acude a sus mejores armas, a los represores escolares, a los acosadores universitarios, salen rectores, maestros, periodistas, sindicalistas, defensores de derechos y vendedores de tamales llamando a la paz, a asistir a asambleas, a dialogar y a respetar la vida, ofrecen el campus universitario para reflexionar, a la mierda la reflexión de los intelectuales lame culos, más piedra, más albóndigas, más hamburguesas, más arroz con huevo y menos reflexión.

 

Después de diez días de paro la lucha es callejera igual que las hamburguesas del Corral, en la calle hay rabia, hambre, injusticia, piedra y odio porqué se metieron con los que no eran.

 

Se metieron con la generación que almuerza arroz con huevo, juega Minecraf, mete Pepas Pig, se metieron con los Lechona Barra Brava, los transgéneros agresivos, las feministas violentas, los gays músculos, los indígenas minga, los amigos invisibles de anonymus, los antifascistas y los que se tatúan el mapa de Colombia pero nunca para desgracia de Uribe se tatuaran un Mickey Mouse en las tetas.

 

Se metieron con la generación que lanza la primera piedra sin pedir permiso.

 

Después de diez días de lucha callejera mientras en Siloé, la capital de la nueva Colombia llovían albóndigas contra los aguacates en un universo paralelo llamado Ibagué fumábamos, tomábamos té y puteábamos al matarife mientras veíamos el partido Tolima vs Emelec.

 

En una tienda del barrio Michael Jordán, a dos cuadras de donde asesinaron a Santiago éramos una masa esperando la noche, los tombos nunca llegaron, no pueden reprimir un grito de gol, ni esquivar la lluvia de hamburguesas todas las noches.

 

Días antes los verdaderos vándalos verdes nos inauguraron con ocasión de las protestas del primero de mayo por la realización del partido de futbol entre malonarios y las ramericanas en tierra tolimense.

 

Los vándalos verdes el primero de mayo dieron gas, bala ventiada para que se pudiera jugar el partido, persiguieron en moto desde la calle 37 hasta el salado, dispararon a matar toda la noche y asesinaron a un niño a dos cuadras de su casa que venía de visitar a su novia.

 

Después de diez días de terror no vemos los videos de las cámaras de seguridad de la mejor esquina de Ibagué, en esa esquina lo mataron, diagonal a las hamburguesas del corral, en el epicentro de Ibagué ejecutaron a Santiago con un tiro en el corazón.

 

Mataron a un pibe indefenso en la milla de oro de la ciudad musical y no aparecen o ya aparecieron y los desaparecieron los videos de seguridad de los semáforos, centros comerciales e instituciones estatales que hay alrededor del lugar en donde ocurrió el asesinato, la hipocresía cómplice.

 

Después de diez días de lluvia de piedras la izquierdita que no folla, no tira piedra y no toma coca cola Zero porque se engorda invita a asambleas inútiles, marchas pacíficas, plantones sin plantas, se reúne con el gobierno y dan dedo a los que luchan en la noche. La hipocresía es verde.

 

Después de diez días de lluvia de cocteles molotov la izquierdita coctelera, corrupta y electorera, acusa al alcalde del asesinar a Santiago pero no tiene huevos para acusar a los tombos, no acusan a los que movieron el gatillo, no ponen para la gasolina, la leche de magnesia, ni para la recompensa a quien entregue el video, la hipocresía es valiente acusando al que no es.

 

Después de diez días de lluvia de piedra el ejército viendo las cagadas de los tombos se muestra tibio, no ha salido a masacrar marchas como en la dictadura de Rojas Pinilla o a matar a Duque en defensa de la patria, el desgaste lo están haciendo los aguacates.

 

Un golpe de estado es posible, los sables suenan entre los oficiales que si fueron a la universidad a estudiar pero las órdenes de mover los tanques cascabel rumbo al palacio de Nariño no la dan los generales, ni el matarife por twitter, la da la embajada de Estados Unidos.

 

A la república bananera y paraca de Colombia no la gobiernan desde el palacio de Nariño, ni el ubérrimo desde su cuenta en twitter, gobiernan los gringos cuando el culo se les quema y la coca se les pone cara porque tienen el patio trasero en llamas.

 

Es por esto que la matarife se pone nerviosa cuando la CNN gringa la embosca, la interroga, se siente extraditada, se siente igual que su colega el narcotraficante general Noriega, se ve comiendo hamburguesas en Guantamo por el resto de su vida.

 

Mientras los gringos deciden qué hacer con la república paraca y dejan de censurar los videos de los policías matando, lluvia de hamburguesas todas las noches o seguiremos comiendo mierda y asistiendo a asambleas inútiles por el resto de nuestras vidas.

 

El inútil del papá de Duque con la bestia del presidente Belisario Betancur asesino a 30 mil tolimenses en Armero, su hijo no menos inútil está matando un país.

 

Es ahora o nunca, aguante la primera línea y los que tiran la primera piedra.

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