Y siguen las multinacionales azotando a Cajamarca

 

| Por Jhusty Meliza Moreno Henao |

 

Hace algunos años la lucha en contra de las multinacionales mineras como AngloGold Ashanti que llegaron al territorio cajamarcuno con el objetivo de explotar la que fue considerada en su momento sería la mina de oro más grande del mundo, la llamada “Colosa”. Sin embargo, el movimiento social y popular, campesino y resistente de Cajamarca la Inconquistable, herencia de los indígenas Pijao luchadores que resistieron hasta su extinción a la colonia española, se pronunció en una consigna de vida, agua y territorio “El agua vale más que el oro” y lograron un triunfo histórico el 26 de marzo de 2017 con el “NO” en la consulta popular. Hoy se cuentan rumores de que la multinacional minera no se ha dado por vencida y que en algunos años volverán hasta que los hijos de los hijos de los hijos cedan y den paso a la explotación de los minerales de las montañas, lo que vislumbra un reto en defensa del territorio que debe ser herencia de la cultura campesina cajamurcuna.

 

Anglogod Ashanti no solamente estaba interesada en el oro, con sus proyectos de “responsabilidad social” genero un interés en el llamado “oro verde” y con sus insinuaciones de apoyo e incentivo al pequeño y mediano productor, se generó un auge con el cual luego se empezó ampliar la frontera agrícola para tener mayores áreas del cultivo del Aguacate hass, lo que hoy representa una gran amenaza territorial, porque su interés no sólo ha sido despertado por medianos y pequeños, sino por grandes multinacionales que desafían el bosque, la montaña, la biodiversidad y el agua. Aunque la multinacional minera escucha mencionar muy poco hoy en el territorio, sus garras desafiantes siguen en el intento de desangrar el suelo y los bienes comunes naturales del apreciado territorio de Cajamarca considerado como la Despensa Agrícola de la agotada Colombia.

 

Y no es solo el dinero de inversión de Anglogod (Que aún sigue como un carroñero en las sombras del territorio) multinacionales como la Green Super Food que acapara las tierras del cañón de Anaime, con ofertas en cifras que los campesinos no pueden rechazar, y; otros quienes no son visibles como los carteles mexicanos que tienen grandes inversiones y controlan el mercado internacional del aguacate hass, los cuales han convertido el aguacate en los futuros “Diamantes de sangre” como reporta la revista Forbes viene ocurriendo en Mioachan, México, el primer productor de aguacate hass del mundo. Sumado a eso, uno de los accionista de Green Super Food, la multinacional de capital chileno que tiene filiales de inversiones de grandes negocios mineros, energéticos y de alimentos. Esta empresa y muchas otras multinacionales que han llegado a los departamentos del Eje Cafetero, Antioquia, entre otros, con su compra de tierra para la siembra del aguacate hass ha talado, quemado, deforestado e inclusive trazado carreteras por el medio del bosque alto andino, bosque de palma, santuario de loros, colibríes (entre ellos la especie endémica Anthocephala berlepschi y otras semiendémicas), monos, reptiles, mamíferos, ríos e inclusive en medio de nacimientos de agua, y todo para qué? Para la competitividad y productividad de su negocio. Y no solo eso, mientras crece el aguacate también siembra otros productos como la arracacha en monocultivo para generar una presión económica en los campesinos y que abandonen o vendan sus tierras, esto teniendo en cuenta que el mercado agropecuario fluctúa de acuerdo a la oferta y la demanda. A mayor oferta menor es el precio que pagaran por la arracacha de pequeños y medianos campesinos que se dedican a este cultivo.

 


Además de todo lo anterior, el riesgo también es latente en las fuentes hídricas. Según diferentes fuentes académicas, el cultivo de aguacate requiere una gran cantidad de agua para producir un kilo de fruto, se necesitan entre 1.500 a 2.000 litros de agua, en comparación de los cultivos de hortalizas que se cosechan en el cañon de Anaime que tienen un consumo entre 300 – 1000 lt de agua por kilo cosechado, lo que representa una presión hidráulica a la tierra y aunada a la deforestación del bosque, una alta afectación a la cuenca del río Anaime y sus afluentes que abastecen los acueductos comunitarios de las comunidades que allí viven. Y parece que a las multinacionales nada se les escapa, la sobreexplotación del suelo, el uso sin control de agrotóxicos y la intangible captación de agua, genera en las zonas de ladera una alta desertización y erosión que con el tiempo pueden generar una tierra estéril y apta para la explotación minera. Así que la cadena de inversiones y de crecimiento, es muy llamativa inclusive para el alcalde de Cajamarca, de origen campesino (o así lo hizo creer), quien con su silencio y falta de pronunciamiento ante la situación, deja en evidencia su interés en el lucrativo negocio de vender el territorio.

 

De acuerdo con la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA) la vocación del uso del suelo en el bosque altoandino hábitat de la palma de cera, de múltiples especies endémicas y megadiversas, es para conservación y la expansión de la frontera agrícola representa una actividad ilegal al ser protegido por la Ley 61 de 1985; ley que al parecer nadie hace valer en Colombia. Ante las amenazas de la expansión del cultivo del aguacate hass se han publicado en diversos medios, líderes sociales y ambientales han presentado demandas y tutelas a Cortolima que como autoridad ambiental del departamento, no hace más que ignorar la situación, posiblemente coaptada por el “Negocio verde” de la exportación del aguacate. De Cortolima no se sabe sino que queda localizada en la 42 con Ferrocaril, su ineficiente y poca gestión en defensa del medio ambiente, que es su razón social, no es más que una legalización de recursos de un personal que con sembrar cierto número de árboles ya están cumpliendo las metas y objetivos de su planeación estratégica, dejando de lado la verdadera defensa ambiental del territorio, el cumplimiento de las leyes de protección y conservación, la defensa de la megadiversidad, el cuidado y protección de los bosques, el agua, las fuentes hídricas  y especies endémicas que se encuentran en riesgo y vulnerabilidad.


 

Ante las múltiples preguntas sin respuesta, surge una más ¿Quién defiende a los campesinos y las zonas de bosque alto andino en Colombia? Nadie sabe esa respuesta, porque el narcogobierno patrocina a las multinacionales y el silencio de quienes defienden el territorio. En los últimos hechos generó indignación por el asesinato del líder ambiental y defensor del páramo de la Yerbabuena y guardián del Loro Orejiamarillo de Roncesvalles, Tolima,  Gonzalo Cardona Molina, situación que fue rechazada rotundamente por los sectores sociales y ambientales del departamento. Otra muerte más que nostálgicamente suman los cerca de 500 líderes sociales asesinados en el gobierno de Duque por el alto desfinanciamiento de la paz y la entrada de carteles de narcotráfico (Y otras cosas que “nunca” negoció con el Ñeñe para que patrocinara su campaña de mentiras) que han aumentado el desplazamiento y la violencia en los sectores rurales del país.

 

Para finalizar, no queda más que resaltar la lucha que los campesinos de Cajamarca, como muchos otros campesinos de Colombia, han dado para obtener mayor protección y Zonas de Reserva Campesina, para la Agricultura Familiar que es la que abastece de alimentos, genera empleos rurales y conserva el agua, la vida y la soberanía de nuestro país.

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