Bogotá es el centro del mundo

 

| Por John Maximino Muñoz Telles* |

 

Bogotá es el centro del mundo. ¿Y por qué no? Si es el nombre de una ciudad que queda en el ecuador, el conocido centro del globo según los mapas que nos enseñan. Si es una ciudad que tenía 200.000 habitantes cuando fuimos invadidos por los españoles cuya mayor ciudad era Sevilla, que para ese entonces contaba con 50.000 habitantes apenas. Si esos barbaros invasores españoles ni siquiera entendieron cuando les dijeron el nombre de la ciudad y al escuchar Bacatá lo que sus obtusas mentes captaron fue Bogotá. No contentos con eso además llamaron al “país” Nueva Granada porque a Ximénez de Quesada el Valle de los Alcázares, hoy conocido como sabana de Bogotá, le recordaba a su natal Granada en España.

 

Bogotá es el centro del mundo. ¿Y por qué no? Si Kabul en Afganistán o Bujará en Uzbekistán un día, siglos atrás se proclamaron así mismas como el centro del mundo. Tal como lo hicieron la grande y hoy “conocida” China (y a lo que el propio Marx describía como un país bárbaro), o la India que concentran más del 30 por ciento de la población de la tierra y muchos apenas saben que existen, y repiten en un eco altisonante que en China comen cualquier cosa que se mueve, pero se olvidan que los “Escargots” que comen los refinados franceses no son más que caracoles, que el caviar que muchos nunca hemos probado y del que tanto hablan en las “refinadas” películas estadounidenses no son más huevas de pescado y que por si fuera poco los franceses adoptaron su consumo después de que durante siglos fuera plato típico de Rusia e Irán.

 


Escargots a la bourguignonne

 

Pero en cambio creen a rajatabla que las pastas son italianas ignorando que Marco Polo las trajo a ese país luego de su viaje a China. Como si fuera poco, también ignoran que Italia misma no se conformó como estado nación hasta bien entrado el Siglo XIX, o sea después de que ya se habían formado todos los Estados Naciones en América Latina desde México a Argentina. Y además ignoran, quizás adrede, que el de Italia no fue el único caso, porque lo mismo le sucedió a Alemania, ya que dichos países, estaban divididos en montón de pequeñas ciudades estado. Marco Polo mismo, no habría entendido si le hubieran dicho que era italiano porque el simplemente era un mercader de Venecia.

 



Bogotá, es el centro del mundo. ¿Y por qué no? Si aunque una muy reducida elite intelectual de cosmógrafos españoles, portugués e “italianos” como el genovés Cristóbal Colon, sabían que la tierra era una esfera que giraba en torno al sol y que por tanto seguramente se podría circunnavegar, para el común de los españoles y europeos el mundo era plano y podían caer de sus bordes si se aventuraban a navegar por las orillas, mientras que las civilizaciones que existían justo aquí, tenían claro que la tierra giraba en torno al sol y poseían conocimientos más avanzados de astronomía que los europeos que nos invadieron, y cualquier indio patirajado del común estaba enterado de esto. ¡Pero ellos ganaron!, dirán. ¿Y acaso que alguien sea más fuerte y este mejor armado es prueba de inteligencia?.

 


Bogotá, es el centro del mundo. ¿Y por qué no? Si una pequeña y desconocida cultura que a lo largo de siglos y siglos fue arrasada por Romanos, egipcios, persas, asirios y babilonios, se atrevió a decir que su dios era el único y verdadero y le hizo tragar el cuento a los romanos que extendieron la religión cristiana por el mundo hasta hacerla una de las cuatro más conocidas y poderosas junto al islam, el hinduismo y el budismo. Esa religión que nos fue impuesta y que logró que, parodiando a una serie estadounidense, “recuperemos la razón y creamos en un carpintero israelita que vivió hace dos mil años”, cuando nuestros ancestros indígenas un poco más sensatos creían en algo que por lo menos se veía, la “pacha mama”, que además nos da nuestros sustento y por ende debemos cuidarla y no enseñorearnos sobre ella, y a la que esos “iluminados” europeos llamaron Gaia o más comúnmente tierra.

 

Bogotá es el centro del mundo. ¿Y por qué no? Si un día conversando con un canadiense, este se mostró sorprendido cuando le enseñe un libro de geografía de una región hasta ese día para él desconocida, en donde se afirmaba en perfecto inglés que Jujuy era el corazón geopolítico de América del Sur. Ante lo cual, le dije: eso sucede por lo mismo que cada cultura del mundo piensa que su país es el más hermoso e importante del mundo, tal y como le pasa a los canadienses con Canadá. No agregue en ese momento que, para sentirse tan orgullosos de su país, del que una propia canción en francés dice “Mon pays ce n'est pas un pays, c'est l'hiver/ Mi país no es un país, es el invierno», su país no era simplemente una nevera como le dicen los caribes a Bogotá, sino un auténtico congelador. ¿O acaso este canadiense, que probablemente no sabía una palabra de francés pese a vivir en un país donde la tercera parte de su población habla ese idioma, ni sabía español pese a que se la pasaba viajando por asuntos de “cooperación” a países hispanohablantes de América Latina, creía que cualquiera sabe dónde está British Columbia y que además su capital es Victoria y no Vancouver, y que Vancouver es la puerta de entrada para los asiáticos hacia zona esa del mundo? Pues no, por muy importante que sea Canadá y Vancouver, Victoria tiene la mitad de la población que Jujuy y por cada habitante que ahí allí existen más de 30 en Bogotá, la que por ende y con justo título puede ser llamada el centro del mundo.

 

Posfacio. (¿Si hay un prefacio porque no puede haber un posfacio?) Todo este cuento era para invitar a leer libros que descentren su mirada de ese falso centro del mundo que son Europa y Estados Unidos: Occidente. Un buen comienza quizás sea, Las rutas de la Seda, una Nueva Historia Universal de Peter Frankopan.





 


* El autor es Abogado de la Universidad Nacional de Colombia, Especialista en Desarrollo Humano y Candidato a Magister en Desarrollo Humano de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. FLACSO-Argentina y Member of HDCA-Human Development and Capability Association.

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