La lucha del comandante Boris, del M19, muerto el día 24, contada por el mismo



El 24 de julio de 1986, en las horas de la madrugada, en la población de Caldas, estado de Antioquía, moría por acción de las armas oficiales Gustavo Arias Londoño, conocido en el país como el Comandante Boris, miembro de la Comandancia General del Movimiento 19 de abril y uno de sus más experimentados jefes militares.

Las circunstancias de su muerte no han sido totalmente clarificadas, pero las fuentes militares indican que fue detenido el automóvil en que se desplazaba en compañía de Aristóbulo Zuluaga Giraldo y Luz Angela Saavedra, que a la entrada de la estación de policía despojó de su arma a uno de los agentes y tuvo que ser dado de baja, sin que hasta el momento hubiera sido reconocido.

Un parte militar publicado el 25 de julio en forma de nota periodística en el diario El tiempo de Bogotá, titula otra noticia así: en Medellín Policía esperaba a Boris.

Sea como haya sido —habrá que conocer el testimonio de sus acompañantes detenidos e incomunicados— Boris, el conocido comandante del Frente Sur, autor entre otras acciones de la toma de Florencia, capital del estado de Caqueta, suscriptor de los acuerdos de Cese al Fuego y Diálogo Nacional en el Hobo, Huila, el 24 de agosto de 1984 —una leyenda viviente en Colombia— murió en el aniversario del nacimiento de Simón Bolívar, fuente de inspiración del Movimiento 19 de abril y de su propia lucha.

En marzo del año en curso había muerto también Alvaro Fayad Delgado, comandante general del Movimiento, quien fue detenido al ser ubicada la casa en que se encontraba y, una hora después previas consultas con altos jefes militares y civiles, asesinado en compañía de la señora María Cristina Martá de Rosero, ante su hijo de siete años y sin que pudiera imputársele militancia alguna.

Aunque existen opiniones divergentes sobre la participación directa de los civiles del gobierno en la toma de estas decisiones, la realidad es que la muerte del Comandante Boris se suma a una ya amplía cadena de bajas, —en circunstancias diversas—, de los altos mandos de la organización: nueve en total, incluidos Bateman, quien murió en 1983 en un accidente de aviación, y Carlos Toledo Plata, asesinado en la puerta de su casa pocos días antes de la firma de los acuerdos de paz.

Lewis Tambs, exembajador de EU en Colombia, impulsó la tesis expuesta en su manual “Destruyendo el síndrome de Vietnam”, de que las fuerzas gubernamentales deben de cortar la cabeza de la culebra de la organización guerrillera, pues sólo destruyendo a los revolucionarios que hacen la revolución puede llegarse a una conclusión victoriosa de una extensa campaña contrainsurgente Su planteamiento opacado relativamente entre agosto de 1984 y mayo de 1985, fecha del atentado contra Antonio Navarro Wolf, máximo dirigente del M-19 en la legalidad durante la época de la tregua, pareció tomar fuerza cuando Alvaro Fayad denunció que el gobierno había adoptado la decisión de aniquilar a los catorce comandantes del M-19 La decisión está en marcha y como hecho curioso en la misma edición de El Tiempo aquí citada, bajo el título “Quienes quedan en el M-19”, sin firma, aparece una lista de 21 miembros, dejando sembrada la inquietud de si se trata de una simple información o una nueva sentencia de muerte.

A siete días de la toma de posesión del nuevo presidente de Colombia, Virgilio Barco Vargas, el país siente el peso de las denuncias del procurador Carlos Jiménez Gómez, los intelectuales colombianos y Amnistía Internacional, que respectivamente denunciaron el “escandaloso número de homicidios” sin autor conocido y la absoluta impunidad, la generalización desaforada de la violencia y los centenares de desaparecidos durante el gobierno saliente, que prometió al momento de la posesión “ni una sola gota de sangre hermana”.

Barco ha expresado que continuará la política de paz emprendida por el Presidente Betancourt (?) mientras los intelectuales hacen un llamado “a todos los colombianos, y de modo tan encarecido como apremiante al gobierno que se inicia para intentar juntos una nueva pausa de reflexión y diálogo que nos preserve del desastre final () fortalecer la democracia o hundirnos en la barbarie”.

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Gustavo Arias Londoño, el comandante Boris, fue un hombre de acción, más que de palabras Combatiente nato,prefería hacer que deliberar Ello no le impidió sin embargo, ser testigo de su propia historia Con fragmentos de su diario personal y trozos de las pocas entrevistas que concedió, el mismo reconstruye su paso por el M-19:

Nací en Montenegro, Quindió el 27 de septiembre de 1947, cuando terminé el bachillerato en 1968 salí ignorando totalmente las luchas sociales, a pesar de estar en este país de tantas protestas populares.

Tan es así que me fuí a pagar el servicio militar en el batallón Roock Al salir ingresé en la Universidad Nacional influido por la ideología anticomunista que inculcan a las personas que pasan por los batallones del país Las luchas del estudiantado en contra de la privatización de la educación, en contra de las injusticias me van sembrando inquietudes, voy participando en protestas.

La verdad, en 1970 se inicia mi vida como revolucionario Se inician las grandes marchas hacia diferentes ciudades del país Marcho hacia Cali El apoyo que no daba el pueblo a nuestro paso fue ampliando mi compromiso, afirmándolo Claro, había una ambientación en América Latina: los tupas, Montoneros, Alianza Liberadora del Brasil no nos contentamos solamente con ver la vigencia de la lucha revolucionaria sino que intentamos llevarla a cabo Hacíamos trabajo de masas a nivel de barrios populares.

Conformamos una pequeña organización rebelde que se llamó “Pijao Rebelde”, en memoria de esa gran tribu indígena de nuestro país que prefirió desaparecer antes de dejarse dominar Nuestra intención era darle validez a nuestros ancestros que pelearon con valentía al derecho de la dignidad del hombre.

Para esa época me conozco con Luis Otero, Iván Marino Ospina y Jaime Bateman, nos prestábamos las pocas armas que teníamos Cuando el roba de las elecciones el 19 de abril de 1970, recibimos como la mayoría de los colombianos una bofetada Eramos abstencionistas pero igual nos golpeó el fraude Esto aceleró la decisión de formar una organización político-militar que respondiera, apoyara a las masas en cualquier decisión que tomara por medio de cualquier forma de lucha.

Me integre al M-19 antes de su fundación Mi pequeña organización se fundió con la de Pablo, Iván, Alvaro en otra que se llamó “Comuneros”; luego aparecimos ya como M en enero de 1974, cuando sacamos la espada de Bolívar del museo.

Entré a formar parte de la dirección de los quince hombres que éramos, todos haciendo de todo Abocamos la lucha urbana con toda responsabilidad Trabajé fundamentalmente en Bogotá hasta el año de 1976 en que caí preso, antes había estado preso en 1972 Al salir de la cárcel me traslado al valle del Cauca durante un año y allí se me designa para irme al campo para organizar algunas escuelas rurales, una de ellas casi en el amazonas Comienza mi vida guerrillera rural.

En 1978 iniciamos la actividad de abrir el espacio político y militar en el Caquetá Con 17 compañeros iniciamos las llamadas columnas móviles Les insistía mucho sobre la calidad de los hombres que tenían que ser hacia el futuro, ser los comandantes del ejército del pueblo De todos ellos quedamos cuatro, el resto cayó en combate y sólo uno desertó Chalitas, campesino de la región,hoy comandante superior, salió de esa escuela.

Luego del robo de las armas del Cantón Norte en 1979, por la represión y los presos quedamos aislados del contexto de la organización, en la selva, en una salida me tienden una emboscada, soy herido en el brazo y sin poder defenderme me detienen y conozco en la novena brigada de Neiva lo que es la tortura, la ofensa, el odio, la humillación A pesar de que me acusaban de ser el responsable en el Caquetá me condenan a doce años, como delincuente común por un préstamo que hicimos en la Caja Agraria de San Agustín.

Desde el primer momento la idea era escapar y lo logro dos años después, en 1981.

Nunca había sentido una felicidad más grande que salir y ponerse uno al frente de las tareas De allí salgo del país, pues realmente estaba enfermo, y regreso en 1982 para participar en la Octava Conferencia Nacional en plena selva de Caquetá en medio del torbellino de problemas creados por la amnistía Muchos querían salir, ver a su familia: posteriormente muchos de los amnistiados fueron asesinados.

No podíamos pelear, puesto que estábamos iniciando un gobierno que hacía un planteamiento diferente, habíamos concedido una tregua unilateral, un compás de espera y además debíamos esperar a Iván Ospina para concentrar fuerzas y dar el salto cualitativo, transformar las condiciones de la lucha guerrillera rural.

Decidimos que no podíamos esperar más No había ninguna actividad político-militar de la organización y consideramos que nosotros teníamos el deber, el derecho de continuar la lucha armada como la mejor manera de expresarnos y rebelarnos contra las simples promesas de Betancourt.

Aunque estábamos aislados de la organización, decidimos hacer una oposición abierta y franca al gobierno, activarnos con la coincidencia de que en otro lugar la Dirección Nacional y el Comando Superior, sólo con la ausencia de los que estábamos en el monte, integrados los compañeros que habían salido de la cárcel, adoptaba la misma decisión.

Así iniciamos el proceso de provocar al enemigo para darle duro, hacer sentir nuestra presencia, impulsar la propuesta de paz, que implicaba conquistar la tregua y el Diálogo Nacional.

Iniciamos con un retén, nada si se quiere, pero era retomar el espíritu ofensivo; luego nos metimos en Paujil; en los hechos posteriores emboscamos un helicóptero donde resultó herido el comandante del Batallón Colombia y de allí pasamos al Mirador, que marca un hito en la historia de la organización Por primera se hace una emboscada de aniquilamiento, se rinde una patrulla y se les da tratamiento acorde con la declaración de Ginebra, es decir, respetando la dignidad humana De allí nos lanzamos a recuperar armamento y logramos dar un golpe político en el momento en que hacemos declaraciones para la TV, demostrando que estábamos dispuestos al proceso de paz no por debilidad, que había que trascender la amnistía.

Eso nos permitió dar el salto y plantearnos la tarea de Garzón, una población de más de 100,000 habitantes, la segunda ciudad del departamento de Huila, en el centro mismo del país.

Con este golpe pusimos a meditar a la clase política del país que por la vía de la guerra no se podía continuar y sin duda tuvo que ver en la decisión de Betancourt de reunirse en Madrid con Alvaro Fayad e Iván Marino Ospina.

Se trataba de que la guerrilla dejara las montañas más profundas hacia los pueblos, hacia donde están los hombres Pasarnos al Huila significaba estar en un departamento con mayor densidad poblacional, pero la satisfacción mayor fue sentir el recibimiento que nos dió la gente: coreaban nuestras consignas y sintieron nuestra lucha como si fuera de ellos.

Luego hicimos dos intentos de entrar a Florencia y decidimos sorprenderlos una tercera vez el 14 de marzo de 1984 Fue un desafío, pues además de los 1,500 soldados —nosotros éramos 80 hombres— además de 500 policías, a unos 15 minutos se encuentra el batallón Liborio Mejía, con 3,500 hombres entrenados en contrainsurgencia.

Nuestras bajas fueron siete La mayor parte de las bajas fueron de la población civil, pues se enfureció el enemigo ante la actitud del pueblo A pesar de que trataron de contenerlo, salió a las calles a abrazarnos, a darnos la mano, en medio de la balacera, eran marejadas humanas Nosotros íbamos uniformados, para que el enemigo no disparara contra el pueblo, pero lo hizo Los presos que sacamos de las cárceles combatieron contra el ejército y la policía y varios de ellos murieron heroicamente.

Combatimos en el centro mismo de la ciudad y aunque estaba planeado quedarnos 25 minutos, los últimos compañeros en salir lo hicieron en 50 minutos Hicimos un repliegue a profundidad y el ejército en su desesperación bombardeó muy cerca de la población Era consecuencia de la derrota infringida Después trataron de manchar la operación diciendo que se trataba de una represalia por la destrucción de unos laboratorios de cocaína.

Lo fundamental es que esperamos al ejército a una hora y media de Florencia y sólo tres días después se decidieron a atacarnos Destinaron a trece helicópteros y no lograron desalojarnos de nuestras posiciones, sino que nos fuímos cuando lo consideramos prudente Allí comprobaron el salto de calidad en nuestro desarrollo militar: pararse en el terreno y pelear en la medida en que la prudencia indica que uno debe retirarse.

Era un reto, no solamente por la presión que ejerceríamos en la negociación, sino que era un problema de honor En el Batallón Juanambú y en su oficialidad se concentraba lo más selecto de la represión en nuestro país y sobre todo en la Caquetá y había asesinado y torturado a miles entre la fecha de las guerrillas móviles y 1984.

Era necesario demostrarle al pueblo que era posible ganar, que era posible atacar al enemigo aún en sus partes más fuertes Era una necesidad política en dos sentidos: hacia las masas y hacia el momento político que vivía el país en una negociación política empantanada, dilatada por Betancourt.

Luego de una larga marcha, entre combates, con heridos y mujer embarazada —como en la época de Bolívar— atravesando la cordillera, entre anuncios permanentes de mi propia muerte y confirmación del fallecimiento en combate de Gloria Amanda, mi compañera, “hiriéndome en el corazón”, Iván Marino Ospina y Alvaro Fayad concluyeron las conversaciones con el gobierno y nos preparamos para la firma de los acuerdos de cese al fuego.

Mientras la oligarquía y los altos mandos apostaban a que yo rechazaría los acuerdos y se daría una fractura en el M-19, Fayad exigía a Bernardo Ramírez, negociador gubernamental, que Hobo, Huila, al igual que Corinto, Cauca, fueran los lugares donde el M-19 firmara el histórico y traicionado documento.

En Hobo se concretiza y se hace evidente el apoyo que el pueblo nos ha dado, se ve como ha calado nuestro proyecto democrático El entusiasmo fue enorme, como lo fue en todos los pueblos por donde fuimos pasando Las masas volcadas a las carreteras, se acercaban a la guerrilla con el ánimo de ayudarnos, de colaborar.

Más de 3,000 personas quisieron vincularse a las filas, lo cual es una manifestación palpable de cómo el pueblo ve la situación La oligarquía se asustó, el gobierno mismo Les dije abiertamente que así como los partidos tradicionales podían incorporar gente, nosotros, sobre todo, en el período de cese al fuego, como movimiento político también podíamos hacerlo Para que el pueblo impulsara el diálogo porque definitivamente el diálogo no es entre guerrilla y gobierno sino entre pueblo y oligarquías.

Que el pueblo —que ya está maduro— tome sus propias decisiones Firmamos el cese al fuego para eso, para encontrar una salida política a la guerra

La ruptura de la tregua fue una nueva frustración para este pueblo y para las organizaciones revolucionarias que queremos paz, la justicia social y tendremos la necesidad, la urgencia, el deber y la obligación histórica de construir un nuevo gobierno de mayoría Hablar entre todos los interesados por la paz, luchar, profundizar esta guerra en aras de solucionar los grandes problemas que vive esta nación

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Boris se mantiene en la montaña durante todo el período de la tregua, participa en el Congreso de la Democracia en febrero de 1985 y fundidas sus fuerzas con las del frente occidental al mando de Carlos Pizarro —actual comandante del M-19— se pone al frente de una de las columnas.

Declarado el retorno a las operaciones ofensivas luego de la ruptura de la tregua por el gobierno, vuelve a su actividad de combate en distintos puntos de los estados del Valle Cauca Se ha logrado su sueño de la concentración de fuerzas, creando el batallón América, se pone al frente de él Participa en la toma de Morales y con Carlos PIzarro, rompiendo cercos, llegan a Ponce en la propia ciudad de Cali, en marzo de 1986.

“No es tan cierta la soledad del guerrero; existe pero es bella, porque está acompañada por la relación del colectivo y de uno como persona en las masas Es bella, reemplaza ese vacío y esa soledad Yo les escribía a mis hijas y les decía sobre la situación difícil que vivían los niños del campo Les contaba que en ellos las identificaba como identificaba a mi madre con las ancianas Es una soledad que da satisfacciones”.

El 24 de julio, en cumplimiento de alguna misión encuentra la muerte.


2 AGOSTO, 1986 ARCHIVO, EDICION MEXICO